Me he sacado el corazón.
Apenas alcanza a 250 gramos
cuando lo coloco en la balanza,
parece mentira, era más grande
cuando latía a contratiempo de la vida.
Luego he hecho lo mismo
con el páncreas,
la aguja se detuvo en solo 60,
de todas formas ya no
me va a hacer falta.
El bazo y los riñones
-que casi empatan-
terminaron la carrera en 200.
Con el estómago vacío
sobre el frío plato
suspiro y observo
que roza el kilo
pero no alcanza.
Sin los pulmones
el cuerpo parece más vacío,
y es que pesan 600
suspiros cada uno.

Si sumo los restos
(vísceras, algo de sucia piel
y unos tristes huesos)
que me quedan sobre la mesa
aun no encuentro
de dónde sacan algunos
los 21 gramos que
nos pesa el alma.
Será que el amor hincha
y tiene tal relevancia
que es lo único
que nos llevamos
cuando nos vamos
al otro lado.