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ROBANDO HISTORIAS
Desde que me jubilé, comencé a frecuentar los bares. Me sentaba en una mesa y tomaba notas de ideas que me podían servir para escribir un cuento. Cuando observaba una conversación animada, trataba de acercarme y prendía el grabador. Era un voyeurismo auditivo que me había nutrido de interesantes historias.
Aquel día estaba en el café El Británico, en parque Lezama, era un lloviznoso atardecer de invierno. Desde la vidriera veía pasar los coches. Las luces que se espejaban en los adoquines mojados creaban una festival de colores. Me sacó de mi embeleso una pareja que se sentó en la mesa frente a mí. El hombre quedó de espaldas, pero por su incipiente calvicie franciscana y su pelo blanco, estimé que tenía más de cincuenta. A ella si la podía ver bien, era una veterana infartante, pelo negro liso, corte carré desmechado, ojos rasgados con más brillo que las luces de los autos.
Orienté el grabador que tenía sobre la mesa y lo prendí. No podía descifrar de qué hablaban, pero confiaba en mi Aiwa, sus micrófonos direccionales captaban más que mis discapacitados oídos. Me dediqué a observar lo gestos, después le editaría el diálogo. Ella lo miraba arrobada con una sonrisa dulce en sus carnosos labios. Él extendió su mano y le acarició el pelo, ella la tomó en las suyas y le dio un mordisco mirándolo a los ojos, los dos adelantaron levemente sus cabezas, se dieron un piquito y quedaron con la mano entrelazada. Cuando el mozo los atendió, señalaron hacia la mesa de al lado, no entendí el gesto, pero el mozo dijo asintió y se retiro. Mi experiencia de fisgón me dijo que estaba ante dos tramposos, no es común que dos mayores se prodiguen tantos arrumacos en un lugar público, y un matrimonio ni en privado. La mujer modulaba bien, yo trataba de leerle los labios, pero ni así. Cada día estoy más sordo.Me entretuve en las imágenes gestuales, mohines, sonrisas y miradas que ella prodigaba a cara llena y el acting de las manos que hacían un ballet de acariciante.
No sé, cuanto tiempo pasó. El juego fonomímico, y la atención por querer entender el dialogo, me había absorbido de tal manera que me llevaron a un estado hipnótico atemporal, al término del cual se levantaron. Pasaron tan cerca, en un plano tan cerrado, que pretender recoger una imagen más amplia me hubiera puesto en una situación ostensiblemente desubicada. Recién lo intenté cuando oí que se cerraba la puerta. Miré hacia afuera y vi que caminaban abrazados pegoteados de besos. Hacían una linda pareja. El levantó la mano avanzando hacia un taxi en la vereda opuesta.
.- Hasta el telo más próximo. Me dije, apagando el grabador. Pagué el café, salí para mi casa, ansioso por oír lo registrado. Lo único entendible era la voz del mozo.
.- Qué se van a servir?...Luego sus pasos y el pedido al mostrador.
.- Marchen dos cafés con dos tostados.
Lo demás era chino.
.- Qué lo parió, no tenían cara de orientales!..

neco 10 / 10 / 16

Texto agregado el 11-10-2016, y leído por 95 visitantes. (2 votos)


Lectores Opinan
11-10-2016 Cuento chino.Que calajos,lo disfluté.UN ABLAZO. gafer
11-10-2016 Se me escapó la mínúscula: Me gustó mucho. MujerDiosa
11-10-2016 Ay Neco,cómo nos parecemos! jajajaa..tengo cantidad de cuentos de cafés. Es que Buenos Aires da para eso, no sé si otro país. me gustó mucho! Un besote. MujerDiosa
 
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