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Eva Altamira era fonoaudióloga, practica y dominadora, siempre terminaban bien todos sus proyectos.
Esta vez su meta fue conquistar a Esteban.
Este era alto, fornido, con decididas canas blancas en su barba y bigote, que llevaba con altivez y una masculinidad rayana en el machismo más absoluto, en esta era de la de “ni una menos”. Mujeres había decenas en su haber, es que era un seductor empedernido y lo sabía. Esteban a estas alturas vivía con Noemí en pareja, cuya relación ya se estaba desmigajando, y sin Hansel y Gretel para reconstruir el camino.
Eva estaba decidida a salir con Esteban. Se paseaba con escotes profundos frente a la escuela donde él trabajaba de profesor de física y química. En este verano se colocó sus shorts más cortitos, color rojo y sandalias de taco color fucsia, Tan llamativa estaba que no había nadie que no notara su presencia.

De tarde el caminaba por el circuito del polideportivo, y ella se calzaba sus zapatillas Nike e iba tras él. Ella terminaba de trabajar y ahí empezaba su cacería.

El primer viaje que hicieron juntos fue a Colon y Esteban le dijo a Noemí que haría un viaje de estudios, un congreso en la localidad de Colon, por si lo quisiera localizar con el GPS.
No sospecho nada.
Noemí a veces intuía que Esteban se estaba alejando, pero supuso que habiendo trabajado antes de mecánico, sucio y grasiento, ahora le dedicaba horas a la enseñanza y también a sus alumnos.
Así comenzó la relación íntima y tortuosa de Eva y Sebastián,
Fueron 8 años de conocer nuevos parajes, ciudades, puertos, paisajes,
Navegaron el gnomon por el lago Lacar y aparcaban en lugares recónditos en soledad, a alejadas de las miradas para hacer el amor con furor, como si perdieran la vida a cada instante.
No hay nada mejor que una mujer mojada después de andar en bote, con la ropa pegada al cuerpo, para despegársela de a poquito.
Instantes de frenesí a la sombra y luego al sol para secarse la ropa y los instintos más salvajes.

Esteban fue su esclavo, sumiso, cumplía todos sus deseos, órdenes y pedidos. Un karma interior lo obligaba a complacerla para expiar viejas culpas del pasado. Hacía siete años había fallecido su hija a los diecisiete años debido a una malformación congénita del corazón, de la que él se sentía culpable, por no hacer todos los tratamientos correspondientes, y seguir estrictamente lo que le ordenaban los medios, sin discutir, sin tener fuerzas para otras consultas. Tal vez otro hubiera sido el destino de su hija.

Al conocer a Noemí se sintió reconfortado, porque ella le tenía compasión y una capacidad de amar inconmensurable.
Así pues, Noemí quedo sola, sin Sebastián, y Sebastián se quedó con toda la anatomía de Eva y sus más extenuantes deseos, que durarían hasta expiar ciertas culpas, que a veces, ni se curan con el tiempo.

Texto agregado el 28-01-2020, y leído por 78 visitantes. (2 votos)


Lectores Opinan
30-01-2020 ¡Cómo has escrito amiga!! Y yo tan lejos... También te quiero y lo sabes. rhcastro
28-01-2020 Interesante historia...con un dejo de tristeza y sinsabor. MUY BIEN DESARROLLADA (van *). Abrazotes, amigaza Abunayelma
 
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