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En la región de Puerto Williams, quizás la única repartición de la Armada que no tiene una embarcación en su inventario, es el PVS Diego Ramírez. La experiencia acumulada durante años de permanencia en esas australes y lejanas islas así lo han aconsejado, pero lamentablemente el hombre nunca aprende...

El archipiélago Diego Ramírez situado a 100 Km. hacia el SO del Cabo de Hornos, está conformado por 2 islas pequeñas más algunos islotes. Su relieve lo constituyen grandes peñones estériles, que no pasan los 60 metros de altura, escasos de agua y de costas bastantes acantiladas; pobladas por una gran cantidad de focas, pingüinos y aves marinas.

Sus descubridores fueron, con toda seguridad, los indios Yaganes o Yamanes, nómades canoeros que a contar del año 4000 AC habitaron desde la costa norte del canal Beagle hasta el Cabo de Hornos

Posteriormente, en 1618, Felipe III de España encomendó a los hermanos Bartolomé y Gonzalo Nodal la exploración de las aguas que rodean a la Isla Grande de la Tierra del Fuego. En este viaje, el 10 de febrero de 1619, encontraron unas islas a las que le pusieron el nombre del cosmógrafo de la expedición, Diego Ramírez de Arellano.

La víspera del día de la Navidad de 1958 los Cabos Martínez y Cueto se presentaron ante el Sargento Quilodrán y le dijeron:
—Mi Sargento, ¿nos autoriza pasar al frente a recoger huevos?, mire como está el tiempo, hay calma chicha y ya tenemos listo un bote para cruzar, no nos demoraremos más de 2 horas.
—Uds. saben que está prohibido cruzar el canalizo, además que ese bote es muy inestable —les contestó el Sargento Quilodrán.
—Mi Sargento, es para mejorar el rancho de esta noche y celebrar una buena Navidad, ¿cómo sabe si hasta encontramos un regalo especial para Ud.? —insistieron ambos Cabos.

Los tres hombres componían la dotación de este Puesto de Vigía y Señales (PVS) que la Armada mantiene en la isla Gonzalo del archipiélago Diego Ramírez. Al fin, el Sargento cedió a la petición de sus subordinados y pensó: “en realidad el tiempo está excepcionalmente bueno, además que la artesa para lavar ropa la han calafateado y acondicionado perfectamente para emplearla como bote”.

El Sargento Quilodrán, alto, delgado y siempre sonriente les dice:
—Bueno, sólo dos horas, pero mantengan atención hacia acá, si les izo la bandera reunión regresan de inmediato. —A su orden mi Sargento —le contestan al unísono los dos Cabos y parten a buscar la artesa y los improvisados remos fabricados con restos de cajas de madera.

El canalizo que separa ambas islas no mide más de 300 metros. Nada podrá sucederles, piensa el sargento Quilodrán.

Cuando había pasado aproximadamente una hora desde la partida de los expedicionarios, el Cabo Martínez regresa al PVS, traía dentro de su improvisado bote una gran cantidad de huevos de pingüinos y de golondrinas.

—Hace más de 15 minutos que les icé la bandera, se está levantando viento del noroeste, ¿dónde está Cueto? —le pregunta en forma aireada el Sargento al Cabo Martínez.

—No nos dimos cuenta de la bandera, Cueto está recorriendo la isla, yo traje estos huevos, pero regreso al tiro a buscarlo. —La intensidad del viento seguía aumentando y el canalizo ya no estaba tan tranquilo.

El Sargento aprecia la situación y le dice: —No. Te quedas acá, se está poniendo peligroso el cruce y luego regresar los dos en esa porquería de bote, imposible; esperaremos a que el tiempo mejore. —En la cara de ambos hombres se nota la preocupación que los embarga.

El día de Navidad, el Sargento Quilodrán sentado a la mesa del PVS escucha el rugir del viento y el ruido de la lluvia que golpea el techo de la casa y piensa:
“El tiempo no ha mejorado y ¿cómo doy cuenta a la Zona de esta situación?, ¿cómo pude haber cedido?”. Mira hacia la litera de Martínez y lo ve durmiendo, recién ahora se da cuenta lo que realmente significa tener el mando y la responsabilidad de otros hombres.

Han pasado seis días desde que Cueto está aislado, esporádicamente lo han divisado a través de la lluvia caminar por la costa, pero la mayor parte del tiempo no lo han visto. Quilodrán, por fin, decide comunicar la situación a su mando y afrontar de una vez por todas la situación. Martínez le ha cooperado en la observación del canalizo, pero generalmente ha estado mudo. El Sargento, que ahora luce demacrado, con sus ojos rojos por la falta de sueño, no tiene ningún interés en hablar con él.

El Sargento colocó el siguiente mensaje a su mando en Punta Arenas: “De PVS Diego Ramírez a Tercera Zona Naval. Fecha 29 diciembre 1958.
Cabo 1º Cesar Cueto se encuentra aislado en isla Bartolomé desde hace cinco días. Debido a fuerte temporal no hemos podido tener contacto con él. Cabo se encuentra sin ropa de abrigo, sin víveres, ni medios para subsistir. Se le ha visto pasear a lo largo de la costa. Solicito enviar auxilio para su rescate.” Una vez que el Cabo Martínez hubo transmitido el mensaje, el Sargento le dice: —Me voy a dormir, avíseme cualquiera novedad.


En Punta Arenas, en las dependencias de la Comandancia en Jefe de la Tercera Zona Naval, se vive gran actividad. Marineros han confeccionado 4 bultos con elementos de supervivencia. Los embarcan en una camioneta y parten hacia el Grupo de Aviación de la Fuerza Aérea, se estacionan al costado de un avión bimotor Beechcraft C-45 que los está esperando, embarcan las bolsas y a los pocos minutos el avión despega.

En el avión los pilotos le consultan al oficial de la Armada que va con ellos detalles sobre las islas, se supone que es experto por haber estado en ellas en varias oportunidades, pero en realidad no es mucho lo que puede ayudarles.

Recién volaron por sobre el Cabo de Hornos, extremo del continente americano y ahora comienzan a volar sobre el Mar de Drake, en el cual se unen los océanos Atlántico y Pacífico, en pocos minutos deberían estar sobre las Diego Ramírez, la visibilidad es escasa y el viento extremadamente fuerte. Inician una rebusca y cuando creían que ya les sería imposible encontrar las islas, estas aparecen a lo lejos en medio de la lluvia.

El piloto les explicó: “Nos acercaremos y haremos una primera pasada para tratar de ubicar el canalizo entre las dos islas, y en las pasadas siguientes lanzaremos las bolsas”.

Ya se veía claramente el canalizo que separaba las dos islas, el avión se movía en todas direcciones debido al fuerte viento reinante, pero el piloto lo controlaba perfectamente, cuando ya estaban cerca de la isla, el avión experimentó un fortísimo golpe que lo lanzó hacia arriba haciendo desaparecer la vista de las islas, el piloto aceleró los motores del avión y se elevó rápidamente. Luego exclamó: “¡Nos vamos a casa!, esto es demasiado peligroso, en esta oportunidad tuvimos suerte”. Nadie dijo nada hasta que aterrizaron en Puerto Williams para reaprovisionar combustible y continuar el regreso a Punta Arenas.

El Cabo Cueto fue rescatado por un Patrullero de la Armada luego de haber permanecido 9 días aislado en la isla Bartolomé, trasladado hasta Puerto Williams, al ser interrogado por sus superiores, entre muchos otros detalles manifestó: “Que quizás lo peor había sido su batallar contra el sueño, ya que trató de mantenerse despierto el máximo tiempo posible, por temor a congelarse y a ser atacado por los pingüinos y aves con que compartía las cuevas en que se guarecía del viento y la lluvia. Que, cuando las condiciones del tiempo lo permitían, caminaba cantando marchas militares y canciones marineras para entrar en calor y darse ánimo. Ahora estaba seguro que su fe en Dios y en la Virgen del Carmen le permitieron soportar los días de aislamiento. Que nunca dudó de que lo rescatarían”.

En la Comandancia en Jefe, ya tranquilos después del rescate, se preguntaban: ¿en cuantos años más, volveremos a tener un caso similar?, pues estaban conscientes de que el hombre, lamentablemente nunca aprende...


JORVAL 7
260904

Texto agregado el 26-09-2004, y leído por 1320 visitantes. (9 votos)


Lectores Opinan
25-12-2007 hijo de puta... anciano de mierda...activa mi cuenta Ciberbaco
30-11-2005 Sigues trasladándome en cada texto en viajes imaginarios a zonas reales que, aún siendo de mi país, desconocía completamente. El vocabulario y los detalles profusos -ya distingo claramente su estilo- envuelven en la historia, y la hacen palpable a los cinco sentidos. Ikalinen
30-11-2005 Transmites la angustia, el frío y la soledad de un modo excelente.Es un hecho real? Mis***** merche
17-04-2005 ¡Excelente!... Tenés esa habilidad de hacer sentir al lector que también es parte de la historia, que también "está ahí". Casi me muero de frío y de angustia. Menos mal que sé algunas canciones marineras y los pingüinos no me molestaron mucho... Todas mis estrellas, Jorval. vaerjuma
26-02-2005 ¡Perfecto! :) maitencillo
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