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Inicio / Cuenteros Locales / cjvr / Una pequeña historia de navidad (IV)

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-Si. Hace unos 77 años yo también fui elegido, elegido para tener una de las mayores responsabilidades del mundo: El procurar que el espíritu de la Navidad no se acabe. Yo era como tú Mery. Amaba la navidad y disfrutaba todo lo relacionado con ella: El árbol, las luces, los regalos, el chocolate, las calcetas colgadas en la chimenea, ¡todo!
Por eso fui elegido, por amar y disfrutar la navidad más que los demás. Además, el que me eligió me dio algo muy especial.
-¿Qué es? –preguntó Mery ansiosa. El anciano mostró una piedra de cristal pequeña que colgaba de su cuello. Brillaba mucho, con un resplandor muy notable.
-¡Wow! –exclamó Mery asombrada.
-Esto, mi pequeña Mery, es un collar mágico. En la piedra se encuentra todo el poder navideño. ¿Ves cómo brilla? Mientras más brilla más poder tiene.
-¿Y qué puede hacer?
-Lo que sea Mery, ¡lo que sea!
-Eso es una ridiculez –dijo el padre de Mery-. La magia no existe, ¡todo el mundo lo sabe!
-¿Qué la magia no existe? Ya lo veremos. Ahora, ¿qué tiene en el pie? Veo que lo tocas constantemente.
-Me lo lastimé en el bosque mientras buscaba a mi hija.
-Ok. Ahora verás el poder de la magia. Navideña.
El anciano respiró hondamente varias veces. Cerró sus ojos y puso sus manos cerca de la piedra del collar. Movió sus dedos como si creara una honda. Entonces, abruptamente del collar las manos separó y todo se oscureció.
-¡Mami! –dijo Mery asustada mientras abrazaba a su madre.
-Tranquila hija, todo va a estar bien. Lo prometo.
Cuando la madre de Mery terminó de decir esas palabras un brillo blanco y resplandeciente apareció. Era muy segador y difícil de ver. Provenía del collar del anciano. El collar empezó a flotar y a llenar todo el bosque con su brillo. Papá miraba protegiendo su vista con la mano. Mery seguía asustada, abrazando a su madre. El collar dejó de emitir brillo lentamente hasta casi apagarse. Mery decidió abrir los ojos. Del collar comenzó a caer una especie de brillo colorido.
Caía lentamente. Era hermoso. Los árboles se llenaron de su esplendor y crearon un mágico ambiente. Mery estaba asombrada. Su padre comenzó a sentir cosquillas en su tobillo lastimado. Lo miró y se asustó. Una especie de brillo amarillo rodeaba su lesión. A los pocos segundos su tobillo se recuperó. Estaba pasmado. Miró al anciano y este sonreía.
-Y-yo yo… -tartamudeó el padre de Mery- no sé que decir.
-Yo si –dijo el anciano-. La magia es real, y existe.
El collar finalmente dejó de brillar y descendió poco a poco hasta llegar al cuello del anciano. Este, al momento de que el collar rozó su cabeza, cayó al suelo. Mery corrió asustada hacia él. Sus padres corrieron tras ella.
-¿Se encuentra bien señor? –preguntó Mery tratando de ayudarlo a levantarse.
-Sí, sí. No te preocupes.
El anciano como pudo volvió a ponerse de pie, pero se veía muy débil.
-¿Qué le pasó? –Preguntó la madre de Mery- ¿Por qué cayó al piso?
-Es por el poder del collar. Para poder realizar lo que vieron tuve que transferir parte de mi poder al collar. El problema es que mi poder no estaba completamente recargado y tuve que transferir poder extra que debilitó mi cuerpo.
-Yo creí que la magia era ilimitada.
-No Mery, no lo es.
Hubo un pequeño silencio, que fue terminado por el padre de Mery.
-Este… -dijo dirigiéndose al anciano-, creo que le debo una disculpa. Parece que… me equivoqué con respecto a usted. Es una buena persona y… bueno, le pido que por favor me perdone.
El anciano sonrió y se acercó al padre de Mery y lo abrazó.
-No te preocupes, te perdono.
El padre de Mery aceptó el abrazo y se le salieron unas lágrimas. Fue una conmovedora escena.
-¿Y cómo se recarga la magia del collar? –preguntó Mery. Su padre y el anciano se separaron.
-Es fácil –dijo el anciano. Se quitó el collar y se lo puso a Mery-. Solo debes pensar en una cosa: todos los buenos momentos que has vivido en navidad.
-Pero… ¿y si no tengo ningún buen momento en navidad?
El anciano se sorprendió un poco.
-Pero Mery, ¡es navidad! Todos tenemos un buen momento en navidad.
-Ya lo sé pero… ya no es lo mismo que antes. No siento la misma alegría que sentía años atrás –le salieron algunas lágrimas de sus ojos-, ¡ya estoy muy grande para eso!
Mery comenzó a llorar. El anciano, con mucho cuidado, se agachó frente a ella.
-No digas eso –dijo el anciano secándole las lágrimas-, nadie es lo suficientemente grande como para celebrar la navidad, ¿de acuerdo? Ahora, lo único que debes hacer es recordar Mery. Recuerda todos aquellos buenos momentos que has vivido en esta fecha. ¿Puedes hacerlo? –Mery asintió y el anciano sonrió-, perfecto.
El anciano se levantó y se alejó unos pocos metros.
-¡Y recuerda Mery! –Volvió a decir el anciano- ¡Cierra los ojos y piensa!
Mery cerró sus ojos. Algunas lágrimas aún estaban en su cara. Empezó a pensar y a tratar de recordar. Trató y trató, pero no lo consiguió. Se dio por vencida y sus ojos abrió.
-No puedo hacerlo.
-¡Si, si puedes Mery! –Gritó el anciano- ¡No te des por vencida, solo esfuérzate un poco más! ¡Ánimo!

Texto agregado el 09-01-2017, y leído por 112 visitantes. (0 votos)


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