Es de humanos el dar por hecho
y en todos es lo normal
acostados ver el color del techo
y ver al cielo es no causa mal,
nada extraño, todo real.

Tengo yo un sobrino mío,
casado ya y con dos hijitas
fue estudiante con gran brillo
habitaba en la ciudad de Encinitas.(*)

Su conducta ha sido peculiar
mas su madre no se percató,
su esposa le hizo notar
por fin él lo reconoció.

Al manejar en su coche
del semáforo veía la luz
“roja, medio gris y blanca”
de habilidad hacía derroche
colores no eran su cruz.

-La de abajo es una luz verde-
-¿Acaso el color de la grama?
La amarilla como luz se pierde
la verde la veo blanca
por la luz es diferente.

Entonces fué que se dio cuenta
de ser ciego a los colores,
la familia encontró a la venta
gafas costando muchos dólares.

El once fue su cumpleaños
y de todos fue el presente
corrige los ojos sin daños
-¡Ah, cómo estimula la mente!

Pero créame lo más bello:
ayer vi el atardecer
nunca había visto aquello,
colores que hasta hoy yo logro ver.-

Es una nueva faz en su vida,
con sus hijas vio el arco iris
gracias a la familia querida
brindaron con unos daiquiris.

(* Encinitas, ciudad por el mar en California)