Había en mis pagos un curandero de nombre Santiago. Un hombre golpeó la puerta y al salir el dueño, le dijo: “Necesito me quiete el mal. Hoy en la plaza una mujer de negro me hizo una mueca rara y tengo mal presentimiento” ¿Tenia guantes negros y se tocaba la cara?-preguntó Santiago. “Si señor!”
Don Santiago con voz gruesa le dijo:”Vete inmediatamente a Villarino y no vuelva mientras yo no le avise. El hombre subió al automóvil y partió raudamente. Don Santiago tomo el bastón y se fue a la plaza de mi pueblo. Poco le costó encontrarla sentada a la pequeña mesa. Ella, La Muerte, mujer hermosa lo miró como si le conociera. ¿Has amenazado a un hombre hoy?- le preguntó Don Santiago. La mujer le contestó: “No, hice un gesto de sorpresa al verlo aquí tan lejos, pues a esa persona debo pasar hoy a la tarde a retirarla en Villarino”