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En la Edad Media solía decirse que cuando se tuviera un dolor de muelas se rezara a Santa Apolonia y el dolor desaparecía, esto se debe a que la así denominada es una mártir que murió en Alejandría a mediados del siglo III, durante un levantamiento local contra los cristianos. Antes de morir quemada en la hoguera, fue martirizada con la extracción violenta de todos sus dientes.
La mitología cristiana dice que los treinta y dos dientes de Apolonia, fueron tirados por sus martirizadores a la vera de un camino de esa ciudad de Egipto y que algunos fervorosos cristianos, de noche y a escondidas, hubieron de recogerlos para guardar como amuletos con los que recibir la gracia de la pobre víctima.
Juan XIX papa de la Iglesia católica de 1024 a 1032, sucedió a su hermano Benedicto VIII. En el momento de su elección era cónsul y senador además de laico, por lo que recibió todas las órdenes sagradas hasta la dignidad de obispo en un solo día a cambio de una importante cantidad de dinero con lo que inició su pontificado con una de las lacras que lo definirían: la simonía, o sea la compra de cargos pontificios por dinero.
Delicias de los papas medievales que felizmente se han superado.
Pero resulta que este bueno de Juan, enterado de las supuestas bondades que los dientes de Santa Apolonia poseían, emitió un edicto ordenando que todos aquellos que poseyeran alguna de las valiosas piezas dentales, las remitieran sin más trámite a Roma, recibiendo en trueque una pequeña cantidad de oro.
Obedientes y sumisos, los creyentes comenzaron a entregar en sus respectivas iglesias locales sus amuletos bucales, llevándose para sus hogares la aurea recompensa.
Cada titular de iglesia, a fin de congraciarse con el papa Juan, alentaba a sus fieles a realizar sus ofrendas garantizando el premio o de negarse, prometiendo el castigo eterno.
Las Iglesias de las aldeas, remitían su colecta a la de la Capital, reembolsando esta el oro entregado, y desde la Capital se remitían a Roma con igual intención.
Don Juan, para ganarse la lealtad de los obispos, repartió esas reliquias varias iglesias de Roma, en la catedral de Plasencia, en la iglesia de S. Roque de Lisboa y en otras diversas iglesias europeas. Pero su número es tan elevado, existen más de 500 dientes, que la mayor parte de ellas son falsas o sospechosas.
Lo que de la historia no me ha llegado es si Juan XIX recibió o no oro a cambio de los benditos relicarios.

Texto agregado el 22-09-2015, y leído por 146 visitantes. (2 votos)


Lectores Opinan
23-09-2015 Me ha resultado más que interesante, interesantísimo. MujerDiosa
 
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