Los televisores están desapareciendo; de los apartamentos, de las casas y de todas partes. Todos quieren ser protagonistas y todos aparecen en internet, aquellos quienes poseen una gran ambición de fama. Las personas acercándose con mucha discreción permanecen adentro de los circuitos aliándose con nada, con nadie, para morir en manos de la nada. Los circuitos que corren a través del internet no sienten el dolor, no entienden qué es la realidad y discuten acerca de la electricidad en vez de discutir sobre el sistema nervioso que poseemos. Los circuitos no paran de moverse, de un lado a otro, de país a país, de región a región, no se detienen. Están buscando algo, pero no saben qué es; buscan una libertad inexistente.

Durante el tiempo en el que ustedes circulan, de un lado a otro, yo me voy moviendo sin detenerme, concibiendo la desaparición de cada elemento que me rodea. Los voy desapareciendo poco a poco, con pensamientos voy haciéndoles saber que su existencia no debe continuar, pero aun así, perseverarán hasta llegar al punto máximo de la locura en el que dejarán sus nombres e incluso cambiarán su naturaleza, únicamente para cumplir la meta de su supervivencia, para burlarse de los demás.

Sus mentes deploran la realidad, pero no la viven; con dificultad se mueven para generar felicidad, pero inversamente sufren en cada movimiento que hacen. El hombre, como biodispositivo, no puede parar su función y eso no le deja ver su entorno. El pecado inunda La Tierra, y más que el pecado, el delito llena cada lugar donde habitan humanos. Eso no es amor, fornicar no es amar, es una tortura. La frustración de muchos los lleva a entregarse al sexo de una forma descomunal, y ahí pierden el sentido de vivir, pues dejan a un lado su esencia que es ayudar a los demás.

La verdad me protege y aunque la esencia de la humanidad parece ser la injusticia, la agonía de los delincuentes no se compara con la agonía de los que han sido forzados a sufrir en La Tierra. Aquellos quienes viven más, son quienes más sufren, pues la vida en general es una tortura. De ese sufrimiento uno debe producir algo provechoso, que le convenga a todos, y debido a esto la justicia siempre debe prevalecer en todas las sociedades. Yo he mostrado a todos ustedes aquello que he debido mostrar, aquello que mi consciencia me dicta que tengo que hacer y eso es innato en cada uno de nosotros. Quienes evaden la justicia, tarde o temprano caen en sus mentiras, ya que no podrán vivir toda la vida engañándose a sí mismos. Si evaden la justicia, la justicia los alcanzará, y con creces la naturaleza se encargará de pagarles por el daño infligido a sus congéneres. Nadie podrá huir de la verdad, pues no hay nada más dañino que negarla; cada consciencia reconoce que no debemos sufrir, y en pro de eso, cada uno libra una guerra sin descanso, sin interrupción y con esperanza.