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Inicio / Cuenteros Locales / Abunayelma / SECRETO (cuento a dos manos)

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Sara, todas las tardes se escapaba de su casa con algún pretexto. Le favorecía que era devota cristiana y ayudaba mucho en la Iglesia.
Vivía en una rutina apresurada para ganar tiempo. Sabía que alguien la esperaba, que la necesitaba urgentemente como punto de apoyo, consuelo y sustento.

Caminaba presurosa, asustada como si la vigilaran y se aliviaba cuando por fin alcanzaba el callejón estrecho de viejas casas que la conducirían a Virginia, su nieta, que para la familia y amistades, estaba muerta.

Aprovecharon su último viaje a Madrid, para traer unas supuestas cenizas por un accidente vial. Pacto convenido para ocultar su estado de gravidez, dado que su padre chapado a la antigua no le perdonaría ese error y seguramente, al nacer el niño, lo regalaría o mandaría a matar.

Alcanzó por fin a tocar la puerta de Socorro, una vieja amiga que le acogió mientras salen del trance en que se encuentran, entre el susto, el suspenso y la desesperación, aunado a la tristeza porque su novio Gabriel, fue a la guerra y lamentablemente regresó en un ataúd, quedando en el aire las promesas de ese gran amor, de una estabilidad, casamiento, aun en contra de Francisco, su estricto y amargado padre quien vive al pendiente de los convencionalismos sociales más que de lo que sentían los integrantes de su familia.

Socorro abre de medio lado la puerta y al ver que era Sara, la manda pasar rápidamente.
Entra sigilosa y en medio de la sala ve a un caballero muy elegante. Su mirada inquieta, hace que Socorro le explique que es un sobrino que terminaba de llegar de Austria y que venía en son de actividades comerciales. Razón por la cual, se iba a quedar una larga temporada.

Después de las presentaciones….nuestra asombrada Sara, no deja de percibir que su nieta no saca sus ojos, de aquel apuesto joven, que con sus correctos modales y una labia que envolvía a los presentes, relató a grandes rasgos el motivo de su llegada al país.
Entre otras reveló que necesitaría alquilar un pequeño departamento, pues no desearía ser una carga para su querida tía.

Después que el sobrino se retiró a la habitación recibida, para acomodarse, las mujeres aprovechan el momento para hablar de la situación engorrosa de Virginia, quien reconoce que tal vez fue un error el encubrir su embarazo, pues con la ya próxima llegada del vástago sería imposible continuar con la farsa, y ahora, más con otra persona más en la casa, quien sin quererlo se convertiría en un cómplice del secreto, pues Socorro, había puesto al tanto de los acontecimientos a su sobrino.

Entre palabras y palabras, manipularon una serie de posibilidades…y por último decidieron tomar una arriesgada solución, revelar a la familia la verdad, y atenerse a las consecuencias.
Ahora deberían resolver quien se animaría a enfrentar a Francisco…y en eso estaban cuando reapareció Gustav, el sobrino, quien alcanzó a escuchar la última parte de la conversación y largó al aire…

-Yo me podría encargar del asunto, no tengo problemas, lo que sí debemos fabricar un plan para justificar mi presencia y razón de ser yo, quien le dé la noticia, ¿Qué se les ocurre?

Las mujeres se miraron entre si y sus rostros demostraron sorpresa. La verdad que no habían pensado ni imaginado que Gustav se prestaría para ayudar a medio resolver esta engorrosa situación que se tornaba más que preocupante, angustiosa. Las tres se sentían como en un laberinto o un túnel sin salida De pronto, sus rostros se iluminaron ante la voluntad, bondad, espontaneidad, sinceridad, complicidad del sobrino de Socorro.

Después de mucho conversar, acordar y concretar, decidieron que Gustav se presentaría en la casa de los padres de Virginia y que explicaría la situación y consecuencias de sus inventados amores, como una forma de tapar el error, la muerte del padre del niño, honrando de esta forma a la susodicha que no contaba con lo que se suscitó y tiró por la borda los bellos planes que tenía la pareja.

Lo cierto es que nada se da o hace desinteresadamente; resulta que Gustav, bien preparado y asesorado por su padre, avezado empresario, con larga y comprobada experiencia, siempre recalcaba a su hijo, que en todo momento, deben aprovecharse las oportunidades que se aparecen en el camino, y lograr sacar tajada en cada situación de la vida.

Al comprobar la complicada encrucijada que deberían afrontar la amiga de su tía y su nieta, captó en el aire como ayudarlas y a la vez, salir beneficiado, interviniendo como enlace y promotor de una conciliación entre los miembros de la compungida familia.

Se concretó un primer encuentro entre los padres de Virgina y Gustav.

Éste se presentó en la casa de don Francisco, y luego de los saludos correspondientes, abarcó, sin grandes preliminares, la exposición de los hechos.

Francisco y su señora, asombrados por los datos, no podían dar crédito a la revelación escuchada. Gustav, en forma pausada, trató de apaciguarlos.
En un primer momento, ellos fueron reacios, pero la insistencia del proveedor de la buena nueva, logró finalmente, convencerlos de aceptar los hechos y recomenzar una nueva etapa.

Y luego de concretar el encuentro de toda la familia, para el día siguiente, agradeció la buena disposición de los padres y abandonó el domicilio.

Mientras regresaba a la casa de su tía, contento con el éxito de su labor, su mente comercial comenzó a elaborar los pormenores de su plan.
Ya se habla logrado lo más difícil en el primer paso, cuestión que generalmente resulta imposible. Su poder de convencimiento, frente a su labia, presencia, educación y buenos modales, se amoldaba a las costumbres y tradiciones de esa familia. Por encima de todas las cosas apremiaba la honra de la joven ante el qué dirán, las apariencias y el convencionalismo.

Gustav llegó contento a la casa de su tía Socorro, les dio la buena noticia y todas respiraron profundamente como en gesto de alivio ante tremenda preocupación.

Empezaron los acuerdos en varias visitas consecutivas de Gustav con los padres de Virginia, primeramente; para reaparecerla después de la anunciada muerte y para ello inventaron que las cenizas enviadas no eran de ella, que llegaron por equivocación de la morgue, porque en ese accidente también había fallecido otra joven y que Virginia padeció de una leve pérdida de la memoria por los duros golpes que sufrió al producirse el choque, generando contratiempos, espera y demora para que alcanzara su verdadera lucidez.

Mentiras que se vuelven un rollo pero que favorecen a los interesados convertidos en actores trágicos.

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Lo cierto es que, en aquellos días, Virginia y Gustav se encontraban atareados con los preparativos nupciales. Entre risas y acotaciones al margen, estaba la flamante pareja ocupada en la confección de la lista de invitados; eran momentos de euforia acompañados de alegría, ante el gran paso a efectuar, Gustav aprovechó la ocasión para compartir con su futura compañera de la vida, una idea que ya hacía unos días trataba de consolidar, y deseaba que ella opinara participando así en sus dudas y por menores.

Y este era el proyecto: formar una empresa familiar, a semejanza de la que estableció su padre en Austria, pero esta vez, aquí junto al padre y hermanos de Virginia y quizás algunos primos cercanos que quisieran participar en la misma, que estaría dedicada a la construcción, ramo en el cual el poseía grandes conocimientos, y que además, en su momento, podría asesorarse con su padre.

Sin duda, una vida placentera y un asegurado futuro aguardaban a la feliz pareja.
Y se vuelve a cumplir aquello de…”no hay mal, que por bien no venga”

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Autores
Trina Mercedes Leé Montilla de Hidalgo (Venezuela)
Beto Brom (Israel)

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*Registrado/Safecreative N°1703271259540

Texto agregado el 06-06-2020, y leído por 79 visitantes. (1 voto)


Lectores Opinan
07-06-2020 Felicidades pues hacer un trabajo en conjunto no es fácil, abrazos y estrellas nelsonmore
06-06-2020 El argumento y la trama están bien. En líneas generales es un buen cuento. Felicitaciones a los dos por ello. Pero, hay muchos errores de redacción, por ejemplo, faltan los sujetos de la acción en: “Aprovecharon su último viaje”, “Alcanzó por fin a tocar la puerta”. Error en los puntos suspensivos: son 3 con espacio seguido. // Cada cual por su cuenta hubiera leído el texto final y corregido los errores, o dárselo a terceros para que opinen antes de la publicación. Saludos cordiales. Enrique_Orellana
 
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