Ya estamos crecidos para que estas cosas nos hagan sentir mal y creer que no van a volver a pasarnos, ¿no?

La verdad es que nunca hemos vivido tanto como para compararlo con sentirse realmente bien. Nunca viviremos lo suficiente, es una realidad.

Todo lo que se siente es en sí una mezcla de reacciones, distintos colores y matices químicos. Entonces, si es así, creo que lo que siento es una prueba controlada a distancia de una bomba atómica dentro de mí.

Llevo mis gafas protectoras puestas, nunca he visto algo así. El desierto a lo lejos parece calmado. Hay un conteo en reversa que no quiero reconocer porque tiene tu voz. Y la explosión lo ilumina todo cegando y silenciando el ruido del viento.

Una gran lluvia de arena pasa oscureciendo la sierra Un gran viento caliente y la radiación de los días que están a la vuelta de la esquina me revuelven el estómago y la cabeza. Me marean, me cansan y me agotan.

Estoy con náuseas. Experimentar de esta forma desgasta y enferma. Tengo una angustia con sabor a carbón y magnesio en la boca. Algo arde y la cafeína ya no sirve de nada para apagar lo que tengo dentro.

Cigarros quizás. He vuelto a contaminar el cuerpo, pero cada bocanada me relaja. Estoy al borde del colapso, pero el humo me relaja, es cierto. Miro el cenicero y no hay un fondo.

Espero volver a disfrutar de lo compartido en este laboratorio. Las pruebas aún están dando resultados, pero recuerdo durante las noches que la bomba ya estalló y es muy difícil de nuevo encontrar los implementos.