TU COMUNIDAD DE CUENTOS EN INTERNET
Noticias Foro Mesa Azul

Inicio / Cuenteros Locales / Jisaen / El anciano y la llave

[C:569773]

El anciano encontró la llave dentro del relicario colgado en su pecho, luego de buscarlo por días. Justamente, cuando se resignaba a perderlo.
Como toda mañana desde hace algunos años, despierto a las 4 a.m. en punto. Como cada mañana, desde que trato de aprender lo que la resignación realmente significa, me levanto pesada y dolorosamente a empezar el día. Desde que vivo solo, el ruido y las correrías desaparecieron. Ahora creo al igual que a los dieciséis, que ya nada me sorprenderá y que la vida no guarda nada que no pueda soportar. Mientras termino de vestirme para salir a comprar el desayuno, trato nuevamente de encontrar el momento en que la existencia me sorprendió con ese último giro, aquel reservado para los que soportamos los anteriores, el preludio de lo desconocido. Sin nada mas que hacer, intuyo que así transcurrirán mis próximas horas. Buscando ese día específico en el cual pasé a ser una parte de lo que hasta el día anterior era. Una salida perdida que permita entenderme y reconciliarme con la existencia.
Cansado de andar y de pensar, caminando bajo la garua del invierno limeño, se me ocurre que es una tarea inútil tratar de entender ahora lo que no me interesó conocer antes. Decido descansar en la banca de un parque, dejando que el tiempo transcurra a su antojo. El cielo gris se quiebra y la ciudad comienza a iluminarse, la resignación me abraza tibiamente y por primera vez en muchos años, esbozo una sonrisa sin motivo.
De repente, mi cuerpo se paraliza, la niebla cubre mis ojos sumiéndome en la penumbra; con un último impulso reúno mis fuerzas, tratando de contrarrestar el impacto brutal que irremediablemente me desploma en una caída que aparenta ser eterna. Yaciendo en el suelo, abstraído sin tiempo ni espacio, percibo el universo en su totalidad, y todos los minutos, horas y siglos, eras y etapas, todas las leyendas y mitos; creencias y certezas de millones de años transcurridos desde el inicio de los tiempos se repiten en mi mente en unos segundos, sin perderse un solo instante, ni siquiera un detalle, de la vida de los seres que habitaron el mundo. Por un momento, nada es oculto. El entendimiento monstruoso de las razones de cada hombre en la historia revela todo lo que fue y será un misterio. Una nueva emoción me invade, mezcla del odio de unos, la indignación de muchos y la resignación de todos. Porque ahora soy todos; el opresor y el apresado, el que ajusticio y el justiciero, soy el profanador, el vindicador, el que ocultó y el que develó.
No puedo contener por más tiempo las culpas de la humanidad y le ordeno a mi boca expulsar el pecado y la vergüenza. El oprobio de las masas vuelca con fuerza su grito transformándose solo en palabras incompletas de frases nunca antes pronunciadas. En medio de la desesperación y el miedo, una nueva comprensión me invade y con pavor entiendo que las revelaciones, me condenaron al deshonor y una nueva soledad, conocida solo por los elegidos.

Luego, vuelvo a tomar contacto con mis propios pensamientos e ideas. Trato de poner me en pie y redescubro el temblor habitual de mi cuerpo, pierdo toda confianza en lo que hice y lo que haré, en lo que soy y lo que fui a lo largo de estos noventa y dos años de vida. La mirada atónita del niño que corrió a mi auxilio me basta para entender que nadie sabrá lo que me ocurre porque no lo podré explicar.

El tiempo ya no transcurre igual para mí, así sucede cuando te das cuenta de que el final no es tal. El eco de los lamentos se repite sin cesár en cada calle de la ciudad y el susurro de las voces no me deja pensar. Los ojos compasivos de familiares y amigos evocan las miradas de incalculables rostros que se confunden en el tiempo, que se enmarañan en el espacio, con expresiones impregnadas de dolor, que me invaden desplazándose como virus.

Y lo que sé, se quedará conmigo. Lo que me fue revelado volverá a perderse. Mañana regresare, mas no me reconocerás. Entre sueños y revelaciones te llamare, y podrás oír mi voz, que durara un instante y se confundirá entre gritos y lamentos, y perdurare eternamente en ti.

Texto agregado el 24-06-2016, y leído por 122 visitantes. (0 votos)


Para escribir comentarios debes ingresar a la Comunidad: Login


[ Privacidad | Términos y Condiciones | Reglamento | Contacto | Equipo | Preguntas Frecuentes | Haz tu aporte! ]