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La señora que vive en casa

Ella es alegre, bonita, muy bonita, fuerte, decidida, adorable. Provoca un sentimiento entre maternal y una intensa sensualidad por dónde camina, creo que todos la miran y la envidian.
Se levanta todas las mañanas a la seis en punto, prepara el desayuno, atiende a los niños, los lleva a la escuela, se encarga de sus tareas. En el tiempo que los
chicos no están ordena la casa, prepara la comida, lava la ropa y la plancha, vuelve a recogerlos de la escuela. Es la primera en levantarse y la última en irse a
dormir.
Los niños la adoran, confían en ella, los más pequeños le cuentan sus travesuras y los más grandes sus aventuras, a veces hasta la llaman mamá.
El hombre de la casa no la tiene muy en cuenta, él está ocupado en otras cosas,
salvo en aquellos momentos en que la mira, la acaricia y se la lleva a la cama,
eso sucede de vez en cuando, el resto de los días es como si ella no existiera.
Él llegaba y lo único que le importaba era tener su cena lista e interesarse en sus cosas, así pasaban los días, los meses, los años.
Llegaban los cumpleaños y ella se encargaba de todo, hasta del cotillón el que hacía con sus propias manos, él llegaba cuando estaban por terminar, le fastidiaban. También le molestaba ir a las reuniones del colegio de los chicos, claro, iba ella, sabía cada pequeño detalle de ellos, no le transmitía a él preocupaciones porque solo obtenía como respuesta “encárgate” al igual que
cuando alguno de ellos se enfermaba, pasaba noches enteras sin dormir, cuidándolos, mimándolos.
Esos chicos eran su vida, los extraña, hay días que se siente sola, contempla tras los ventanales el patio que ella misma lleno de plantas y flores, las habitaciones se
volvieron tristes, vacías..
A veces de sus ojos cansados brotan lágrimas, piensa que rápido pasa todo y solo se reconforta cuando algunos de esos chicos, viene con su familia de
visita.
Ella estaba sola todo el día, aunque se encargara de lo cotidiano el día se le hacía largo, preparaba la cena temprano porque a él le gustaba cenar a las ocho,
comían silenciosamente, él se retiraba y ella se quedaba leyendo o mirando una película.
Que rápido había transcurrido el tiempo, esos niños ya eran adultos y habían formado sus familias, tenían sus hijos, el tiempo había pasado impiadoso, su
mirada inquieta se había vuelto triste. Recordaba sus anhelos de aventuras y porqué decidió dedicarse a la familia.
Quizás era tiempo de pensar en ella, en hacer cosas que la hicieran sentir que estaba viva, no tenía amigas, pero si había mucho aún para descubrir, hasta podía
sentir que alguien la mirara a los ojos y le dijera por primera vez te amo. Porque no? Tenía que animarse, no quería ser más la señora que vivía en esa casa.
Todavía conservaba su figura así que decidió ir a un salón de belleza, arreglarse el cabello, las manos, comprarse un perfume intenso como los que le gustaban, a la noche cuando regresó él estaba muy molesto, no tenía la comida preparada,
pero cuando la vio así, tan bella, lo único que pensó fue en llevársela a la cama, pero no pudo ser, el no rotundo de ella lo descolocó , se había dado cuenta que la amaba. Qué pena, demasiado tarde, ella no sentía lo mismo, toda la vida
se sintió ultrajada, despreciada, no valorada. Ahora ella era la fuerte, la que decidía.
Había comprado un pasaje a Paris, uno de sus viejos sueños, preparó
con entusiasmo su maleta mientras soñaba con les champs elysees, con una copa de vino y una baguette mirando la torre Eiffel.
Él observaba con tristeza la alegría de ella, ahora se daba cuenta lo que había significado en su vida y en la de sus hijos.
El vuelo salía a las ocho de la mañana del día siguiente, todo estaba listo, se sentó en la hamaca que tenían en el patio y contempló sus plantas por última
vez, una honda punzada le atravesó el pecho, el que apretó con sus manos en un susurro ahogado. Su cabeza cayó hacia un costado, justo el día que cumplían
40 años de casados.




Texto agregado el 29-12-2020, y leído por 61 visitantes. (1 voto)


Lectores Opinan
30-12-2020 Dificil comentar, las palabras no salen fácil...es que esta triste historia, tan bien desarrollada, conmueve hasta lo más intimo. Otorgo sin duda y con mucho placer los merecidos: ¡DOUZE POINTS! Abunayelma
 
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