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La comarca de las Cuevas

Fragmento del segmento Memorias Verdes de mi libro El Camino de mis Recuerdos de próxima publicación

---o---

Octubre de 1952 marco un hito en la historia de mi vida, tenia catorce años y meses, ya no era un niño ligeramente gordito, un poco mas alto que otros niños de mi edad, había madurado rápidamente desde que perdiera la virginidad hacia más de un año entre las manos --- piernas --- de Doris, a la que no le guardaba rencor pues al mostrarme las delicias del amor carnal me había convertido en un macho desenfrenado, sin conciencia ni escrúpulos y sin una gota de sebo en todo mi cuerpo, no creía ni en mi mismo y ahora por los avatares del destino habíamos abandonado la gran ciudad donde había trascurrido mi vida, para trasladarnos una vez mas y como cualquier otro gitano que se estime a un pequeño pueblito perdido de la mano de Dios.

Continuamos subiendo el cerro Carpish y cruzamos la Cumbre del Olvido en el distrito de Chinchao... donde la Serranía se separa de la Selva, a mis espaldas el paisaje típico serrano de pajas amarillas, Eucaliptos raquíticos y andenes construidos en los cerros hace miles de años para tener una franja de tierra plana --- en una topografía arisca para la vida humana --- donde cosechar la papa para el diario sustento... frente a el camión todo era verde inclusive los cerros cubiertos de follaje, bajando la carretera de rocas cortadas a pico cubiertas de líquenes, bellísimas Orquídeas nunca imaginadas y plantas parásitas de exuberante vegetación.

- ¡La Cumbre del Olvido! Comento Pedro el chofer.

Llamada así por el hecho comprobado de que quien cruzaba esa cumbre de arriba de tres mil metros perdía su identidad, su condición humana y de el no se sabía nunca más, en ese entonces no existía el túnel que posteriormente limito la subida a solo 2,690 metros sobre el nivel del mar.

- Parece que se esta bajando una llanta. Dijo Pedro.
- Voy a parar en el aserradero para arreglarla.

Continuamos bajando la ladera cubierta de árboles hasta un claro a la orilla de un caudaloso riachuelo, donde en una construcción destartalada con una rueda hidráulica que accionaba una inmensa cierra circular, se estaban cortando troncos de Caoba de un rojo intenso.

El camión se detuvo en un claro, junto a una pila de retazos de los troncos todos bajamos para estirar las piernas y permitir a Artemio parchar la cámara de la llanta delantera que evidentemente perdía aire.

- ¡Buenos días! Dijo esos dos metros de persona, hablando con una rara entonación, que por cierto no era francesa pues no se parecía en nada a la de Cotty.

- Veo que tienen problemas... ¿Puedo ofrecerles algún refresco o algo para tomar?

- Yo soy Pedro Limnosky Creo que ese era su nombre --- no es que me haya olvidado... simplemente no me acuerdo --- el Aserradero como toda edificación en la selva se veía precario y presto a derrumbarse, todo lo contrario que el señor bonachón, extrovertido y lleno de vida.

Nos invito a pasar a su casa que era una construcción de material noble, en la pared de la Sala ocupándola casi por entero, se estiraba la piel de un gran gato, con manchas marrones casi hexagonales, me la quede mirando con atención impresionado por su tamaño.

- Eso es de un Otorongo o Jaguar...
- Lo cacé yo mismo.
Me dijo el Ruso.
- ¿Le gusta la cacería? Continúo.

- Solo he cazado pichones hasta ahora. Le Conteste.
- Pero mi papá planea comprarme un rifle.

- Busca una carabina calibre .22, es buena para animales pequeños y medianos, no creo que nunca encuentres un Otorongo. Me aconsejo.

Se acercaron dos mujeres jóvenes... como de mi edad,

- Estas son mis hijas... Catalina y Anastasia, ellas vinieron conmigo de Rusia. Entonces era un Ruso Blanco --- denominación que surgió en 1917 cuando la Revolución Bolchevique triunfo en Rusia y obligo a los seguidores del Zar a emigrar en busca de lugares mas salubres, estos fueron muy bien recibidos en todas partes y algunos hicieron fortuna --- las chicas estaban buenísimas, bellísimas, altas, espigadas, de ojos zarcos y pelo claro casi blanco, con ellas ni siquiera lo intente... uno tiene que estar consiente de sus propias limitaciones.

- ¿Papi podemos ir a nadar a la Cueva de las Pavas? Pregunto una de ellas.

- Una cueva con cascada de agua? Pregunte en mi ignorancia.

- ¡No! Me contesto el Ruso.

- Es solo una quebrada profunda, por donde corre el riachuelo que mueve mi cierra, sucede que la vegetación es tan tupida que las copas de los árboles no dejan pasar la luz del sol, por eso la llaman cueva.

- Encierra la leyenda de las "Pavas de Plata", que es muy romántica. Dijo Anastasia.

- Si le gustan las cuevas... existen unas realmente interesantes. Comento el señor.

- ¿Cual? Pregunte yo.

La Cueva de las Lechuzas, esta localizada a seis kilómetros al sur de Tingo María se accede a ella por la carretera que conduce a Monzón.

- Es una gigantesca gruta de piedra de trescientos metros de profundidad, consta de tres salas con techos en forma de cópula de los que cuelgan estalactitas y estalagmitas.

- También la Cueva Castillo Grande, cinco kilómetros al norte y dicen que en la cordillera que forma la Bella Durmiente existe una que se comunica con la Cueva de Catalina Huanca en Cajamarca y que contiene todo el oro escondido del rescate del Inca.


- Dile al Dionisio que las acompañe por si acaso. Dijo el Ruso.

Al marcharse me sorprendió el parecido de Catalina con mi prima carnal Laurita.


Hija del tío Giovanni y la tía Laura, que viajaron con nosotros en el Giuseppe Verdi, la última vez que nos vimos era una mujercita de catorce años alta y muy bien empaquetada, hermosa cuando iba, pero un lomazo de la puta madre cuando venia... con un par de senos en el lugar preciso, del tamaño perfecto y de la textura indicada para satisfacer mis mas recónditos anhelos, vientre plano donde se percibía el monte de Venus... la perfecta justificación para el incesto.

Cuando nuestra economía se fue al carajó, con lo poco que quedo se compro un caserón en la calle Dávalos en el Barranco, donde fuimos a parar con todos los familiares de trabajaban en los negocios de mi papá, en esa finca ubicada en toda una manzana vivíamos bastante bien haciendo una especie de olla común... cuando tenia diez años la prima Laurita cayó con el sarampión y tuvo que guardar cama en el cuarto a oscuras mientras tomaba Tilo para sudar, como se estimaba en esos tiempos, yo que ya había tenido la enfermedad y por eso era inmune era el encargado de acompañarla, un día cuando ya estaba en el periodo de la seca...

- ¿Es verdad que tu tienes tu cosita como los perritos? Me pregunto.

Ella era solo un mes menor que yo, estaba en toda la curiosidad... como también lo estaba yo, comparamos los instrumentos y nos tocamos como cualquier otro chico normal, no hubo mala intención... realmente no sabíamos lo que hacíamos.

Cuatro años después cuando ya vivíamos en Jesús Maria y yo había sido violado por Doris con mi consentimiento, Laurita y su mami nos visitaron después de un largo tiempo sin saber el uno del otro, empezamos a recordar viejos tiempos, lleve la conversación al episodio del perrito y empezamos a besarnos y seguimos con tocarnos tu sabes... como dos primos.

La chica parecería que ya conocía la brisca y no le disgustaba jugarla, el sostén ya estaba suelto y el calzoncito a media pierna cuando se escuchó una discusión y la tía llamando a Laurita a gritos, ella se arreglo el vestido como pudo y salio donde su madre... había discutido con mi mamá y a Laurita nunca más la vi.

Así fue como me perdí el mejor polvo que nunca haya tenido oportunidad de tirarme.

A la prima, en la tarima
hasta que gima
y si es prima hermana...
con mejor gana


Cantar popular.

Texto agregado el 02-10-2004, y leído por 334 visitantes. (2 votos)


Lectores Opinan
14-10-2004 Como siempre.... mujeriego a carta cabal, pero bueno... que pasó con las rusas? Por lo visto le hiiste caso a Fresia. BZS. KaReLI
08-10-2004 Sigues escribiendo lindo, pero escribe uno sin mujeres. Mil besos. Por favor pon una foto tuya en tu pagina. Fresia
02-10-2004 Entretenido, sensual, sencillo, "interruptus" y bien descrito. El nombre de los parajes con alusión a vivencias y sentimientos, todo un acierto. azulada
 
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