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Inicio / Cuenteros Locales / Koke_Vejete_2001_2016 / Fiebre... Amanecer (Escrito 18/06/2008)

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Los huraños y múltiples sonidos como invitados no deseados entran en la habitación, se origina del constante desfile de ruidosos automóviles que pasa bajo nuestra ventana. Cada murmullo es acompañado por las voces de una multitud de personas que comienzan sus labores diarias. Estar en un segundo piso y tener la protección de un grueso ventanal no merman los cuchicheos que a pesar de ser muy soeces son demasiados molestos.
Te veo sentada a los pies de mi cama, la preocupación así como la fiebre ya advirtieron su retirada, lo sé por las tonalidades de múltiples y calidos colores que componen tu sonrisa.
Un hostigante agotamiento reposa en cada músculo cuando vuelvo a tomar el control de mi cuerpo; todas las células quejándose ácidamente envían sinfonías de los más variados dolores por mi espina dorsal.
A pesar de tener los labios agrietados te obsequio una sonrisa que viste todo el cariño que siento por ti. Garabateando en la mirada tonalidades de horizontes en gratitud, pinceles trazando líneas de destinos que pausadamente bogan en tus ojos. Acunando cada amanecer con el sabor de tus besos en mis labios, buscar la inmortalidad holgada en el escrito que descansa en el horizonte de tus caricias.
_Tengo hambre, y eso que ayer cuando llegué había cenado._ Te digo acomodándome entre las sábanas, poniendo las manos tras mi cabeza y disfrutando de la luz natural que en unión con una suave brisa entran por el ventanal. A pesar de los dolores me siento bien, y sé que con las horas venideras cada sin sabor dejado por la dañina enfermedad terminara alejándose en forma definitiva.
_ ¿Llegaste ayer? Jorge, llevas en cama más de dos días, tenías mucha fiebre. ¡Bestia me tenías preocupada!_ Te abrazo con fuerza, amándote en cada bocanada de silencio. Las palabras quedan estancadas tras cederte indefinidamente lo que soy, sustrayendo del alma toda la retribución que significa tenerte cuando mas necesito de ti.
Acariciando tu rostro con la yema de mis dedos me extravío en la alegría de tu mirada, entregándote mi espíritu envuelto en apacibles pétalos de poesías. Ofrendas de sacrificios que frecuentan las voces interiores, labrando un mundo donde tú presencia en mí será eterna.

Texto agregado el 30-09-2015, y leído por 102 visitantes. (0 votos)


Lectores Opinan
30-09-2015 ...tell my wife i love her many much she know's navas
 
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