Mira amor mío,
agónico parpadea el lucero.
En la penumbra tu cuerpo es un arcano
revelado a mi voluntad.
Dormida en el follaje un ave sueña.
Su cálido fulgor de hojarasca
me recuerda tus ojos.
Bajo mis pies, el suelo tiembla.
Bajo tus pies, el musgo es tibio.
Ha comenzado a llover.
La piel se moja de humedades distintas,
rocío de hombre y de mujer.
Llovizna tibia de sudores
que alimenta los poros de la tierra
Agua que corre entre mis piernas
como melaza frutal, después del sexo.
Caliente vibra un tambor a lo lejos.
Caliente el soplo de tu aliento.
Siento crecer un hálito de gozo,
en tu cuerpo yacente sobre el mío.
Soy la fruta mordida que en tu boca endulza
el animal precioso del deseo.
Somos en la plenitud de la conciencia,
Eva y Adán en la memoria de la carne.
Texto agregado el 19-04-2016, y leído por 365
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