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Los puntitos de Céline

Pensaba que usamos las comas también en la obviedad. Decimos que Pérez es ingeniero, escritor, padre de familia y empresario. Esas comas de la enumeración son tan obvias como obligatorias, es decir que si las quitamos la oración se entiende perfectamente y, por otro lado, resultan tan naturales que si no estuvieran el lector las pondría inconscientemente. ¿Qué nos impide escribir que Pérez es ingeniero escritor padre de familia y empresario? Ahora vendrán los genios de la respiración a argumentar, no sin cierta razón, que uno cuando habla hace esas comas. Oquéi, podemos estar de acuerdo, pero una (digamos) regla dice que las comas separan valores sintácticos iguales y si miramos la oración, es eso justamente lo que tenemos entre ellas.
Una de las instrucciones más útiles que escuché acerca del uso de las comas es la siguiente: poner una coma es abrir un paréntesis. Qué tal. Esto podría resumir el uso de estas virgulillas. La apertura de un paréntesis requiere de un cierre. En nuestro caso este cierre o lo ponemos a conciencia o se pone solo; digamos, pues, que es mejor hacer lo primero.
No me voy a poner a enumerar todas las maneras que conozco de utilizar las comas. Lo que me interesa es tener más o menos una idea de cómo esto afecta lo que se escribe, teniendo en cuenta eso de la subjetividad del uso de los signos de puntuación. Parece que estos signos de puntuación forman parte de lo que llamamos estilo. Si usted lee a Hegel, amén de no entender un carajo, se encontrará con un estilo muy particular (horroroso, bah), acaso no tan particular como el de otros filósofos (que en general escriben feo porque esa gente teme demasiado la claridad). Ahora bien, hablar de estilos en base al uso de las comas sería horrible y hasta podríamos caer bien en la huevada, bien en lo obvio de la normativa sintáctica y bli bl bli. Por esto es que me dispongo a comentar algo del desquiciado de Céline y sus famosos puntos suspensivos.
Alguna vez me puse a pensar, o a tratar de analizar, la puntuación de Céline. Tengo acá un panfleto de Louis Ferdinand y transcribo lo siguiente al azar:

—¡Jamás!… usted no encontrará ni un solo sendero… ni una sola calle… ni una sola placa…
—¿En alguna parte usted ha dicho, si no me equivoco, que en las cárceles danesas matan muy bien a los presos?

Hay dos hablando, obviamente. ¿Qué hacen los puntos suspensivos en este ejemplo? Todos sabemos que se usan a modo de prolongación de algo (no digamos esa pendejada del suspenso, seamos serios). En el ejemplo los tres primeros frenan. Por otra parte, hasta pudo haber utilizado comas porque está claro que luego de “sendero” viene una enumeración cuyos términos comienzan igual (como el caso de las ocupaciones de Pérez). El final del renglón, en cambio, indica otra cosa: ahí no hay una prolongación, ni una coma, ni una necesaria continuidad de la enumeración: esos tres puntos finales, por su usted no se dio cuenta, es muy probable que indiquen que el hablante ha sido interrumpido por su interlocutor.
Leer “Muerte a crédito” es encontrarse con puntos suspensivos y signos de exclamación como para cuatro generaciones de novelistas. Alguno podrá pensar en un abuso de manchitas en el texto, en una hijueputez propia de un desquiciado. Ni hablar de la jerga: modismos que yo leí traducidos al español, es decir, modismos franceses adaptados a modismos españoles contemporáneos. Menos mal que los idiotas de Anagrama no editaron semejante obra (y espero que no se les ocurra por el bien de futuros lectores), porque la habrían hecho mierda con esos leísmos pelotudos que mencioné en algún panfleto anterior. En “Muerte a crédito” el lector llega a pensar que quien va a morir es él mismo antes de llegar al final.
Lo cierto es que el tipo pretendía de ese modo, con semejante puntuación, emular o enriquecer el lenguaje hablado, no digamos la sonoridad, la respiración y toda esa cosa, sino la emoción de la lengua. Un loco de mierda, bah. No obstante, si uno se pone a pensar en la función pongamos convencional de los puntos suspensivos, se preguntará quién sería capaz de “decir” tantos de estos en una conversación. A mí lo primero que me viene a la mente es un niño que llora e intenta explicar en medio de ese llanto lo que ha sucedido. O tal vez un marihuano que habla en un ataque de risa. Lo cierto es que los que dizque usan las comas para dizque respirar acá podrían morirse ahogados por no exhalar.
Voy a abreviar esto, que es mucho. Leí a Céline hace varios años. Primero “Viaje al fin de la noche”, años después “Muerte a crédito”. Con el tiempo saqué mis conclusiones de por qué esa puntuación. Nunca busqué opiniones al respecto porque no me hacían falta (además en internet ponen cualquier gansada) y el año pasado me encontré con “Conversaciones con el profesor Y”, que es un librito de Céline que consiste en una entrevista que se hace a sí mismo y en la que describe contento algunas cosas de su estilo.
En principio dice que la novela compite con el cine y que los novelistas a lo que más pueden aspirar es a que sus libros pasen a la pantalla. Usa el impresionismo a modo de ejemplo, dice que estos artistas vieron la fotografía y tuvieron que replantearse sus formas. Mejor que lo diga él:

—¡Porque habían visto fotos!… ¡venían de descubrir la foto!… ¡Los impresionistas reaccionaron precisamente ante la foto!… ¡no buscaron competir con la foto!… ¡no eran tan estúpidos! Se la supieron rebuscar… ¡inventaron una cosita! ¡que la foto no podía arrancarles!… ¡no tanto el “aire libre”, como dicen!… ¡ahí, verdaderamente ya no arriesgaban nada!… la foto no es emotiva ¡nunca! está paralizada, es frígida… como el cine… con el tiempo se vuelve grotesca… como el cine, necesariamente… ¡que es grotesco!… ¡no le queda otra!…

Esta reacción de los impresionistas, dice Céline, era necesaria en literatura pero los escritores (de su época, obviamente) no reaccionaron. El loco este afirma que tiene que prevalecer la emoción por sobre las ideas y por sobre la reflexión, que “la emoción viene del carozo del ser, no tanto de las pelotas, ni de los ovarios…”. Cuando define su estilo, dice que toma todo lo de la superficie y lo lleva abajo, al metro, al “metro emotivo”. Se refiere como metro, claro, al tren subterráneo. Esto es “una cosita” que inventó él. Veamos:

—¡Y toda la superficie conmigo! ¿eh? ¡toda la superficie! ¡embarcada! ¡amalgamada en mi metro! ¡todos los ingredientes de la superficie! ¡todas las distracciones de la superficie! ¡a la fuerza! ¡no le dejo nada a la superficie!… ¡le birlo todo!…
—¡Ah!… ¡ah!…
—¡No, coronel!… ¡no, perfectamente!… ¡todos en mi metro emotivo!… ¡las casas, los ladrillos, los maridos, las señoras, los panaderos, las bicicletas, los automóviles, las costureras, los policías! ¡amontonados! ¡“montones emotivos”!… ¡en mi metro emotivo! ¡no dejo nada en la superficie!… ¡todo en mi transporte mágico!
—¿Ah?… ¿ah?…
—¡Con violencia!… ¿usted es el mago? ¿sí?… ¿no? ¡entonces que su encanto opere!… ¿algunos lectores se empacan?… ¡un garrotazo!… ¿algunos prefieren el cromo? ¡un garrotazo!…

Entonces todo lo de la superficie el tipo se lo lleva bajo tierra y lo mete en un dizque tren emotivo que va a toda velocidad. Luego dirá que lo que queda en la superficie es esto: el cine, que es la puta más fea, la psicología, toda la mierda filosófica y todo el horror fotográfico. Como vemos, este muchacho amaba a todo el mundo, casi como usted que, como digo siempre, es un ser de luz.
Pero yo empecé esto con los signos de puntuación. Bueno, Céline dirá que su tren no puede andar por rieles normales, que necesita rieles torcidos porque si no, se va todo a la mierda. Dice que hay que tener mucho cuidado para no cagarla. Bueno, dice esto:

—¿Comprende lo que le explico? ¿todo lo que le explico? ¿el refinamiento de mi invención? ¡la astucia del trabajo! ¿por qué yo soy el genio de las letras? ¿por qué soy único, eh?
—¡Sí! ¡sí! ¡sí!
—¡La emoción a flor de piel! ¡nunca a un costado!
—¡Sí! ¡sí!
—¡Que su metro falle por un milímetro!… su metro atiborrado de lectores… hechizados con su estilo… ¡es la catástrofe!… ¡todo patas para arriba, coronel!… ¡una carambola! ¡por un milímetro! ¡y usted el responsable!
—¡Sí! ¡sí! ¡a toda velocidad!
—¡Las niñeras, los kioscos, las revistas, los motociclistas, los galanes, destacamentos completos de policías, cafés repletos de plagiarios, camiones repletos de sentimientos!… ¡que usted horneó, embutió, anudó a su libro con un minidesvío de su estilo, con la sombra de una coma!… ¡chocan contra el decorado! ¡revientan todos! ¡se hacen papilla!
—¿Ah?… ¿ah?… ¿ah?…
—¡Termínela con su “ah”, coronel!… ¿quiere más detalles?… ¿detalles íntimos?
—¡Oh, sí!… ¡sí! ¡sí!
—¡Bien!… ¡Los tres puntos! ¡cómo me los han reprochado! ¡todo lo que me han dicho de mis “tres puntos”!…

Y bien, luego se refiere a que lo han criticado por el uso de los tres puntos, se defiende de las críticas y finalmente dice que los puntos suspensivos son los durmientes sobre los que se apoyan los rieles de su metro emotivo. Y la verdad que uno tiende a creerle al tipo este, sobre todo en eso que no se detiene y bla bla.
Oh, iba a decir algo, pero me estaba olvidando un detallito. ¿A usted le parece que esta explicación que puse acá, incluso con frases textuales del propio autor, explica el uso de los puntos suspensivos? Usted no dirá que no leyó a Céline y que no sabe, porque acaba de leer unos párrafos y puede darse una idea. Entonces, insisto, ¿todo esto explica el uso de los tres puntos? Al final me parece que la literatura no sirve para explicar ciertas cosas de la literatura.
Claro que usted acaso sea un lector empedernido incapaz de hacer una A sin amarrarse los extremos de un palo a las rodillas, y estará pues en su derecho de no interesarse por este detalle de la puntuación, conque mejor vaya a escribir un mail a su sobrinito.

Texto agregado el 15-03-2016, y leído por 252 visitantes. (6 votos)


Lectores Opinan
16-03-2016 Creo que es antiestético también. rhcastro
16-03-2016 ¿Y...? Leandro77
15-03-2016 Pos mira leí tu ensayo y como de costumbre me gustó pero de puntos comas y suspensivos no entiendo un carajo así que no te puedo ni dar ni quitar la razón conque mejor me largo a escribir un mail a mi sobrinito que está muy triste porque el Real Madrid no da pie con bola. -ZEPOL
15-03-2016 Me pasó con la "Muerte de Artemio Cruz", esos millones de puntos suspensivos agobian. Saludos kroston
 
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