¡En qué momento decidiste cabalgar !
a tu final, sin armadura,
sin compañía aparente,
no te diste cuenta de la repentina carrera,
que apago de pronto tus veintitrés velas.

A pesar de esto,
todos te lloramos, deseando que tu partida
sea el cobijo del recuerdo
que envuelve con dulce bálsamo
al alma que llora,
esta temprana pérdida.

La alocada brújula,
no distinguió el norte
solo estaba ahí la barrera
para detenerte, no así el afecto
que dejo el triste cortejo.

Sé que lo viste venir,
sin decir palabras,
en este torbellino de sentimientos encontrados,
justificando nada de nada,
todas las lágrimas que tarde cayeron,
como una tenue lluvia
regaron en consuelo.

¡En qué momento decidiste cabalgar!
a tu final dejando atrás los argumentos,
entre lágrimas que limpian las huellas
de tu tormento…