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Es el día ciento cuarenta y dos.

No hay colores en la ventana desierta y las sirenas ya no marcan las estaciones porque perdimos el tiempo de los meses y el calor del sol hace tanto que contar es innecesario. Los vehículos ya no encienden y el mar es siempre negro excepto cuando la luna aparece entre las nubes constantes que marchan esperando que desaparezcamos de una vez por todas.

El hombre sale a caminar y no sé si volverá. Pocas fotos tienen el brillo suficiente para recordar los detalles bonitos que tenía su cara y la mía al mirarnos. Y hoy se mantienen guardadas por lo general en mi mente porque ya ni palabras cruzamos, estamos mudos y perdidos en este horizonte rojo y azul que tiñe las calles que se combinan moradas.

Estamos al borde de la extinción y te echo de menos. No sé dónde te fuiste o si te llevaron. Lloro constantemente con tu nombre en mi boca y trato de recolectar las lágrimas para que no se me partan los labios. El viaje será largo, asumo. Largo y desconocido.

No hay caso esperarlo, sé que no volverá. O al menos no su cuerpo, porque su recuerdo vuelve de vez en cuando. Es extraño sentirlo de esta forma inmaterial y al mismo tiempo importante. Fue significativo, pero estábamos cansados. Quizá muy acostumbrados.

Veo a través de mi casco el polvo y la basura volando y las palabras de los periódicos de hace muchos años ya no valen el precio por el cual se pagaba. Necesito un respiro y arriesgarme a abrir la escafandra me llena el cuerpo de un escalofrío de terror y placer. La muerte está ahí a centímetros de mis sentidos, mas me petrifico al cerrar los ojos por un momento.

Pongo los pies nuevamente en la tierra, miro mis brazos adormecidos de cargar con tanto peso dentro de este traje tan ajeno y propio a la vez. El miedo se fue hace un rato, pero lo sigo viendo. Lo busco a ratos para cuestionarme si aún no he muerto. Y al fondo del camino una estructura deforme e incendiada me indica el final del trayecto.

Aquel hombre casi desconocido que he estado buscando es mi hermano que ha desaparecido y lo incendiado es mi nave completamente destruida. No tengo salida. Estoy acabado.

Texto agregado el 05-06-2020, y leído por 49 visitantes. (0 votos)


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