¿Y si fuera nuestra vida sólo el aliento de la ola que nace en lontananza y va aspirando a surgir entre tempestades y soles que no le dan tregua, mas subsiste y se eleva perseverante y se aproxima segura, maciza y casi meditando el estallido final, el clímax de una quimera que pronto ya no es más que espuma y sosiego?

Mujer, pronunciarte me emociona
tesón y brío en tu estampa menuda
boca proclive al pronunciar el néctar
que a cualquier hombre embelesa
te amo, yo también, también te amo.

Y de la mano dibujamos nuestros pasos en la arena y seguimos la ruta esmeralda, mientras un montículo espumoso se alza como afrenta, para fustigar dioses y voluntades. Rodamos envueltos en la mortaja salina, somos dos marionetas sometidas a la fuerza y a la furia de ese embate.

Mientras el sol reine en las alturas
contemplaré tus labios prometidos
corazones hermanados, sólo tú y yo
creciendo nuestros mares, arreciando
lo tierno desbordándose en pasión.

Y esa escritura indeleble en la arenisca, palabras trazadas hace un par de horas, las besa el agua engalanada de tules para sellar la promesa que a cada embate se va desvaneciendo, del mismo modo que los juramentos del corazón, los olvidan los labios y los diluyen los tiempos.