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Ella fue apodada "Mujer de humo" en la Facultad, porque parecía inalcanzable,... Sí, era buena amiga, pero esto es otra cosa. Para el amor, era inalcanzable.
Cuando por fin vivió su primer contacto sexual, el amante comenzó a susurrarle: "¡Diosa mía!", "¡Diosa mía!". El acto entonces fue puesto "en pause" por Elia.
Elia apartó su bellísimo cuerpo y reprimió un grito."Dios solo es Uno, Dios". "No puedes llamarme Diosa a mí", le explicó sus argumentos en el tono más suave que fue capaz, porque estos argumentos se escapaban ya de la garganta, del interior, de su arraigado sentir, con una vehemencia radical.
Tras retomar la actividad amatoria, Elia se sintió muy bien, y no ya por las oxitocinas u otras hormonas que segregase su cerebro; sino por sobre todo, a causa de experimentarse a sí misma en una nueva realidad, en una dimensión más humilde.
Porque se sentía tan valiosa como mujer, que no encontraba a varón digno de ella y se su posesión.

Un hombre, de carne y hueso, le había abierto el acceso a la humanidad, a esa humanidad que, en esa entrega total, ella siempre se negaba a concederse, a admitir.

Texto agregado el 19-02-2020, y leído por 138 visitantes. (10 votos)


Lectores Opinan
24-02-2020 ¡Me gusto! MARTILU
20-02-2020 Me recordaste "La chica de humo" de Emanuel. Buen trabajo. Saludos desde Iquique Chile. vejete_rockero-48
20-02-2020 —Acostumbramos a valorar el amor desde un pedestal divino e incluso sagrado basándonos en el éxtasis que se puede llegar a conseguir en el acto sexual, aún considerando que no siempre es así, pero no debemos olvidar que en todo momento somos animales y por ende sujetos dependientes de instintos y deseos de complacencia y satisfacciones que alimenten el ego natural y el morbo particular de ambos sexos por igual. vicenterreramarquez
20-02-2020 Entre los cientos de historias que mis pacientes me confían hay un hilo conductor, un elemento común que nos identifica como seres humanos: el amor rescata, purifica, templa el espíritu y engrandece la esencia. Paradójicamente, esa grandeza se concentra como un puño cerrado y el enorme trozo de carbón se convierte en diamante. Admiro tu razonamiento y abstracción. -ZEPOL
20-02-2020 Ella también se reconoció de carne y hueso, finalmente, para disfrutar del amor, de la amistad, de todo lo hermoso que hay en la vida. Muy bien, Daiana. maparo55
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