¿Cómo podrás amar con tanto calvario?,
¿con tanto viento de exilio a tu lado?,
¿con tanto desatino que te escarba las manos?,
¿con las sobras del amor
que has mendigado?
No te pediré de tus incestos amorosos
un inventario,
no jugaré a favor de ningún Dios
porque por andar haciendo líos
del cielo me han expulsado.
Desata tu mente,
haz un bollo del caos que llevas contigo
y reinvéntate
en la peregrinación de la libertad divina.
No dependas de quién te profesa cariño,
pues, las ilusiones rotas
no estiman en precauciones
ante la fatalidad de la devastada pérdida,
que sobre los sueños que subyacen en la claridad del día
no han sido fértil para el labrado de tu tierra.
Si quieres abrazarme,
hazme llama en las brasas de tu cuerpo incendiado,
bésame los labios
como si la pasión, en cada succión,
te fuese quemando.
Hazme tu perdición,
tu infancia pobre,
tu semblante en la mirada noble,
pero amor mío, ¡no!
después no te quejes cuando todo haya acabado
y la conciencia castigue,
con implacable escarmiento,
la armonía que, en tiempos lejanos,
bordeó los holocaustos de tu mente asediada.
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