En el centró y extenso valle de la costa del Perú, en las riberas del Rímac y a 13 kilómetros del mar, don Francisco Pizarro el ínclito conquistador del imperio de los Incas, funda el 18 de enero de 1535 la ciudad de los reyes, en sus comienzos la ciudad solo tuvo la pequeña área de 214 hectáreas, de propia mano deslindo las primitivas 24 manzanas, formada apenas por 70 habitantes entre españoles e indígenas.

La ciudad de los reyes Lima tuvo un rápido desarrollo, su embellecimiento y ornato comienza con sus primeras edificaciones, en 1665 se le amuralla para defenderla del exterior, en 1690 se echaron las bases de los portales de piedra de la plaza de armas; cuando en 1796 se efectuó el primer empadronamiento de la capital, arrojo una población de 40,000 habitantes y una extensión superficial de 200 manzanas.

Cortada la ciudad a manera de un tablero de ajedrez, sus calles se cortan en ángulo recto, con una orientación general de NE a NO, lo que le permite tener siempre a cualquier hora del día una acera en la sombra, en los sectores más antiguos de la población las calles tienen un ancho uniforme de 11 a 12 metros, y un largo que varía entre 110 y 115 metros, la posición geográfica de Lima se encuentra situada al medio de América del Sur, frente al océano Pacífico, entre los paralelos 0º2’ y los 18º 21’34” de latitud sur y los meridianos 68º 39’7” y los 81º 20’13” de longitud.

Lima siguió creciendo en los siguientes siglos:

En 1,700 había 37,357 habitantes

En 1,820 había 64,000 habitantes

En 1860 había 100,000 habitantes

En 1903 había 139,000 habitantes

En 1930 había 170,000 habitantes

De 1535 a 1,934 la ciudad se extendió sobre 2,000 manzanas, quince urbanizaciones se formaron:

Breña, Manzanilla, Garden City, Huerta Rondón, Jesús María, Santa Beatriz, Chacra Colorada, Lince, San Isidro, Orrantia, Country Club, Balconcillo, Lobatón, Desamparados y Cerámica; todo el triángulo formado por Miraflores, Chorrillos y el Callao se agregó después.

La ciudad de los reyes Lima, cuya imagen de urbe se proyecta en la perspectiva de sus 486 años, por mucho polvo que el tiempo deposite en su pasado, en el caso de nuestra gran capital tal patina en lugar de ensombrecerla y sepultarla, tal como acaeció con otras grandes ciudades de otros tiempos, le da extraordinario vigor a su fisonomía que se yergue animada de un noble sentido de elevación, en esta hora magna, hora histórica y por tanto trascendental, la primera frase que me salta tiene que ser de rendida loa a la ciudad llamada por el destino a una luminosa trayectoria.

A ti Lima brava y hermosa

Que loca de ventura escandaliza

La suave estrella cándida

De los jazmines reales

O la teatral moralizante parra

Que en el grave murmullo de sus hojas

Dice al mármol desnudo de una estatua

La admonición severa

De una solemne platica

Y la cordial visión se ajusta

En dulce remembranza

De mi urbe adoptiva

Visión risueña de mi antigua casa.