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Inicio / Cuenteros Locales / aedosolar / CÓMPLICE DE LA TRAGEDIA

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Su conciencia era su prisión, tarde o temprano él lo descubriría, no podría ocultarlo…
Le había dado indicios, toda clase de pistas, parte de su encanto era su torpeza, o… ¿podría ser que él ya se había dado cuenta y fingía no saberlo, únicamente para evitar o prolongar lo inevitable? Pues así era, ella ya no lo amaba, ese era el secreto, hubo un momento en que lo amo, leve pero existió el momento, él creía que no. ¿Cómo lidiar con su amor bastardo? Los besos con angustia, los saludos lejanos, ese amor ya hace mucho habían muerto y él cargaba su pesado cadáver, su podrido y pesado cadáver. Todo aquel año evitaron las miradas, allí se ocultaba todo lo que se podría ocultar y lo que no entre sus labios.
¿Cómo hacer agradable lo nefasto? Ya había resistido sus desprecios, pero sabía que ella así era con cualquiera lo cual era un alivio,
- Déjate tocar, esta noche creo que es la última, aunque ni el diablo ha de querer tocar tu alma, déjate tocar como lo hacia él, o ellos.
Ella no se enojó, habían descubierto quien era, eso la enamoro pero solo un par de segundos más que la última vez, ella no sonrió, tal vez había sonreído mucho pensando como sucedería aquel momento, era una sorpresa que él quisiera tocarla pero no eran sus manos lo que ella añoraba, ni sus ojos, quería verlo enojado por los años que paso a su lado, que la insulte, ella no lo negaría; paso sus dedos por su cabello y…
Allí se detuvo,
¿Vivir se hace fácil cuanto te aburres de estar tanto tiempo muerto? Él no supo si lo pensó, o lo dijo, pero allí se detuvo, debo confesar que estoy a un paso de volver a amarla como ya hace mucho tiempo pero es ese mismo paso el que me condujo a este instante, seria siempre el mismo maldito camino, tampoco supo si lo pensó o lo dijo y se marchó.
Ninguno de los dos merecía un adiós.
Extendió su mano para sentir lo que ya no estaba, creyó que sus ojos rojos y llorosos eran por el hambre, no entendía cuanto podría extrañar el ultraje.
- Aggg puta vida, yo también puedo llorar, es más ahora mismo, igual soy una persona de carne y hueso, no he tenido vergüenza de dormir desnudo en la facultad no voy a poder llorar.
Y no entendió como pueden cambiar los ojos de color tan rápido, era una calma que hace mucho no había sentido, aquella vieja depresión lo hiso sonreír, ese amor mezquino y desprovisto era un motor progresivo de sus dudas, hizo un segundo intento de llorar esta vez recordando sus desprecios, como ella se rehusaba a darle la mano, como evitaba sus besos y… ni siquiera buena inspiración me brindas, se sintió deshidratado
No sabía cuantos días ya habían pasado, antes de conocerla le temía a las noches, ahora también le temía al día, nunca supo a donde ir, ni que hacer, ni en que pensar, no sabía cuantos días habían pasado ya, Paso sus tardes en la espera, sentado en algún sillón de la sala o acostado en el piso, intercambiaba de lugar dos o más veces al día, paso sus tardes en la espera de sus labios, creyendo que por fin le daría ese beso que se escondía al lado izquierdo cerca del lunar al cual le había puesto nombre, creyendo que llegaría al oscurecer del día, había olvidado su nombre, su indiferencia, que ella siempre llegaba tarde, de los sinsabores, de las insatisfacciones, de esa vida que fue feliz en tardes de dos minutos, tardes ya muy tardes.
- Mal momento para el retiro de Mia khalifa.
Abrió la ventana, y ….
El andar de las personas hipnotizaron sus segundos, mirando los tacones pasar algo de nostalgia entro entre la lumbrera.
- ¡Por qué se tenía que retirar¡
La lejanía desde la ventana siempre parece estar más lejana, miro desde haya lo profundo de la llaga.
- ¿Será que ira a regresar?
Esta vez se refirió a ella, de cariño le decían papaya, no quería recordar su nombre, con el apodo basta, al pensar en Mia entendió porque le decían así, lo que un día le dio placer hoy le dio dolor, se sentó en piso mirando una esquina como si allí estuviera un millar de estrellas, noto que no tenía hambre, ni sed, pensó que los sentimientos evadían ser parte de sus recuerdos, y esa tonta idea se sostenía únicamente en el impulso de matar…
Las siguientes noches fueron transeúntes, miraba el atardecer mutar, la idea evolucionaba, esperaba lo que nunca llega, esperando…
Ding , don
Tock,tock
Tick, tack
Tres sonidos que tocaron su puerta, sonidos que alcanzaron el límite de su paciencia
- Llego el momento, es tiempo, ya es la hora.
La idea tasita se materializaba, quería que en el breve tiempo en el que bajaba las escaleras que quien tocara la puerta se vaya.
- ¡NO HAY NADIE!
La puerta sonó más fuerte.
- ¡QUE NO HAY NADIE, SOY ATEO!
El sonido se quedó dormido.
En susurros angustiados dijo
- Solo quiero matar distancias, matar ansias, anhelos, idilios, fantasía, recuerdos e incluso matar al mismo tiempo

Ding , don
Tock,tock
Tick, tack
Ahora será necesario explicar cómo termino matando a la bastarda que golpeaba desesperadamente la puerta
Quien la manda…
Nunca había hablado consigo mismo y dada las circunstancias él necesitaba explicarse algunos porqués del acto.
- Pocos entenderán, algunos se negaran a entender.
- Asume tus errores
- Ella tenía la culpa le dije que no había nadie
- Quizás quería ser parte de la nada, nada pasa por casualidad, todo tiene su lugar

él sabía que cuando se tiene todo también no se tiene nada, pensó no solo en un quizás, si no que proyecto todo un futuro donde no hubiera pasado, ella (la desconocida muerta) caminando por ahí, intentando hablarle a los oídos indicados de su irritante sentir, siendo sincera y sobre todo evitando golpear su puerta.

Texto agregado el 17-12-2018, y leído por 30 visitantes. (1 voto)


Lectores Opinan
18-12-2018 Muy bien narrado. Entretiene y ocupa la atención. Saludos Atayo
17-12-2018 ouch... linda narrativa, y te entiendo; hay gente que de impertinente.. jajaja un abrazo, sheisan
 
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