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Por instaurar una demanda contra un brigadier, me sentenció a muerte. Como si la ley no aplicara para estas ratas de cinco soles. En otras oportunidades había logrado desviar investigaciones sobre malos manejos en la caja de pensionados. A veces la misma justicia les ayuda para que sigan en la impunidad absoluta, como si ser militar significara ser de mejor raza, por eso siguen haciendo de las suyas con la plata ajena, ya que quieren pasar de agache ante la justicia. Está bien claro que descienden de ratas.

En Colombia todo es posible pues en elecciones votan hasta los muertos, en Colombia otorgan pensiones sustitutivas a personas que nunca conocieron al muerto, después que las otorgan se reparten los dividendos, no sin antes dejar resoluciones ejecutoriadas. Lo más grave del asunto es que los que hacen estos fraudes, son personas con más de setenta años de edad, se ve a las claras que no aprendieron nada en tanto tiempo de existencia, en la vejez debe llegar la sabiduría, pero no, a estos no les llegó ni les llegará pues su obsesión es robar y robar antes de irse para la tumba, eso no lo llamo maldad, lo llamo estupidez, a la hora de morir no nos llevamos nada. Si de mi dependiera mandaría a fusilar a estos sinvergüenzas que no pasan de ser basura humana, a quienes los han condecorado infinidad de veces, cuando en el fondo son unas ratas.

Yo sabía que debía cuidarme porque estos cobardes atacan siempre por la espalda. A pesar de los riesgos que esto implicaba, yo no estaba dispuesto a quedarme encerrado para siempre. Por una razón u otra tenía que salir, ya sea a comprar el pan, las frutas, el pescado, la leche..... Tenía que salir a control médico, también tenía que salir a pasear con mi perro para que no se estresara.

No estaba dispuesto a darles gusto, a convertirme en prisionero en mi propia casa. Al comienzo me daba mucho miedo salir. Cada que salía siempre regresaba a ver atrás, como si un sicario me persiguiera y apuntará a mi cabeza. Esa sensación fue desapareciendo poco a poco, hasta desaparecer pro completo. De no haberlo superado, me habría convertido en un paranoico. La vida siguió normal con todas mis rutinas. Iba a la biblioteca departamental a leer pues soy un afiebrado de los buenos libros. También iba al río Pance a bañarme, como a Jamundi a visitar a mi hermano y unas amistades que tenía allá, en ese hermoso municipio del Valle del Cauca. Todo iba por donde debía ir, el proceso sobre rieles, ya estábamos esperando la primera audiencia, ya habíamos presentado la demanda, pero un día las cosas cambiaron. Un día salí a trotar muy temprano, el día estaba nublado, pero eso no fue inconveniente para salir a correr con mi perro. Tal vez serían como las siete de la mañana y cuando me dirigía hacia las canchas panamericanas, que están ubicadas a pocas cuadras de mi casa. Mi perro es un pastor alemán al que tengo bien cuidado y al día con todas las vacunas al. Desde que era apenas un cachorrito le enseñé a ser fiel en las buenas y las malas, además le dí buen adiestramiento pues soy adiestrador de perros y profesor de literatura y como cosa curiosa, quienes mejor asimilan las lecciones, son los perros, los alumnos nunca ponen en practica los conocimientos y lecciones impartidas en los salones de clase.

De un momento a otro mi perro se puso inquieto, como si hubiera olfateado el peligro, mi perro no se equivocaba porque al rato un par de jóvenes desde una moto me dispararon, parecía que eran novatos en las lides del sicariato y en el manejo de armas de fuego porque no me alcanzaron con las balas, vinieron a impactar en el cuerpo de un señor que pasaba por el lugar, quien se desplomó al suelo de inmediato, le dieron en una pierna. En el parque del templete hay arboles de tronco muy grueso, me refugié tras de uno de ellos, saqué mi pistola y herí a uno de ellos. El otro aprovechando el caos se dio a la huida en la motocicleta. Mi perro salió corriendo tras de este joven delincuente. Los habitantes del sector abrieron las puertas de sus casas para ver qué había pasado, otros apenas abrieron las ventanas, por temor a ser alcanzados por alguna bala perdida.

Yo salí corriendo también tras de mi perro, como a las cuatro cuadras, el sicario tuvo que detener la moto porque el semáforo cambió a amarillo luego a rojo, tiempo más que suficiente para que mi perro le diera alcance, de inmediato saltó sobre el asesino a sueldo, el asesino intentó sacar la pistola, pero mi perro ya le había mordido la cara, luego el cuello, también el brazo. Al instante brotó la sangre porque si algo tiene en buen estado son los dientes, los tiene muy sanos porque cada dos meses lo llevo a que le hagan profilaxis y le mantengan en buen estado sus colmillos. Al instante brotó la sangre, el sicario y mi perro estaban en el piso, a pesar que le ordené que no le hiciera más daño, mi perro seguía mordiendo por donde podía al sicario.

La policía llegó al rato, el joven aun estaba con vida, con gran esfuerzo lograron apartar a mi perro, si no lo hacen, le hubiera clavado los colmillos hasta en el alma, porque estaba preparado para acabar con cualquiera que me atacara. Al rato llegó una ambulancia y se lo llevaron a la clínica más cercana. Lo sometieron a varias cirugías reconstructivas y lograron salvarle la vida. Cuando se recuperó lo interrogaron los policías, el interrogatorio fue a solas, ningún médico ni enfermera estuvieron presentes. Las cámaras de televisión instaladas en el parque grabaron todo lo sucedido así que le quedó difícil negar los sucesos.

En el interrogatorio dijo que el brigadier fue quien lo mandó a matarme, le había pagado dos millones de pesos, después de consumado el delito le había prometido otros dos. Quienes realizaron el interrogatorio se comunicaron pronto con el brigadier, quien les dio la orden de matarlo, en un vaso de agua le echaron cianuro y le dijeron que se lo tomara, además le dieron una pastilla para dormir. El sicario se tomo el agua y también se tragó la pastilla. Después que se marcharon llegó una enfermera y al verlo dormido siguió de largo, pues creyó que todo estaba normal y que ya no corría riesgo de muerte. A la mañana siguiente lo encontraron muerto, lo llevaron a medicina legal para que le hicieran la necropsia. El médico forense redactó un informe donde decía que murió de un ataque cardíaco y como consecuencia de las heridas causadas por mi perro. Los policías en un informe que entregaron a los superiores decían que mi perro es muy peligroso, para mi desgracia, lo mandaron a sacrificar. Yo lloré, lloré y lloré, pues mataron a mi mejor amigo. Las ratas siguen reproduciéndose todos los días, la justicia las alimenta a diario y las mantiene gordas.

AUTOR: PEDRO MORENO MORA
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Texto agregado el 12-09-2019, y leído por 170 visitantes. (5 votos)


Lectores Opinan
13-09-2019 Y tu fiel perro no hizo más que defenderte yosoyasi
 
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