La noche serena, el mundo dormita, sueños oníricos
La humanidad descansa, los jinetes de fuego se acercan
Las estrellas se estremecen, la gran roca gira alocada
Es el peso de la balanza, pesando a la humanidad

Es el grito atronador que rompe el silencio de la noche
Y la mano del cosmos, es el que limpia de pecados
O tal vez la mano divina, del Dios que tú ignoras
Pues el humano es solo humo, luego de la lumbre.

El fin de los siglos se acerca en marcha alucinante
Lavando los pecados oscuros del humano pecador
Los jinetes se inquietan, miran a la gran roca
Azuzan sus corceles echando lumbre de sus belfos.

Mientras la gran roca, ígnea, acecha demoledora
Y en ritmo alocado, hacia la tierra se dirige
Dejando estelas de fuego, destellos horripilantes
Y jinetes de fuego y la gran roca, penetran la tierra.

Raúl Amador Irusta