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Inicio / Cuenteros Locales / atolonypico / Aventuras de un manchego en París.

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No sé por qué goza de cierto predicamento en España burlarnos de lo francés. Los inventores del bidet y la guillotina merecen más que respetos, aunque sólo fuera por ello.
Lo primero que me llamó a la atención en nuestra siempre referente Francia fue la presión con que salía el agua de la ducha. Tanto es así que operaba como una especie de masaje y salías de allí medio conmocionado, hasta tal punto. Una experiencia diferente, ya digo. Pero esto fue nada más traspasar la frontera de Irún, pues no lo he dicho, pero me vine con la société nationale des chamins de fer y lo hice por etapas.

En el primer hotel que encontré abierto de Pau lo experimenté. Junto al hecho de semejar por aquellas rúas un peliculero espadachín dadas las construcciones palaciegas de tal ciudad, que se asocian( o al menos uno así lo hacía) a las películas- un subgénero- de mosqueteros; también me llamó a la atención la ausencia práctica de bares en sus calles. Lo que me puso sobre la pista de que allí se lo montaban de otra manera.
En París no. París- como decía Hemingway- era una fiesta. Fruto quizá de tantos años de cosmopolitismo y presencia extranjera en sus calles. Pero el agua seguía saliendo a presión, como en la pirenaica Pau- ciudad en la que me enamoré de Francia.
Una vez enamorado sólo un cataclismo me podía desenamorar, hasta tal punto es simple el enamorado que no logra ver más allá de sus narices cuando le espetan un rostro bonito. Y Francia lo tenía, y ello hasta tal punto- lo mismo que decía de las duchas.
Allí me acostumbré- como decía la canción- a ella. París es una ciudad femenina, lo mismo que Madrid, y a diferencia, por ejemplo, de Valdepeñas. Son ciudades que acogen, como una madre, sin hacer muchas preguntas. Quizá porque se conozcan de memoria el itinerario del forastero. De tanto repetirlo- me refiero. Si en Valdepeñas eran los chatos de vino y en Madrid los bocadillos de calamares del "brillante", París te reserva sus cafés, sus terrazas, y sus paseos románticos.
Y así fue cómo- retomando la peripecia que dejamos- aquella noche del brazo de Natalie descubrí el amor y Francia.
En mitad de tal idilio que me llevaba en volandas, la chica desplegó su ingenio, justo cuando le estaba dando un bocado a una patata.
Y señalaba con el dedo.
- Justo allí decapitaron a María Antonieta.

Texto agregado el 01-04-2021, y leído por 52 visitantes. (2 votos)


Lectores Opinan
02-04-2021 Buen texto! A ve cuándo podemos disfrutar de París. alberramira
02-04-2021 Me gustó el texto y las referencias que haces a la ciudad del amor. Saludos! Soulwritter
 
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