TU COMUNIDAD DE CUENTOS EN INTERNET
Noticias Foro Mesa Azul

Inicio / Cuenteros Locales / freddy50 / Beto banderín de River Plate.

[C:597445]

Hortensia: Cuando el sol desvirtuado en actitud grosera llegue a calentar como pava hirviendo, ya lo verán, la tierra de castigo se va a detener, cual aquella luna pálida e insinuante, o quizás por piedad dejará de rotar sobre su eje para darnos una última posibilidad antes de la zancadilla; únicamente así podremos sobrevivir apiñados en la cara de la sombra, la otra porción de una zona de la existencia; y por eso estuve sacando cuentas, de si luego del rostizado a media astilla, logramos sobrevivir unos cuatro mil millones de habitantes, para manejarnos en la economía de todos los días, a lo mejor con unos cien dólares por mes solamente podríamos zafar; que con tan solo cuatro cientos mil millones podríamos llegar a tener un buen nivel de vida generalizado; regio decoro con pasta gringa.
Vaya por fin ha regresado a descansar un poco, Don Ignacio, tengo algo importante que decirle; hágame el bien y quédese conmigo a tomarse un respiro, mientra escucha esta sugerencia vital; no se asuste, pero eso si, mantengamos los cogotes cruzados formando un rinconsito; vamos, suelte un momento la carretilla, en esta recién posta prometedora del primer camino; ya lo verá, ésta información escencial será como una bifurcación del suspenso convertirdo en intrucción relajante. Le pido saquemos las caras hacia el recobeco, para despacito conversar a muy bajos desiveles. Y por favor no me ponga esa cara de sordomudo, pues en esta trinchera triángular, de cebras invasoras, tiene la suficiente acústica como para sus pantallas agujereadas escuchar lo suficiente; démonos prisa entonces, pues para el principio del fin de todo solo falta un suspiro al cuadrado; y permítame, si en verdad desea estar correctamente preparado para la tan mentada coronación, a tono con las cirscunstancias de tamaño evento, permitirme cual deber instruirlo en oficiar de maestra ciruela en evitarle sendos papelones futuros; que por más viajado que usted sea estoy segura que esto ni ahí que lo conoce. Y en confiado exabruto detenga la tarea de terminar el pozo, dejando la carretilla y el balde a un lado, en dando paso al permítame dos minutos de magistral cátedra facultativa; haber, veamos, como para informarlo por si no lo sabe y de rebote contamina el discurso del festejo póstumo; necesito su debida atención. Entonces por la ecuación del día a día, y la tanta experiencia que usted me brinda en volatilizar de la oscuridad el zambear del triunfo, rehogando la urticante ansiedad en atinada devolución, me permito recordarle, o tal vez enseñarle, y en tal caso no se averguenze, o simplemente si estoy deshubicada de antemano solicitar indulto; pues quiero hacerle saber por si no sabe, o de tonto cabeza de alcachofa no lo halla aprendido, que el tan mentado, peso, con frecuencia invocado en requerirle a la vida cotideana más o menos cantidad, el influyente tema del peso en cuanto pesar gramos o toneladas (Aun recuerdo cuando utilizábamos la grúa para darlo vueltas en la cama); especie de ícono metido todo el tiempo entre sábanas y en las nuestras conversaciones, en realidad está vinculado con la fuerza gravitatoria que nos tira para el centro de la tierra; y se mide en equis cantidad de newtons; en cambio, la masa, cantidad de materia de un cuerpo, ésa sí se mide en kilogramos; siendo dos cosas tan distintas como dos personas metidas dentro de un par de disfraces de cuadrúpedos a rayas. Y además quiero informarlo, que existe registrado un hombre como usted, pero que llegó a pesar la friolera de setecientos kilos, de masa corporal terrícola; pero no sé me amarge, Ignacio venerado, pues todo el mundo bien sabe que lo suyo es un record equivalente a una excursión hacia Plutón, de ida y vuelta, habiendo consistido en partir desde unos pocos kilos y luego de aumentar hasta quinientos, obligatoriamente teniendo que regresar al comienzo, igualito a cuando estaba con sus setenta y ocho kilos actuales ¡Y lo ha logrado caramba! Y eso es lo que cuenta; entonces la ley de la gravedad también comprende a esta nuestra relación en veremos, donde cual un mosquito no hago otra cosa que girar en su órbita; y precisamente los mosquitos, aunque tengan alas e independencia, con relación a los humanos, también están afectados a una especie de gravedad; y si aun nuestra sangre fuera de escremento, igual ellos se estamparían con aguja a nuestra piel queriendo magnetizar el propósito de dejarlo aclarado, que para nada son electrones presas de los átomos, sino por fin seres vivientes producto de una acumulación de cierto tipo de materia atómica, selecta e inteligente; y asi en la propio origen empiezan a querer diferenciarse del núcleo atómico, adquiriendo una identidad viviente, y desafiante; y tanto fuerte es el asunto en el sentido de los sentimiento que por fin se plasma en el hecho patético de picarnos con sus agijones de vetustas púas. Todos estamos cargados de magnetísmo y por ello el pez gordo se traga al chico. En las confrontaciones bélicas al morir muchos varones, las mujeres que quedaron hicieron honor a aumentar la demografía nuevamente; y ahora a nosotras también nos toca ser soldados y con más razón debemos de fagina bregar por la no violencia. Pero espere, espere; tengo otra sapienza; bueno está bien, váyase, pero no olvide que tenemos la madrugada en los talones y ante la claridad inicial se verán todos los defectos.
Oh madrugada, infusión de la mañana (¿A mi me vienen hablar de astinencia?), feroz latencia de porvenir gélido, retardada noche de indefiniciones cortantes, en olas impresionantes de brisa constante, a instancias de una morocha claridad imperante; princesa partitura del fechado calendario, bordeando el año veinte veinte, en nuestra época del milenio de reciénsito entrado al flamante siglo veintiuno; y ya antes desde la venidera década ilusionada, un pilote como para amarrar los acorazados de apagar los incendios forestales; que si te digo muero, por el pícaro remanzo imperante, te miento, como tus acordes me suenan a retardados fotones que antes de iluminar caducan; que si por el contrario te digo, estoy por demás expectante, de esperar impaciente, mientras tanto mi abocado señor, regrese nuevamente, de hacer este cráter gigante, allí si no te exagero, ahí en acertar nimiedades de mis ansias de apresto incómodas de suspenso. Y al margen de psicológicas calificaciones al susurrar de mi voz también estoy muy exitada, de los exentos de alarmas de patrulleros que por suerte tenemos, en esta estancia plural donde la virgen de Luján nos aviva con su lumbre. En fin, entonces por tu alba truncado, de atmósfera de cuarto oscuro caldeado, despacio te iré contando, como en el atrevido impás presente, me siento de confundida de olivar la mente, con acheto balsámico calcinado de enzimas, de que cuernos le iré a poner al sobre de la urna, como para beneficiar a la patria vapuleada, sacado del cofre de mis pensamientos tamizados del hoy, solo para ideologías frentistas; ya casi en el intervalo del embarque, del tateti en la hora eleccionaria. Decía, pozo albergante de la futura laguna sisterna, obra monumental, tesoro del pueblo; lo máximo adquirido inimaginable desde el mirador de la peor febril quimera; firmado con el sudor innato del Ignacio Poncini, amigo mío; prócer de batir récores como si careciera de noción del algo, cual el todo le sabe a nada, o lo de nadies que lo interpreta como multitudinario.
Y toda este lío, de vigas lejos de ser andamios, de inferir el asunto de saber cual rumbo del país será el parturiento de un período mejor acomodado, lo iremos a saber únicamente con la acción insinuante, de meter en la caja palpitante, el candidato dirimido en la almohada, por la ranura de la acartonada urna, con tapa sellada de fajas en tiras firmadas por autoridades y demás fiscales, parada a upa en pupitre de escuela del pueblo correspondiente, siempre dispuesta a recibir al encruzijado nuestro, de dudar votar por el populismo desacreditado del Frentes de Todos, o estas carmelitas de Juntos por el Cambio; actualmente gobernando a los tumbos, con sonrisa sarcástica en los labios, mangando al pueblo contribución tras contribución por medio de la agestapo de la afip; gobierno pedigueño de reminicencias radicales de derecha, y ganas totalitarias de guerrear, pese a la flagrante agonía, como para perpetuarse inútilmente a los pies del fondo monetario internacional. Es tan bajo el nivel intelectual de los gobernantes en general, que deben instalar un clima del medioebo para poder estar a tono con las circustancias; y no obstante, por ésto de pues la plata no alcanza, a los pobres solo alabanzas, dios me exima de culpa, pues aun dudo si es preferible votarlos a ellos, o al peronismo frenteado de extranjeros. Momento histórico de competencia política nacional, pero sencillamente afectado por las clasificaciones puntuales, de los ceros exibidos en los boletines, como para rezongar de corrido ante nuestra obligación ciudadana de noviar con la democracia.
Sean genios, chantas de biologizar en la mazeta de las escepciones, o cachetazo de arena en el desierto ventoso, es muy complicado de recopilar el asunto de tener que deducir tildarlos de mejores o peores, ventaja improcedente por más bombardeo de slogans prometedores, dentro de un plato de maratón de fideos coditos, adonde se ha pasado el lampazo de la miga sobre la salsa de manteca; pero como sea, no será de relegar pues es obligatorio, y habremos de elegir a una lista sola, o cortar boleta; pero pregunto, contra el stand bay en el que me hallo, de donde sacaré divisas para afilar la tijera. Y espero que usted, madrugada mía, al igual que mi señor aquí regresando nuevamente ha por más terruño, sin más partes de enfermo por parte de ámbos, también se hagan presente por aquellos días, antes de las diesiocho, claro, al momento de éstas Pasos, Primarias, o quizás del lejano desempate del tramo final de la segunda vuelta. No jodamos, con balconeando solamente, esperar un vagón de milagros en economía por parte de este gobierno, aquí hay, por culpa de la deuda contraída, un pulso recesivo elefantiásico, con una densidad inflacionaria tan coqueta como desenfrenada, que si por ventura se la posterga una semana, luego aumenta todo de sopetonazo. Pero estos charlatanes insisten en devaluar los sueldos a toda costa, aunque lo aluden a la recesión inflacionaria como algo espontáneo, cuando se ve clarito al mamotreto manejado, aumentando las tasas de interés del banco para retener al dolar flamear en nuestras vidas. Y además esas promesas de votar un gobierno liberal, terminan siendo un flagrante engaño, pues entran a gobernar con la posta de las privatizaciones, más por la complacencia de no hipotecar la nación, nada de distinto ocurre; solo lo referido a poder volar a precios irrisorios en la aerolinea nacional desprivatizada; si total orear muertos aterrizados por la fuerza de gravedad abrupta, también obligatoria, es cuestión de la brisa barata y concomitante. Y por el otro rincón de la contienda, tenemos, con la magnífica Cristina extraterrestre, de copiloto, un sistema popular que amenaza con expropiar y terminar con la propiedad privada, casi nada, siendo que existen millones de millonarios ocupando la preciosa América.
E imbuidos de un amor compacto a la patria, con fortificaciones de calcio abundante del corazón flechado, también se los ve competir, en escuadrones de niños bien educados, en quienes son los premios nóveles de ese amor dignificante, imposible de reducir esa combustión romántica, llamativo cual si los candidatos le hablaran, en vez de frente hacia la madre tierra, al oído de la minita o al chabón del noviazgo reciente.
Aunque siempre me restauro en el espejo de la experiencia, aun así, con la cabeza llena de una biblioteca de elucubraciones, intruyendo al alma enrejada, en tener que optarse por uno de los tantos frentes en capás de llevar al país adelante, mi yo proletario, pues soy una simple mucama, va detestando mi refugio en la ética dubitativa tirando para la ideología de los oligarcas.
Pues ésta administración, en efecto, fiables aspirantes al destrono democrático, taciturnos, chamuyeros, no conocen otra cosa que pedir prestado, más luego, espantando pulgas, adiestrados de esperar a los ricos inversores apiadarse de la redoma, en vez de provocar a las inversiones en tentarse, cuanto menos, a poner una jugosa charrasquería, mangan y esperan, y mangan y esperan, hasta el límite de lo incompatible con lo comprensible, desde el punto de vista de enormes cantidades de dinero, y ciclos de perdida de oportunidades, al lloviznar de la azucar impalpable sobre la torta de ricota; y así por medio de los anhelos puestos en el bocado, nunca nadie vendrá a invertir en las hipótesis. Y la puja permanente de la refriega por disminuir el poder adquisitivo, pues no se entiende el por qué no se sinceran y dicen: ¡Tiene que ganar menos! ¿No entienden la situación? ¡Asi la cosa no funsiona! No solo no lo dicen, sino que prefieren aleccionar al pueblo, con el propio dolor de los palos de la experiencia del hambre; y todo termina siendo más inflación como para un empezar nuevamente con esos ciclos bipolares; por que claro, llaman a paritarias sindicalista, nos otorgan el aumento, y de vuelta las cuentas no cierran; y entonces a empezar a paritar de nuevo, bicicleta de rampiñaje perpetua, donde se han gastado un período completo en este juego sínico del cuento de la buena pipa. Es alarmante constatar que piden de nuevo para pagar la cuota, un cáncer, lo que demuestra que pese a la fortuna de impuestos y retenciones, ahora dicen no recaudar lo suficiente, ni pueden resolver los compromisos venideros. Entonces acorralados acusan: Pedimos prestado por culpa del gobierno anterior, por esto por esto y por esto, y el gobierno anterior, sin salir al cruce a desmentir nada, hablando claramente con pruebas.
No nos engañemos, cuando la gente vota a Cambiemos, han votado a la derecha, más nunca a ideológías de la sombra, quebrachos para el caldero, fisión nuclear de ideas en la implosión de los pecados; han votado, lisa y llanamente, esa derecha liberal propia de las conquista de occidente, la derecha neo liberal, aquella derecha de la libertad individual, la de las privatizaciones, y de la libertad de los mercados; quizás, íncrédulos, llenos de lumbalgia mental, pero han votado eso, la derecha de la primera y de la segunda guerra mundial, que muchos llamamos reaccionaria, pero dudando si no es preferible antes de algo peor de nefasto. O sea, han votado una derecha pragmática sin variaciones con el tiempo, y no a un totalitarismo sui génesis, pretendendiendo asumir un liderazgo a expensas del miedo y la obvediencia de los trabajadores; con todo lo que se pueda opinar, no han votado para tener como política imperante un nacismo totalitario, por el contrario, mejor sino aquella ideología del norte y de la europa blanca; y aunque en sus mentes existan exelsos enenos fascistas coabitando en las neuronas, votan ese gran espectro de votantes que prefieren de corazón la derecha del plan evolutivo, del progreso siempre insinuante del imperialismo anglo.
Y entonces, mirando el reloj haber si funciona, oh esclava madrugada de la noche engreída gracias de seguir siendo de papel cabónico para darnos chance de lograr el milagro, me pregunto ¿Debo dejar de constatar el punzón clavado del liberalismo, y como en una cruz sin barreras volver al resumen del proletariado? O, basta de inducir al optimismo hacia un arco iris de una conjetura equivocada, de un programa fracasado, y mejor seguir con las raspaduras del pobre antes que enigmatizada del éter de los magnates; la democracia tiene de peculiar, el hecho en que la mayoría decide, y la mayoría es pobre, cuando los poderosos ni sueñan con delegar el poder ¿Como se dice? Y además como país aun estamos sin definir si es preferible conducirnos a la indeseada guerra, hecho real y palpable, visto en cada acusación mutua de los panfletos; flagrante contradicción manifiesta con relación a las bondades de la democracia ¡No seamos displicentes con el sistema eleccionario, mi señor, pues igual la democracia es la salvación! Exijamos que hagan cosas por cuatro años, que es lo que dura el mandato; que bien sabido es aquello, que en los conflictos bélicos no hay para elegir otros confites que la muerte, o quedar paralízados de por vida.
Cuando lo que prima es la corrupción generalizada, vivimos mirando el humo de la taza de chocolate del dineral de reservas del país llendo a parar a los bolsillos de inversores insencibles, hablando por medio de computadoras con algorritmos solo de manotear todo lo posible, y mientras tanto nosotros fanatizados por la nada luego del deseso en el camino de la muerte, votaremos a donde luego de la remarcación no cambia nada más que adelgazar sin remedio; pero siempre corpúspulos en un callejón angostísimo apretados hasta hacernos fotones con forma de ondas. Pero ¿Existirá dicha opción redentora apartada de la guerra? Entonces tendremos que optar, por medio de elecciones libres, votar al más apto para conducir los destinos del pueblo por un pantano, o al mismo fiasco salido del emporio de los clavos; y luego amplificar la bronca como bocinazos, paralelamente al riesgo país entrado en los cuatro dígitos de calificación pauperrima; con boinas rojas, de blancas capas, y sables de todo tipo, jurando morir antes de traspasar el mando a quienes nos pretenden alistar con los rusos antiternura.
Cambiando de tema ¿Como se dice? Ah, si, esto le quería contar. Los más agnósticos en religión, aseguran que Lorazo es el padre Dalmacio, extraordinariamente disfrazado; como sea, el enorme pájaro, por ángel o por cura, se haya conectado con el cielo transmitiendo malas palabras, y desesperación; ya sea en directo o por la resonancia propia de la catedral, esparciendo esas frescas maldiciones por los diferentes estratos del reino de los cielos. Y aunque Dalmacio comparado con Lorito, deja amplio margen para la polémica, en cualquiera de los casos es una blasfemia mayúscula hacia el cielo; pues uno u otro, al no lograr eludir el malestar en sus entrañas al saber a su protegida Mabel como caminando por la vida con los rieles como esquíes, meten al paraíso reniego, bociferando con ganas, de injurias profanas de aquí a la vuelta. Principalmente tratando de animar a su cuñado en darle respaldo en dejar regresar a Mabel de nuevo a su morada, es de donde se profieren las peores palabrotas, con los demás traumas peores transformados en un léxico irreproducible. Pero de a poco la teoría de Dalmacio, gigante pájaro, parece, sin escollos de opiparas murmuraciones ambientales, derrumbarse cual las torres gemelas; con decir, para alivio del olimpo, si el pajarraco metafísico es un ángel, por prescripción del propio Dalmacio, en cualquier momento queda mudo como el sirviente del Don Diego de la Vega. Y con Fulgencio Centurión, viviendo de prestado en la reserva, alimentado a partículas virtuales de no comprención por el concubinato de su señora con Joe, es historia de nunca acabar, volcada para el lado de una telenovela costumbrista. Vio como los políticos se fagocitan en calmar al pueblo de los peores embargos, con la propia exhibición de fenómenas explicaciones sobre la realidad económica, cual si fueran cultas canciones de cuna con podores soporífero; bueno así me siento yo tratando de explicar lo que sucede, mientras esa carretilla va y vuelve con su oreja en la cumbre de la carga.
Como sea, es injusto, y no entiendo el porque, de esa alineación de Mabel con el guardaparque y además el falso cura, de hecho un contexto de un sobrante adherido al cascarón, como agente de anulación de la pareja, hacia la conformación de un arrollador trinomio. En efecto, un panorama sofisticado, con el agregado fungicida reactivante de las murmuraciones permanentes, con Fulgencio en el punto del penal, relamiéndose, con un arquero mujer parada bajo los tres palos de pieses dentro de baldes con cemento (Ojala patee al medio pensará la pobre). En fin, en éste nuevo contexto de donde trascartón el maleante se siente un mártir trabajador al tener que colaborar en la manutención de los animalitos o en ayudar aunque sea en algo, puede pasar de todo menos cosas normales exentas de aire de antro de perdición. Y en la cúspide del honor, el pueblo, enrarecida población localista bajo los efectos de la confusión duradera, observando las causas, cual marcianos, del huír de los visitantes al sentirse apiñados como en una pensión de la boca; con esa atmósfera de coloide mezcla de humanos de luna de miel, con los diferentes géneros de especies animales de todo el universo. Mire, con decir, en tren de elegir el mal menor, en última instancia, sería muy preferible que Lorazo fuera Dalmacio. Y encima Mabel, junto con el muchacho, cobrando peaje, por esa costumbre de ella de desear divertirse a toda costa con el sufrimiento ajeno, puntualmente le ha enseñado a todos los loros de la jaula de los loros, a decir malas palabras, con puteadas en primera persona, como para que Joe explote de la mala sangre; y entonces los visitantes cancelan el éxodo, y se apiñan allí para divertirse cual si estuviera presente Pepitito Marrone actuando a la gorra para esa formación espontánea. Que si usted estuviera resentido con su mujer por el abandono en plena competencia, al menos una tiene para consolarse, pues por cada broma de Mabel hacia Joe, éste, risueño, aprieta las clavijas del mando en represalias aleccionadoras, que por poco luego de la merienda le deja sin cena.
Mire, tampoco entiendo el porqué se aburría de estar a su lado, pues en lo que a mi respecta, estando con usted, nunca termino de acomodar el cuello que enseguida aparece otro motivo de observancia interesante. Quiere creer que como una oferta de un destino descarado, yo lo llevaría, piola piola, a convivir conmigo, y con mi familia; pero pienso, no le va a gustar mi rancho, de casitas con calles de tierra y ripio naranjado; donde por la tortuga del techo y los cartones de alfombra, te sientes compactado por una prensa de pastera; convivir allí esprimidos de sudor con todos los hermanos de la sangre y del del alma, pero hermanos al fin, y con hijos de sobrinos sin importar cual tía o suegros te asignan; y las abuelas jóvenes como doncellas del nivel terciario, aun apetitosas, las viejas, antes de morir; y entonces los parientes nos apariamos como las bestias, y entonces nacen otras series de Fibonachis, nuevamente (lujuriábanse los números en fila india antes de toparse con mis emociones): Pues el cero es dios, y no tiene mejor segmento que el roce con el principio del uno; entonces Tú, mujer, serás el número Uno, aquel tan conocido después del cielo; dicen los santos con bastones de velas blancas encendidas; y precisamente con el Dos, depués del uno (Cual Adán y Eva) se unirán y después tendrán un hijo, el número Tres; como la E mayúscula pero mirando en el sentido del pacífico; y este nuevo desendiente se buscará una pareja propia, el número Cuatro, y claro de ésta unión nacerá el Siete; que rápidamente también se ha de procurar su propio romance con el Ocho, de donde sumados, a los nueve meses, nacerá el Quince. Y el quince se enlaza con el diesciséis, y nacerá el treinta y uno, y así hasta el infinito de copar la pánamericana de números de la serie del nacimiento; infinito, desde donde al final desde los maníes empiezan a salir perlas cominando hacia los huevos.
En nuestra villa el azar no es algo aleatorio, o un jugar tedioso, sino un estipulado trivial y subyacente imperdonable de desestimar (El cielo); como cuando el dios calecitero, con cara de disgusto, pero tiernamente se muestra reacio a entregar la sortija; más luego, al más niñito o al más tonto, mientras giran alegres intentando atrapar el anillo aludidos en brinco, detiene la existencia y al elegido le otorga el tiempo necesario, ayudando deterministamente, como sea, a poder alzarse con el codiciado premio del sifón de madera; la bella sortija que paga la vuelta. Ah, y en mi barrio también hay perros revalsando la cuadra, chumbando a toda hora y a todo momento, hasta hacer estallar el tieso cristal de los autos que pasan; queriendo saber que hay dentro o detrás del nylon, ladran hasta el hartazgo, hasta incluso cuando los pobres gorriones se pozan a querer picotear la miga del pebete de kiosco. Y apartada de ser una charloteante, en mi barrio todo se comparte, y si falta el aire, será sagrado que hasta el aire se destribuya con equidad; más ignoro si eso será un socialismo a secas, pero sin duda y de seguro, se trata de una digna colectividad.
Como cuando el risoto se está por pasar será decisivo actuar con premura; ya falta una mano de fratacho para la inaguración y para el orgullo nada motivador hay preparado; sin pretender cercenar su libertad, yo que usted, en el transcurso del mañana mismo, pronto, dejaría de estar acolchonado en la mansión de los sueños y me presentaría de frente a los médicos, lúcido en los cimiento del sujeto entero; de pie con la satisfacción de la consagración de haber terminado el pozo, para contarles toda la verdad de la milonga; va a ser como una bomba atómica, pues entrado en el peso justo, ya no quedarán márgenes ni motivo valedero para próximas dilaciones de ninguna naturaleza ¡No abandone la carretilla Don! Vamos, sigamos adelante, ya falta tan poco que no vale la pena distraerse por nada (Mi voz sale de entre afónica y sensual como la Graciela Borges, o raspada y machona cual la del Cholo de Mar del Plata) Bha, no sé para que me gasto tanto, si desde éste acantilado donde el patrón son las olas, mis palabras nunca se irán a escuchar por sobre el batifondo de grillos; pero lo siento tan cerca que igual le hablo confiada de ofrecer un discurso resonante como para la posteridad.
En este montículo de tierra fugitiva, partícipe necesario y disfónica como para un alegato nítido con ramillete samarreado de contradicciones, de la siempre psicodélica atmósfera éste amanecer en especial va siendo producto del remanente de un atardecer deprimido por garrotazo de mala leche, y hoy así tan solos somos el centro del universo, estancados en la espera, en un escasa claridad de aires caldeado que nos alienta en ofrecernos cortesía, de una alternativa primorosa en dejar sin paisaje la estancia y la reserva; un susurrado alba de apreciable hilada beige, espejismo surrealista, parcial visión en cuña; a su modo, ciertamente un monumental amanecer con el sol al rojo vivo; de haber sabido, de este de por si cerrado clima, al decir de una cebra rellena de persona, hubiera sido preferible andar sueltos con ropa de calle y ágiles para el comedido. Con prosapia de cuatreristas involucrados en el te quiero canción de la vida, copando la vigilia de embotado calibre, mi mente atorada como el clima, patina en la apertura de ahorrar relinchos, de disipar el peligroso cotillón de ser descubiertos debajo del cuerpo de un caballo; entonces oh intangible señor don Ignacio, remiso maratonista, mi otro yo del reino de los equinos, apúrese que faltan dos tercios de nada y rajemos cuanto antes.
Pucha, que macana, como para elastisar la jornada y vigilantear el último esfuerzo, de golpe se ha encendido el reflector de la estancia; ojo de tuerto curioso salido de la órbita del cráneo. Vamos muchacha, deja de soltar maldiciones, ha llegado el momento de aflojarle al termo; mejor ponerse de nuevo en cuatro patas que esto no se trata de una ochaba de corso donde descansar de la espuma. Uia, allí veo al señor Ignacio, haciendo lo mismo de disimular; pero con el anca tapando la carretilla. Y, epa, ahora se suma una nueva luminaria, pero ésta, otra luz de la reserva; y se cruzan los rayos como aviones saludándose entre ellos, jugando a exibir un poder auténtico de combate, complicidad de ha por momentos de fantástico reminicente a campos de exterminio ¡Caramba! Sonó un disparo de rifle y uy me dieron en la cabeza cual ráfaga de castigo; y mañana me habrán de hacer un cráneo nuevo de platino; como los patitos de las kermeses adonde se practica puntería, también ha volado la careta junto con los parietales; y las luces de comedidas satisfechas de brindar sus rayos al montero, no se deciden por donde, con a veces al cielo, pero de a poco van apuntando en dirección del señor mío; se me va la vida completa, como en un segundo y medio secular, quedando mi cara de sangre roja como para fomentar echarpes de torero, toda vestida de plasma de gastar la vida, siendo la noche de mis ojos un bombón de los recuerdos; y aun peor de vanidosa, me aferro más que nunca al instante salvador sin bromas. Si hasta me han hecho volar la cabeza del equus sobre mi espalda, estampado en la gramilla cual si hubira rodado en el Carlos Pelegrini; y las luces juegan a cruzarse y también a apuntar al bosque; y de mientras el desangrado a tímidos borbotones me deja respirar por otro momento; pero caray, la realidad es está y no otra y ojala pudiera empezar desde otra cofia. Aquí hay un poco de estopa como para frenar la emorragia, sangre corriendo por el cuello que por fortuna no mancha el traje; no me puedo ver pero pese a mi rechazo persivo una herida donde antes tenía la raya al medio del peinado; con un rollo de cuero y cabellos en la mollera cual la tapa enroscada de una lata de sardinas. Y aunque del sol retrasado salgan otras estopas encendidas en agua oxígenada, ésta de la cabeza seguira tapando la frente como la del soldado herido, y pronto seré por mi sangre cual un rojo cuadril. Ya las luces, de manos deprimidas, apuntan a lo lejos en los techos de la catedral; al momento he tenido suerte, pero debo colocarme la careta de cebra cuanto antes. Como no podría ser de otra manera, se trata de Joe, y del hermano de Mabel, un pobre juez de todo, plagado el cuerpo de forúnculos madurando, donde en cada grano exibe las gansúas de un penitenciario; tan bonito de coberura pero tan cobarde como un gorrión en la palestra. Pero atención, calma, la sola idea de haber dispardo por error hacia algún disfrazado, los hará desistir de investigar nada.
Entre cebras las rayitas son el documento, y con los ojos a los lados de la cabeza, son capaces de extremar la mirada hasta saber lo ocurrido dentro del inmueble de un hormiguero; pero vea, nunca se ha visto ningún equino, vestido de frac, propiciando parado en dos patas una campaña en la tosca, y arrastrando una carretilla rebalsando de diatomea, para ir al banco a poner el barro bajo el amparo de los intereses; así mejor afloje un poco y regrese pronto, o quédese apartado de mí pero mejor pastoreando, pues aquí se ha desatado una bataola y soy la primer damnificada, con un tiro hasta el fondo de saberme en el angar de la muerte; y para simplificar será mejor saberlo enterado de lo ocurrido en la batalla del pozo insigne. Sigamos trabajando palada mediante, pues de entre ese mundillo de fiacas y de cobardes, jamás se irán a presentar ante la presa agonizante; en cambio si Mabel fuera la cazadora, ya estaría queriendo saber a quien ha últimado.
¿Vió? Desde las antinomias políticas de los buroses se van formando discursos de campaña adornados con solo ocurrencias de la coyuntura idealista, sobre una posible eliminación total de la pobreza, aquel merecido destierro de los pedófilos a un infierno perpetuo, de la indepencia que brinda el aborto a las mujeres; clima de contienda bastardo con eslogan de campaña formados de ocurrencias totalitarias. En cambio usted me hizo conocer una octava dimensión verdaderamente cautivante, carísimo apéndice de palearse los despelotes de la suceptible trama; y a cambio ha podido ver correspondida la expectativa de saber si yo lo ayudaría al extremo de darlo todo; implicancia de un enfoque revolucionario en cuanto a desafiar la reputación desterrando la indiferencia del subalterno; haciendo escoger una postura de vida de conjugar el amor en cualquier dialecto; deshabitados corazones de angurria, y sembrado el sendero del alma de coníferas con afecto interestelar.
Aunque en este evidente epílogo, créame jesuscristo, luego de tanto esfuerzo, prefiero nos dé consejos para no aflojarle a los rulemanes en hacer girar la manivela de la kermese, y mejor desde un lugar más pachorriento en cuanto a lo civilizado apartado de la clandestinidad; quisiera poder gozar con haber desafiado los cánones al ver a mi amo estampar su victoria en la historia. Si total de compañera en la jornada nunca muero; y lejos de lamentarnos lo voy a persuadir de lo bueno que existe por delante. Eso prefiero, intentar verlo iluso sin sospechar de mi andar contuso y mortecino. Y mejor será ocultar esta llaga con rodete de pellejo más rulero de sufrimiento. Sin duda prefiero saberlo siempre apartado del aseo sobre impreso al tesón de la fé. Y por encima de mis nanas todo es agua y humedad, pero de pronto, en el pesebre de la aurora, las nubes saben a monolito con miles de cisnes flotando secos. Después del avergonzado letargo, se va escurriendo el amanecer en nuestros trajes para la posteridad, de cebras de luto y blanco, cosidas con choricero hilo marrón; donde el día ridículo del tiempo va postergado debajo de los modos, y la luna encintada es delicada muñeca de vientre de luz; y yo que quisiera poder triturar con mis manos al empomado aquí; y nerviosa, con el portón de la agorera llovizna de mis lágrimas, entregarle a usted, mi alma sonriente de adioses y bienvenida; ante mi placer por la incrédula mañana ameritando un estertor de mi brillo de gotas de rocío de mi pululante caldo.
Ahora si, amigo, vea, en efecto, a la velocidad de la luz de trescientos millones de kilómetros por suspiro, fui herida superficialmente, pero deje, prefiero piarle al anonimato ironías con el porvenir desafiante por delante de los juanetes, que me basta con disimular el áspero cuero, adosado al plomo artero, apoyando sobre el cráneo el rodete de carne cual el pañuelo de las madres de los desaparecidos; ha llegado el final de este proyecto suyo de demostrar cuanto pueden los individuos cuando se proponen hazañas, es un evidente hecho consumado no teniendo más sentido fingirle al mundo una expiración inexistente; y basta ya también de andar deshonrados en cuatro patas disfrazados; alzemos de una vez por todas el pico y la pala del triunfo minero; y a desgranar también al miedo, en cruel molienda con nuevo bramar del coraje. Y pues soy soldado intrasigente, no encuentro consuelo en dar vueltas sin fundamento, como una mucama con deslices también reacia al fatídico recreo, hasta el punto de ignorar por cuanto cabello he de luchar. Y cuando las circunstancias van cambiando de estado, yo voy siendo un esporádico rufián espontáneo, pero siempre predispuesta a encontrar la salida y en tal caso contar allí las monedas. Soy tuya, Beto banderín de River plate, y por fin festeja el gol de tu vida, de propagar la fé sin versar en pavadas ¡Abrázame, sin importar las miradas! ¡Basta de demostrar nada, ni pedir perdón por la torpe algaravía! Amigo del alma, futura estatua en hacer añicos al tiempo, bésame si lo prefieres, pero por favor, sin más acotaciones vayamos en busca de aquello sabrosos panchos.


Texto agregado el 02-09-2019, y leído por 85 visitantes. (1 voto)


Para escribir comentarios debes ingresar a la Comunidad: Login


[ Privacidad | Términos y Condiciones | Reglamento | Contacto | Equipo | Preguntas Frecuentes | Haz tu aporte! ]