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Inicio / Cuenteros Locales / malmoth / La indescrifrable sonrisa del mármol

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“Semidiosa”, dijiste. Y yo, esbocé una media sonrisa pensando en otros templos por los que había pasado sin reparar en la amenaza latente de tu piel marmórea, o de tus ojos tornasolados. Ni tan siquiera me alarmó cuando al enarcar la ceja hacías tronar la cubierta del templo. Manteniendo mi sonrisa, pasé el dorso de mi mano por tu pómulo retirando ligeramente un mechón negro de tu cabello y dando un paso atrás, me dispuse a salir con la idea de volver más tarde.

Fue, sin embargo, al estar próximo al umbral cuando no pude resistir la tentación y cual Orfeo, tuve que volverme para contemplarte antes de marchar, y tú, cual Eurídice, te mostrabas erguida transformada en el más fino marmol. Ante mí estabas desnuda, con un brazo extendido, tus carnosos labios en una enigmática mueca, unos leves pechos delatores, un pubis liso, unas infinitas piernas que reposaban serenamente decididas sobre el suelo y tu mirada petrificada, desafiándome. Di la vuelta sobre mis pasos y a medida que me aproximaba, el color volvía a tu superficie y tu pecho de nuevo subía y bajaba al ritmo de tu respiración. Me arrodillé extrañado, y como si necesitara comprobar si la vida había vuelto a recubrir toda tu piel, te mordí en el comienzo del glúteo. Te reíste sin prestar mucha atención al dolor de mi bocado.

Ya que había regresado, comencé a besarte, alzando un poco el mentón para poder llegarte sin problemas, te recliné sobre tu pedestal mientras te colmaba de caricias y allí, en el centro de tu templo, te penetré hasta consumir las fuerzas. Al terminar, envuelto en tu enigmática mueca, me acariciabas el pelo de manera cariñosa. Con delicadeza, volví a alzarte, deposité un nuevo beso esta vez en tu mejilla y repetí el gesto de alejarme. Sin embargo, otra vez al cometer el mismo atrevimiento de lanzar un último vistazo, otra vez tu visión de piedra me hace regresar.

Es ahora cuando comprendo aquella mueca enigmática, ese gesto que mostraba que sabías que volvería y yo ahora sonrío con cada sacrificio ante mi semidiosa.

Texto agregado el 17-12-2015, y leído por 89 visitantes. (2 votos)


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