Caminé hacia el balcón. Las nubes, el cielo y la luz del sol se combinaban de manera espectacular. Quedé pasmado ante tanta belleza. Tenía que pintarlo. Al menos haría mi mejor intento. Con la paleta multicolor a mi izquierda, tomé con cuidado el pincel. Mi niño de cuatro años me observaba sentado en su simpático vehículo a pedal. - ¿Vas a pintar el cielo Papi? Volví a mirar el horizonte. Guardé silencio un instante. Luego le dije: -¿Y si mejor pintamos tu triciclo? Su sonrisa cómplice apareció como un regalo. La belleza de la tarde, tomaba así una forma diferente. . . Marcelo Arrizabalaga. Buenos Aires, 11/1/ 2024. https://www.youtube.com/watch?v=DcxoKrmGMeY
Texto agregado el 17-09-2018, y leído por 217 visitantes. (7 votos)