La precisión en sus puntadas, los colores cítricos que elegía y las colecciones invierno, verano, otoño y primavera que él se imaginaba, lo transportaban a la smejores pasarelas del mundo. Entre las tops models más cotizadas tenía una obsesión por la SCHIFFER, la CAMPBELL y la Argentina VALERIA MAZZA. Fueron muchos los diseños y los vestidos con los cuales desfilaron estas beldades por los grandes escenarios de la moda en Coppenhague, Londres, París, Roma, Estocolmo y Viena.
Pero cuando volvía a la cruda y trágica realidad todo se desvanecía, en pocos segundos pasaba de ser el Rey del glamour, la etiqueta, el protocolo y la elegancia, a ser el pobre sastre remendón que para ganarse la vida pegaba botones, hebillas, cremalleras y cogía dobladillos, sus clientes eran los campesinos de San Juan de las Melodías.
Su obsesión por la Schiffer era extrema, y llegó tanto a conocerla que sabía al dedillo sus gustos y preferencias en tangas, vestidos de baño, brassieres, accesorios y fragancias. Se convirtió en un pequeño "Oscar de la Renta" del buen vestir. Por las noches muy cansado, después de la ardua jornada se sentaba a escribir en la vieja máquina Olivetti que su padre la compró a un ladrón de un pueblo cercano a San Juan de las Melodías. El rítmico traqueteo de las teclas al ser digitadas lo regresaban de inmediato a la realidad.
Gustavo Criollo, el más criollo y original de la alta costura, el de las tijeras y máquinas oxidadas comprendió la tragedia de su vida. Durante el día con la máquina de escribir, después de la media noche se desnudaba y así lo encontraron desnudo y tieso con la cara sobre el teclado de la vieja olivetti escribiendo el último capitulo de su vida.
AUTOR: PEDRO MORENO MORA
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