Si importara lo que se dice
valdría la pena acaso llamarte con un nombre
regalarte una palabra que designe nuestro entorno
lo que te siento y como te formo
las siluetas mismas de nuestro andar

juntos
de la mano
uno encima del otro
oblicuos
o lejos
como solemos estar

dibujando la velocidad del tiempo
en la distancia de cuerpo a cuerpo

de las esquinas de tu piel
acuñando los limites de mi memoria
que busca derramarse entre los papeles
los vegetales y las alimañas
que carcomen lentamente los piesitos
que caminan alegre las distancias

le construye caminitos de piedras de colores
lo señaliza con ceritas y acuarelas
para que siempre sepas llegar

hasta acá

hasta el fondo mismo de mi corazón
de mi cursilería untada en tostadas
porque ya no hay mermelada
solo queda lo quemado rascado en la mesa
el cuchillo todo pegoteado
y el termo del mate destapado
humeando afuera la abstracción de tu encanto

cuando tu mirada se torna nublada
y se sumerge en alguna sustancia acuosa
alguna realidad inyectada
que te succiona y te lleva a otro lado
siempre justo cuando pones la pava.