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LA CARTA

Desde que había sido internada en aquel colegio, Pilar Hernández nunca había podido comunicarse con su novio Miguelito. Esto se explicaba porque las monjas supervisaban todas las cartas que enviaban y recibían las alumnas, a menos que hubiera un permiso especial de los padres. Por supuesto ellos no lo consentirían ya que Miguelito había dejado de estudiar, y le habían prohibido verlo.

Era su primer amor y necesitaba saber si él todavía la recordaba. Entonces le escribió una carta fogosa para enviársela con una alumna externa, donde le expresaba cuánto lo amaba y cuánto deseaba estar otra vez en sus brazos como aquella vez que él la había acariciado toda…

Releyó el contenido y pensó por un momento si no se habría sobrepasado, pero ya no tenía tiempo de escribirla de nuevo. Era lo que sentía, así que se apuró a cerrar el sobre antes que lo vean las monjas, siempre tan controladoras. Menudo lío se le armaría si la descubrían.

Tenía unos minutos y aprovechó a escribirle también una carta a su madre, por supuesto de otro tenor, sin mencionarle sus problemas y lo insoportable que se le hacía el involuntario encierro, el rigor de las obligaciones religiosas, ni todo lo demás. De hacerlo sabía lo que se vendría.

Después de escribir rápidamente los sobres, disimuladamente le entregó la carta para su novio a su compañera cómplice, y la que dirigía a su madre, a la monja prefecta.

Esa noche, durante la cena, notó que la monja se paseaba por los pasillos del comedor, leyendo las cartas que le entregaron las alumnas ese día. De reojo observaba si ya le había llegado el turno a la que escribió para su madre, sabiendo claramente que el contenido la iba a satisfacer, y al menos en esto esta vez no sería reprendida.

De repente notó que la monja se había puesto roja como la grana, y se dirigía hacia ella a grandes pasos, mostrándole la carta.
-¿Qué significa esto, Hernández?
Un escalofrío recorrió todo su cuerpo cuando pudo leer el encabezamiento:
“Querido Miguelito:”

Texto agregado el 19-09-2016, y leído por 340 visitantes. (15 votos)


Lectores Opinan
23-01-2017 Caramba caramba qué nefasta confusión hipsipila
13-10-2016 Las prisas nunca son buenas . autumn_cedar
26-09-2016 jejjee divertido. rhcastro
19-09-2016 Uyyy, hay que tener los sentidos muy afinados. Abrazote! MujerDiosa
19-09-2016 Una buena leccion.La proxima no tientes al travieso destino y envia las cartas una a una.Divertido.Un Abrazo. gafer
19-09-2016 Terrible error!! ome
19-09-2016 Uno nunca sabe lo que nos reserva "el primer amor"...a la vuelta de la esquina siempre está...Muy sentida la narración...Aplaudo... perseoescritor
19-09-2016 Muy bueno ***** Qué peligro tiene dejar el teléfono encendido. Los WhatsApp a las 3 de la mañana, jarto de cubatas..?..puede que te equivoques al enviar. grilo
19-09-2016 En tremendo lío se metió. Saludos. NINI
19-09-2016 Me ha provocado una sonrisa esta divertida historia de un error. Se lee con interés y es muy entretenida. Buen trabajo Clara. 5* BarImperio
19-09-2016 jajajaja... de esos errores está plagado el mundo seroma2
19-09-2016 Uuuhh que problemón. Pero hay cosas que no se controlan. Saludos! TuNorte
19-09-2016 Ah! verdad, por ahí alguien me dijo que aquello que se escribía del corazón sale genial, pero en estos casos no se da. Ay que mal! marcellasant
19-09-2016 Ja! El amor hace cualquier cosa Juan_16
19-09-2016 Ohhhh... no puede ser!!!!! Noooooo.... PiaYacuna
 
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