Si alguna te preguntaste cómo fue vivir los últimos días de Roma, o como se sintieron los incas cuando fueron invadidos, o qué le ocurrió a los creyentes de RA cuando después de cuatro mil años de adoración se enteraron que su dios no existía, mantén los ojos abiertos. Estamos viviendo en el final del mundo como lo conocimos.

No se trata del cambio climático, para nada. La Tierra ha tenido enormes cambios en su clima. ¿Les suena la última glaciación? ¿La llamada pequeña era de hielo? No había ni industrias ni gases ni nada de eso. Es la Tierra solamente. Pero no se trata de eso.

Tampoco me refiero a un asteroide, meteorito o cuerpo cósmico que nos pueda impactar. Ese no es el caso.

Se trata de nosotros, los seres humanos. Nos estamos embruteciendo a un ritmo muy acelerado. Me pregunto que llegará a sentir la última persona que entienda lo que lea. ¿Será como la descripción que se hace de la Alta Edad Media? Período que los ingleses llaman Dark Ages. Años oscuros cuando todo el conocimiento acumulado durante siglos fue puesto en peligro. Nunca sabremos cuanto se perdió en las grandes piras dispuestas por los fanáticos que no tenían interés en las razones.

Vivimos en una época donde todos somos sospechosos. Estás leyendo esto en internet, eres de la mitad más afortunada del planeta. Del 50% más rico. Eres culpable de algo y todos tenemos mala conciencia. Vamos a declarar el final de las desigualdades. Y seguirán todas tal como siempre.

Ya no queremos razones. La calle tiene la razón. En Chile un sector que quiere destruirlo todo compite en las elecciones y recibe un 5% de los votos. Cincuenta mil electores lo prefieren. No vale de nada. Pero si pones a esas cincuenta mil personas en la calle, vox populi vox dei. Es la voz de pueblo que hay que escuchar porque es sagrada.

Estamos reencantando el mundo. Estamos volviendo a la magia. Estamos destruyendo los fundamentos de nuestra civilización. La que nos ha permitido vivir más años que nunca antes en la historia. La que ha disminuido la mortalidad infantil a niveles nunca jamás conocidos. La que puso al ser humano en el espacio. La que ha sido capaz de crear las armas más aterradoras que han servido para mantener la paz entre las grandes potencias por más tiempo de lo que todos nuestros antepasados conocieron.

Pero eso no es suficiente. La vecina del amigo del vendedor dijo que las vacunas para los niños son malas. Y son malas nomás. Estamos volviendo a ver enfermedades que ya se habían erradicado. Y parece que no importa.

Todos queremos una libertad imposible, como si no hubiesen límites reales. Vivimos en un mundo material.

Los padres jóvenes quieren ser los mejores amigos de sus hijos. Y los hijos necesitan a sus padres. Amigos pueden hacer en el colegio o con sus vecinos. Pero otros padres no encontrarán. Estamos criando generaciones de personas que estarán convencidas de que todo es posible. Y hay cosas que simplemente no pueden suceder. No podemos ni debemos tener todo lo que queremos.

Y claro, tenemos los sospechosos entre los sospechosos: los políticos. ¿Acaso ellos llegaron a sus cargos por arte de magia? No, llegaron ahí porque fueron votados por personas. Compitieron y ganaron. Ellos están haciendo política y espectáculo porque es lo que la gente quiere. No conozco ningún diputado que sea serio. Todos ofrecen show y farándula. Los votantes no se dan cuenta de que son ciudadanos. Se comportan como consumidores. Tal como si fuesen clientes de un partido o de un político determinado.

No estamos viendo el mundo real. No nos damos cuenta que la contaminación es un problema serio, no tanto para el planeta como para nuestros organismos. Pensamos que la educación es la solución a todos los problemas, y no es así. No lo digo yo, sino tipos como Bruce Ackerman o Ha-Joon Chang. Buscamos sin cesar una felicidad líquida. Queremos tenerlo todo y nos estamos perdiendo a nosotros mismos.

Lo triste de todo es que el final es una farsa. Todo seguirá girando pero seremos más brutos, más idiotas y crédulos. El último no tendrá que molestarse en apagar la luz. La electricidad simplemente dejará de fluir.