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Estaba cercano a los 25 años cuando me ascendieron a capitán de ejército y fue a pocos meses de haber comenzado la guerra. De inmediato fui enviado por el Alto Mando a comandar el hospital Hessen, distante unos 50 kilómetros de la Capital.

No existía en tal recinto sanatorio mucha actividad sin embargo, contábamos con todo lo necesario para atender a los soldados o civiles que pudieran haber sido heridos o lesionados en tiempo de guerra.
En Hessen conocí a Irma, una bella enfermera de 19 años que recientemente había obtenido su licencia profesional y demostraba ser una abnegada servidora de la patria y de las necesidades de los heridos o pacientes.

No transcurrió mucho tiempo lo que tardé en comprender que me había enamorado de Irma, de su belleza y de su alma idealista y patriota. Una tarde de domingo en nuestros paseos habituales por los jardines de Hessen le declaré mi amor. Ella sonrió al conocer mis sentimientos hacia su persona y me dijo que quizás solo era la primavera, o la brisa cálida de los jardines, o el canto armonioso de los pajaritos del atardecer.
Quiso seguir hablando y sonriendo de modo tierno, pero la tentación irresistible de atracción me hizo ir a ella y besarla… Irma no volvió a hablar después de aquel beso de amor que recibió de mí, en su silencio me había aceptado.

Durante 6 meses vivimos nuestro amor en aquellas circunstancias excepcionales y la guerra parecía importarnos poco, habíamos construido un mundo aparte, de amor y de ilusión en el porvenir.
Pero la guerra cambia el destino de las personas y sin posibilidades de reclamos o consideraciones, fue destinado a África, al frente directo de la guerra, mientras tanto Irma permanecería aún prestando servicios en el Hospital de Hessen.
Ahora solo nos unía la correspondencia que la aviación de nuestro país llevaba a todos los frentes de la guerra.

La mala noticia no se hizo esperar, Irma sería enviada a Polonia a atender a los heridos de la guerra que eran más numerosos en aquella región. La correspondencia poco a poco se hizo más distante debido a que la guerra ya estaba en toda su intensidad y las comunicaciones eran difíciles. Aun así cada cierto tiempo recibía noticias de mi amada Irma, quien me pedía que hiciera realidad nuestra unión y que terminada la guerra, se ganara o se perdiera, debíamos permanecer juntos.

Hacia el fin de la guerra, cuando todo se colapsaba y se derrumbaba en las aspiraciones de la patria, recibí de Irma una carta donde me decía que había sido destinada a América del Sur para trabajar en la embajada de nuestro país, la recibía un gobierno aliado y allí estaría a salvo de la guerra.

El último año de la guerra fue terrible y nuestro enemigos atacaron todo aquello que tuviera relación con la patria hasta que por fin, todo terminó.
Pude huir en uno de los últimos submarinos activos de nuestra marina y casi todos ellos pusieron rumbo hacia América del Sur, un lugar algo lejano para nuestros enemigos y donde el deber ahora era, sobrevivir.
En América busqué por todo lugar el rastro de Irma, en aquella desaparecida Embajada, e investigué todo dato que me pudiera llevar a hallar a la enfermera que amaba.

En aquella investigación tuve la suerte de hallar a aquel que fue secretario de la Embajada que ahora vivía en la ciudad bajo otra ciudadanía e identidad, escondido prudentemente de la gente y del mundo de la post-guerra.

- Ve hacia el sur –me dijo el ex-secretario aquel- Conocí a Irma y lo más probable es que haya huido hacia el sur, busca en las granjas, en los bosques. NO dudo que debe estar en el sur.
La búsqueda fue larga, quizás ella había cambiado su nombre y nacionalidad también, pero no abandoné mi deseo supremo de hallar a Irma.
Fue un amanecer, muy temprano cuando aun el sol no asomaba por Oriente que hallé a una jovencita de cabellos rubios y sujetos de un modo que me resultaba familiar. Ella alimentaba a los animalitos de la granja. Lo hacía con bondad y con una sonrisa en su rostro.
Esperé unos momentos hasta tener la seguridad definitiva… sí, era ella, Irma, mi amor de la guerra.

Caminé hacia la joven y me detuve muy cerca de ella, Irma cesó de alimentar sus animalitos de la granja y me observó con sus grandes ojos azules, la vida y el mundo entonces se detuvieron por algunos momentos.
Reacciono y ante su duda le hablo :

- ¿Enfermera Irma del Hospital Hessen ?
Los ojos de Irma fueron entonces más grandes y las pupilas se dilataron en emociones eléctricas.
Vuelvo a hablarle a mi amada, y llevándome la mano derecha a la invisible visera en saludo militar, le digo :

- Es su capitán reportandose antes del amanecer.

Irma lo comprendió todo, lanzó el alimento de los animalitos al cielo y corrió hacia mí en un abrazo de reencuentro. Nos abrazamos y nos besamos en aquel milagro de amor. Luego me susurró al oído :
- Pues bien capitán, ¿cree usted que esta vez el Alto Mando nos permitirá casarnos?

- No lo dudo enfermera Irma, el mismo universo está de acuerdo en nuestra eterna unión. Mañana mismo si lo desea.

Así quedamos, abrazados, fundidos en el hallazgo del amor renacido y en la promesa del vínculo sagrado.
Alrededor de nosotros varios animalitos hacían un círculo donde se alimentaban ausentes de nuestras emociones, el sol ya había emergido y comenzaba a bañar aquella tierra fértil donde la paz descansaba esplendorosa y prometedora.

Algunos rayos tocaron el cabello de Irma, pude entonces ver destellos dorados desde la belleza de su cabellera y mirando la tierra a mi alrededor, pensé que quizás sería bueno plantar trigales, en la tierra o en el cielo, donde fuera, pero junto a Irma.

Texto agregado el 24-09-2017, y leído por 231 visitantes. (19 votos)


Lectores Opinan
02-11-2017 Bella historia de amor, al menos tiene un final feliz. La guerra ha sido poco generosa con los que sufren de amor. ***** tequendama
31-10-2017 Es una historia muy hermosa que tuvo un final felíz. Eso es un milagro porque a veces el tiempo se encarga de desunir aunque el amor sea profundo. Me gustó// Así quedamos, abrazados, fundidos en el hallazgo del amor renacido y en la promesa del vínculo sagrado.//***** Un abrazo Victoria 6236013
14-10-2017 ¿Colonel de las letras? Jajaja No eres más que un cabo analfabestia que te ganaste el rango de la manera más difícil: eras sargento, antes. ¿Finalmente ya te memorizaste las vocales, o todavía se te dificulta la “o”? Te doy una pista, es redonda, como tu estupidez, redonda por donde la mires. ¡Colonel! Jajajajaja poemss
10-10-2017 Acabo de perder cinco minutos de mi vida leyendo este adefesio. poemss
27-09-2017 Veo que hizo vibrar sus cuerdas románticas, colonelo, y en medio al fragor de la guerra. Faltó algo de linfa, está medio plástica la historia, pero vale la intención. Naturalmente los trigales no se plantan. remos
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