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¿A carencia de libros? ¡Los propios!

Era una hermosa tarde de un lunes cualquiera y me encontraba dentro del ómnibus para dirigirme a la universidad de San Marcos. Estaba planificado lo que iba hacer ni bien llegara a mi Facultad: ir a la biblioteca para sacar un par de libros y leerlos para un informe. ¡Pues bien!, antes de eso fui a Internet para revisar mi correo, pero solo estaría media hora, pues el tiempo lo tenía corto. Al salir de la cabina pública me dirigí a la Facultad, felizmente no me topé con algún conocido, pues me distraería conversando y eso me quitaría tiempo para buscar los libros que requería para el informe. Al entrar a la biblioteca me doy con la sorpresa que los ficheros electrónicos no estaban funcionando: “que mala suerte” -dije amargamente. Pregunté a la persona encargada y me dijo que hoy no habría atención para los libros, pero la sala de lectura sí estaría abierta. No me servia de nada que la sala esté abierta, lo que quería eran los libros. Bueno, felizmente el informe no era para ese día, era para la otra semana, y pensé que mañana todo estaría bien y estaría sacando los libros como siempre. Me equivoqué.

En otra hermosa tarde de un martes cualquiera, estaba muy relajado y tenía todas las ganas de leer los libros para el informe postergado para hoy martes. Estaba muy confiado de que el problema de los ficheros estaría arreglado. Al llegar a la Universidad, lo primero que hago es ir nuevamente a una cabina de Internet (aunque parezca monótono). “Ojala que las computadoras estén bien” -dije esperanzado. Al entrar a mi Facultad trato de pasar desapercibo para que mis amigos no me vean. ¡Logré mi objetivo!, nadie me distinguió. En la biblioteca me doy nuevamente con la sorpresa de que las computadoras estaban fuera de servicio. “¡No puedo creerlo!” -dije sorprendido. Llegué a calmarme y nuevamente me dirigí al encargado para decirle: “Oye, ¿hasta cuándo va estar esta situación?”, me respondió: “no lo sé, tal vez hasta la próxima semana”. ¡Esto era absurdo! Para mañana pensé en traer mis propios libros para hacer el informe en la sala de lectura de la biblioteca (como me dijeron que estaba abierta) afortunadamente tenía los libros en casa. Ahora, muchos se preguntaran ¿Por qué no hice el informe cuando me encontraba en casa, si precisamente tengo los libros? Simple: el tiempo.

El miércoles llevé conmigo los libros para el informe, los leí, pero de todas maneras debí seguir leyéndolos. Espero que esta inactividad de los ficheros no sea eterna, porque somos muchos los que dependemos de los libros de la biblioteca de la Facultad de Ciencias sociales.

Efraín Núñez Huallpayunca
Web: http://espejosazules.blogspot.pe

Texto agregado el 30-06-2017, y leído por 109 visitantes. (3 votos)


Lectores Opinan
06-07-2017 Interesante. Creo que -ZEPOL me quitó la palabra de la boca. Tal vez el ambiente te incite a estudiar, o porque uno se apura más cuando te corre el tiempo y hay que devolverlo. Adiviné? A mí me pasa seguido. ***** Clorinda
30-06-2017 Tu historia me gusta, pero la concatenación lógica no me cuadra. Cómo es que el tiempo no te permite leer lo que ya tienes en casa y te alcanza para ir hasta la biblioteca, esquivar a tus amigos, platicar con la encargada, y regresar a los tres días para hacer lo mismo. Algo anda mal con mi reloj. -ZEPOL
 
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