A una caja de regalos sellada y con una cinta hecha moño se le llama sorpresa. La costumbre de regalar cosas es sin lugar a dudas un acto de generosidad y alegría. ¿Qué podemos esperar de esta conducta que es mantenida por corazones nobles o pensamientos altruistas? Pensemos en cinco razones no como formas únicas sino como sentimientos aleatorios que invaden el gesto de un ser vivo: AMISTAD o AMOR.
Por amor se regala joyas o ropa.
Por amistad se regala una torta.
Por amor se regala un órgano vital (donación).
Por amistad se regala un buen consejo escrito.
Por amor se regala la vida misma (dicen que el matrimonio es una cajita de sorpresas).

La tecnología regala esta caja con ruedas.

LAS AMBULANCIAS

La ambulancia acelera sobre la autopista con rumbo al norte y su sirena de azuladas luces intermitentes, advierten a los demás conductores que deben tener un instante de humanidad, un momento en el cual, deben abrir un espacio para que ella pase sin tantos contra tiempos. Inclusive un semáforo en rojo no es obstáculo suficiente, para impedir su libre carrera hacia el hospital o la clínica. Desde el bus articulado de Transmilenio las veo pedir ruta al invadir también, el carril exclusivo para este tipo de transporte público masivo.
Salvar la vida de una persona: esté enferma o herida es la primordial tarea de los paramédicos que asisten al llamado urgente en pro del necesitado. Pero ello no incluye conducir la ambulancia por las aceras o andenes y causar lesiones a los transeúntes que esperan o caminan confiados. Las reglas de movilidad vehicular han asignado a los bordes de las carreteras como paso peatonal. Si de esta manera se nos presenta con crudeza la caja con ruedas, ya no se estaría salvando vidas por el contrario se estaría actuando negligente.
Acabar la vida de una persona, entonces sería el sinónimo de ambulancia: el paseo de la muerte, la espera eterna, y los que nunca llegan cuando se les llama y si llegan ya es tarde. Al escuchar su sirena lo que pensamos con tristeza es que alguien se encuentra luchando para aferrarse a la vida. La sorpresa se hace efectiva cuando llevan a la persona al hospital o a la clínica aún con vida y el médico experimentado la devuelve a su hogar ya de un todo recuperada. Este objetivo sobre ruedas, entonces sería una anhelada bendición.
Nos queda poner de nuestra parte para vivir un poquito mejor, sabiendo que las urgencias en las clínicas y en los hospitales son un caos y que las ambulancias en su gran mayoría están dañadas en los depósitos. Otras están desprovistas de medicamentos y aparatos modernos. Las que circulan o funcionan van atropellando a los que no necesitan ser transportados por ellas, entonces cuando veamos a una ambulancia apartémonos porque su lema es “SALVAR O MATAR”.