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(Little love)

uno

El niño comía su cereal hincado sobre la alfombra, imaginando una confrontación naval entre dos escuadras de hojuelas azucaradas en medio de un océano de leche. Mami acababa de ponerle ropa de salida porque irían juntos de compras al mall. Estaba peinadito y lucía un fresco olor a colonia de niño. Mami ahora estaba dándose un baño antes de salir, mientras él miraba a los power rangers en la televisión. Al lado del tazón de la leche, las galletas flotaban amontonaditas sobre el platillo.

Su madre mientras tanto tarareaba en la ducha el cd de Morriset que había puesto en la radio y él en cambio, veía morir en la televisión al enorme mostruo cibernético bajo la mano poderosa de sus super héroes.

La tarde transcurrió tranquila. Después de los power rangers vinieron los rocket powers, y luego plaza sésamo. Mami comenzaba a tardar.

dos

Ya era de noche y la habitación estaba apenas iluminada por el resplandor de las imágenes cuando mami entró de nuevo con su silueta haciendo sentir los tacones sobre la madera del piso. Sin demora el perfume que llevaba puesto desbordó la pieza y se colgó de las paredes. Por los movimientos que se le escapaban secos y nerviosos en la penumbra del aterdecer se podía presumir el apuro que ella tenía. La madre prendió la luz y se quedó mirando al niño.

Cuando el niño vio que mami estaba vestida como las actrices de cine que aparecían en el cable, su admiración fue extrema. Ella se veía hermosa para él; mami se mostraba como una chica guapa, con sus labios de frambuesa y caramelo blanco. Con la cartera burdeo de charol que colgaba de su brazo ella parecía una muñeca como las de sus compañeritas en el jardín infantil y toda una top model. Nada tenía que envidiarle a las chicas hermosas de la sección perfumería del mall, donde acostumbraba ir su progenitora a comprar todos sus cosméticos. Mami lucía impresionante y antes de salir a la calle el pequeño hombrecito le pidió que fuera su novia durante el paseo al centro comercial.

tres

Sentado en el asiento de copiloto y hundido y amarrado por el cinturón de seguridad del coche, el niño se fue admirando todo el trayecto la belleza de su madre quien de pronto y como en un encantamiento, se había convertido en la princesa del cuento. Era él su principe encantado, capaz de desemvainar la espada láser con tal de salvarla de todo mal o amenaza que pudiera aquejarle.


(Al unísono)

uno

Se bajó en la estación República del metro. Frente a la boletería se puso a esperarla con los ojos hacia adentro. Había concordado juntarse con ella después de clases. Afuera la lluvia copiosa inundaba completa la ciudad y los puestos de sopaillas fritas de la Alameda hacían nata con los hambrientos santiagüinos.

Cuando la vió llegar estaba embuida entre los trenes que iban y venían como anacondas por el río. Presurosamente corrió a su encuentro. Después de un par de besos caminaron juntas por la avenida Brasil hasta dar con la pensión donde una arrendaba una pieza. La antigua construcción de cemento y madera parecía un caserón betusto, húmedo y podrido. Cubiertas con un solo paraguas las amigas tenían una excusa para sentir sus cuerpos mientras caminaban y hablaban de cuando eran niñas; de lo campeonas que eran las dos con el ula ula; de las raspadas de rodilla jugando al luche; del cantante favorito de cada una, ese medio rubiecito y guapo de otro país; y del mino más rico de la universidad que recién había entrado ese mismo año. Las amigas eran felices juntas compartiendo todos los temas (los hondos y los no tan hondos) y hojeándo todos los catálogos de ropa que una de ellas tenía costumbre de coleccionar, o viendo películas en dvds piratas.

Dos.

Más tarde siguieron juntas, el frío las metió en la cama, vieron las telenovelas juntas. Para abrigarse trenzaron sus piernas para hacer calor. Después vino el calor y tras el calor, se las vió hincadas y desnudas, muertas de la risa jugando con las manos como cuando eran más niñas. Entre los envoltorios de chocolates desperdigados sobre las sábanas deshechas, las palmadas sonaron fuerte y coordinadas en la habitación...al unísono:

'¡¡Terrome, terrome, te sic, te sac, terrome terrome, te pum...terrome, terrome, te sic, te sac, terrome terrome, te pum!!'

Tres.

Entrada la noche vino el retorno a casa, antes estuvieron metidas en una animada conversa sobre todo el mundo. Depilaron sus piernas con cera caliente. Antes de salir a la lluvia de nuevo, vino la despedida de besos en las sombras.

Texto agregado el 01-10-2004, y leído por 558 visitantes. (8 votos)


Lectores Opinan
05-10-2004 Estan buenos, aunque me quedo con el primero, pues me recuerda muchas cosas, sigue asi, besos DIOSAPERSEFONE
03-10-2004 Como Ángela me quedo con el primero, que puede existir mas tierno que ese amor? hay cosas dificiles de contar con palabras, entre ellas estos tipos de amor, supongo que por eso estas minis parecen dos estampas a todo color. Sobre el segundo puedo asegurar que no anda muy lejos de la realidad. Magnificos burbuja
02-10-2004 los dos son geniales.... en el segundo nos das un guiño de esos a los que nos tienes acostumbrados, tan lleno de ingenio, pero me quedo con el primero, lleno de un cariño conmovedor y arrasador. El del amor que se idealiza en la madre. Estupendos. anapolar
02-10-2004 Ey! Una sugerente mirada al íntimo mundo del Club de la pequeña Lulú. Lo que me perdió un poco fueron esas piernas entrelazadas que supongo que es algo como la entrada al baño en conjunto. No sé, creo. En el fondo y resumiendo me gusta cuando los hombres dan su versión acerca de los hechos. anemona
02-10-2004 Dos historias de lo cotidiano, siempre dibujadas de gran manera por tu pluma. Gabrielly
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