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EL ABUELO TAPERA
Mi abuelo se levantaba temprano…
.- Al pedo como los milícos…Decía mi padre. Pero el abuelo tenía sus razones:
.- La vida es corta, para perder el tiempo durmiendo…Decía y agregaba:
.- El hombre lo malgasta porque se cree eterno. Los animales la viven por instinto, no necesitan reloj, almanaque, ni termómetro. La naturaleza es sabia m´hijo…
A pesar de su sentenciosa visión, nunca me dijo, “Al que madruga dios lo ayuda”, por lo contrario, pensaba que el dios de los hombres “ Era un vago a su imagen y semejanza, que lo único que hizo fue un poco de barro y se dedicó descansar en una nube”.
Así que al amanecer, cantara o no el gallo, el abuelo, saltaba del catre, hacía una flexiones, se vestía, se lavaba la cara con el agua de la bomba, orinaba las suyas, prendía el fuego, calentaba la pava, y tomaba mate hasta que la yerba se lavaba, sentado en un banquito, “el matero” lo llamaba., tenía dos, uno para él y el otro para la visita. Después salía a las chuequeadas, llenaba una lata con maíz y rumbeaba para el gallinero silbando bajito acompañado de sus dos perros, el Moncho y el Cachafáz , tenía unas veinte batarazas, una yunta de patos y un gallo a los que había numerado, porque no memorizaba los nombres A mi viejo le decía Segundo, a Perico Terzio, a Pancho Cuarto, a Zunilda “la Gorda”, hasta que adelgazó después la llamó Quintina y a Roberto, el menor, no lo llamaba porque no le daba bola. En realidad a las gallinas tampoco porque en cuanto lo veían venir ya estaban todas numéricamente ordenadas esperando la ración. Ese día le pareció que faltaba una, intentó contarlas pero no era fácil, para su cansados ojos eran una madeja blanca y gris de picoteos naranjas, un remolino de patas y de plumas. Lo mejor era tomar presente.
.- Una?...
.- Co co, có…
.- Dos?...
.- Co co có…
.- Tres?...
.- Co co có.. Así continuó hasta la diecinueve.
.- Veinte?...
.- Veinte?...Repitió. Nadie respondió a su llamado, las gallinas se miraron confundidas, el gallo recorría el gallinero como loco buscando a la fulana. “Cómo podía ser”, se preguntaba, si aquella noche, antes de irse a dormir habían tenido relaciones, y como siempre, por ser la última, le daba la yapa pa´ que tenga Miró al abuelo, hizo un cogoteo y abrió sus alas como diciendo…”.No sé qué pasó” .- .Gallo de mierda...Murmuró el abuelo. - Solo sirve pa´ culiar..…
Acarició las cabezas de sus perros que lo miraban interrogantes. ( Siempre los perros tienen miradas interrogantes) y volvió sobre sus pasos, dejo la lata en el tacho del maíz y siguió con su rutina, paso por el molino, sacó con un rastrillo unos trozos de bosta que flotaban en el agua del bebedero.
- Donde se come no se caga, vacas sucias. Dijo molesto y se limpió una alpargata que había pisado una que recién había salido del horno, las vacas en cuanto lo vieron se le fueron acercando, pero él no andaba con ganas de conversar y las esquivó. Le llamó la atención un humo que salía del montecito de paraísos del campo del vasco Arriague, que lindaba con el suyo y enfiló para allí…Casi llegando divisó a un hombre de espalda sentado en un tronco, su figura tapaba el origen del humo, pero el olor delató que estaba haciendo un asado. Evidentemente no era el vasco, su olor corporal volvía inodoro cualquier otro por fuerte que fuera.
Trató de no hacer ruido para sorprender al intruso. Era un hombre de su edad, hacía tiempo que no veía un linye, un sobreviviente de aquellos legendarios peones golondrinas que divulgaban el anarquismo. El hombre estaba asando un ave ensartado en un palo apoyado en dos horquetas de paraíso, Él desparramaba las brasas con una rama mientras lo hacía girar con la otra mano. Levanto su mirada hacia el abuelo cuando lo tenía a un par de pasos. Lo miró sin sobresalto.
.- Güenas y santas paisano, más vale llegar a tiempo…Le dijo con una sonrisa. El abuelo le devolvió el saludo, le agradeció el convite pero se excusó de aceptarlo. Nunca había matado a sus gallinas para comer, las tenía como ponedoras. No lo iba a cuestionar, él también en sus años mozos había carneado ganado ajeno, pero siempre había dejado el cuero en el campo…. Solo le preguntó afablemente.
.- A dónde dejó las plumas paisano ?...El linyera se levantó, caminó hasta unos yuyales y le mostró unas plumas coloradas.
neco
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Texto agregado el 25-05-2017, y leído por 100 visitantes. (0 votos)


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