Oí que estabais viajando
por países bellos y desconocidos.
Por países donde la paz
y el refulgente amor
aún enarbolan sus banderas con orgullo.

Oí que estabais de paso
en este mundo en el que vivo,
pues vuestro destino
es un lugar desconocido,
todavía para mí incomprensible.

Oí decir que vuestros corazones
guardan el sentimiento puro
de la tranquilidad absoluta y apetecida,
que vuestras miradas no son compasivas,
más bien rebosan bondad inconclusa.

Oí también un día,
que podríais venir a buscarme
en la época de mi último otoño
y llevarme al juglar que cante
y sentarme junto a flores de loto.

Y oí junto al río brillando,
la historia de un mundo de alegría,
de laúdes sonando cada día
al compás de voces veleidosas,
en países sin geografía.

Oí un cuento de hadas
y de un ser llamado muerte,
del dolor que conllevaba,
pero también de la nueva fuente
que se enciende cuando nos halla.

Oí de vuestro viaje,
y también de vuestro destino,
oí vuestras voces llamando
a compañeros para el camino
más bello que recorre la ''vida''.

Oí vuestra promesa
y la lágrima al romper su cristal,
sentí mi corazón y al final,
seguiré mi vida hasta que el sol
me lleve con vosotros a aquel lugar.