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Padecía una enfermedad terminal, del hospital fue llevado a su casa para que agonizara sus últimas horas junto con sus familiares, amigos y más allegados; la casa estaba muy concurrida por amigos, primos, sobrinos, nietos, hermanos y los más importantes su esposa y tres hijos, cada uno fueron entrando para darle el último adiós: El cuerpo estaba postrado en la cama habían colocado dos almohadas detrás de su cabeza haciendo que se inclinara para ver y saludar a los que entraban a visitarlo, una cobija lo tapaba por completo, en un lapso hubo tanta gente que el ambiente se volvió muy ruidoso y cálido, del enfermo salió una tos muy fuerte y carrasposa, todos los que estaban dentro de la habitación salieron rápido, como si intuyeran que el enfermo terminal quería un poco de aire más desahogado.
El agonizante hizo como pudo son su brazo una señal, los hijos y su esposa observaron, no entendieron lo que les quiso decir, divagaron durante unos minutos la esposa se levantó y se acercó a un lado de la cama, inclino su cuerpo y puso su oído cerca del enfermo, este balbuceaba y decía palabras incoherentes, la esposa subió los hombros como una muestra de que no entendía lo que quería, uno de los hijos se acercó del otro lado de la cama y se inclinó para poder escuchar lo que el enfermo quería decir, se acercó un poco más y de presto dijo: “dice que ya es hora”. Los familiares se asombraron, discutieron entre ellos y salieron dejando solo al enfermo, en el cuarto había varias fotos familiares, a un lado de la cama en un estante de madera unas fotos retrataban al enfermo junto con su esposa y al otro lado de la cama en la pared estaban colgados unas fotos muy bien enmarcadas de los tres hijos que tuvieron fruto de su matrimonio, el enfermo fijo su mirada en la tercera foto la cual era de un hijo pero esta tenía un listón color negro en la esquina superior derecha.
En ese instante un cura entro al cuarto lo acompañaba la esposa y un hijo, al parecer el cura había llegado para oír las plegarias del enfermo y no cabía duda el sacerdote haría el ritual de dar el sacramento de la unción, hizo su ritual y al finalizar se despidió haciendo la señal de la cruz frente al enfermo terminal, dejaron al enfermo solo y durante ese tiempo descanso lo más que pudo, parecía que tenía pesadillas, en un instante abrió los ojos de repente y volvió a observar la foto del hijo que tenía el listón negro, de repente la esposa volvió a entrar pero esta vez acompañada del otro hijo, acompañaba a ambos un pastor evangélico, se pusieron a orar y el pastor evangélico puso su mano en la cabeza del enfermo, este tosió muchas veces, terminaron de orar y salieron los tres del cuarto, la esposa cerro la puerta y dijo en voz alta: “dejémoslo descansar”.
Durante la noche el enfermo terminal descansaba pero escucho como alguien abría la puerta por el chillido que esta emitió, notó una figura que entró y se colocó en la esquina del cuarto, al verlo postrado en la cama dijo:
-Tantos años y no han podido aceitar esas bisagras-
-Últimamente la casa ha estado un poco descuidada-dijo el enfermo.
-Si eso veo ya no es la misma, estaba mejor antes de irme-respondió.
La figura que estaba en la esquina oscura del cuarto se acercó a la cama y al ver al enfermo terminal dijo:
-Te ha pasado la factura la vida-
-Qué puedo hacer ahora, ya es tiempo-respondió el enfermo-sabía que vendrías a despedirte-
-Despedirme-le increpó-no he venido a eso.
-Entonces a ¿qué has venido?-preguntó el enfermo.
Se sentó en una silla que estaba junto a la cama, cargaba una mochila color negro, saco de esta una botella de whisky y una cajetilla de cigarros, saco también un par de vasos, abrió la botella y sirvió dos tragos, le alcanzó al enfermo el vaso con el trago y le dijo:
-Salud-
-No debería hacerlo-dijo el enfermo.
-Crees que eso te tiene así-le dijo-no es solo eso-
Ambos tomaron el trago, después encendió un cigarro con una cajetilla de fósforos, aspiro una bocanada y esparció el humo por todo el cuarto, se le acercó al enfermo y este volvió a decir:
-No debería-
Aspiro una bocanada y también espacio el humo a un lado de la cama, miro a la persona que estaba sentado a un lado y le dijo:
-Cuanto tiempo ha pasado, ¿verdad?-
-Bastante-respondió.
La persona que había servido los tragos guardo la botella y la cajetilla de cigarros en la mochila que cargaba, guardo un vaso y apago el cigarro también, le dijo al enfermo:
-Bueno he cumplido tu última voluntad-
-Gracias-dijo el enfermo.
Cuando estaba por retirarse el enfermo dijo:
-Perdóname si no fui un buen padre-
-Tranquilo no hay nada que perdonar, quizás yo no fui un buen hijo, también-respondió.
En la mañana la esposa entro al cuarto notó el cuerpo del enfermo muy rígido, se acercó a la cara del mismo y no sintió ninguna respiración, el aliento del enfermo terminal se había acabado, llamo a los dos hijos y estos hicieron lo mismo, asintieron con la cabeza, se quedaron acompañando ahora al difunto, uno de ellos le dijo algo a la esposa, esta salió muy rápido del cuarto y tomo el teléfono, busco en una agenda el teléfono de la funeraria, al otro lado respondió un señor que dijo:
-En que le podemos ayudar-
-Habla la esposa de don fulano de tal, lastimosamente acaba de fallecer-
-Mi más sentido pésame señora, desea que lo lleguemos a traer para prepararlo-dijo el señor al otro lado del teléfono.
-Así es, prepárenlo para uno tres días, creo que vendrán familiares del norte-dijo la esposa.
-Muy bien así será-dijo el otro señor y colgó el teléfono.
La esposa busco otro número en la agenda telefónica y marco un número, era de un campo santo, al otro lado una mujer anciana respondió:
-En que le puedo ayudar-
-Habla la señora de don fulano de tal, lastimosamente acaba de fallecer, podrían tener todo listo para el entierro-dijo la esposa.
-Claro-dijo la anciana al otro lado del teléfono.
La esposa estaba por colgar el teléfono cuando la anciana al otro lado pregunto:
-¿En el mismo lugar donde está enterrado su hijo?-
-Si ahí mismo tiene que estar juntos-respondió.
La esposa entro de nuevo al cuarto, miro a un lado y observo la foto del hijo que tenía el liston negro y dijo:
-Ahora estarán juntos-
Salió del cuarto y cuando estaba por salir, noto un vaso de vidrio junto al cuerpo del fallecido, lo tomo y lo olfateo, sintió el olor del whisky y dijo:
-¡Ya ni a los enfermos respetan!-

Texto agregado el 13-06-2015, y leído por 133 visitantes. (1 voto)


Lectores Opinan
13-06-2015 !Salud y Q. E. P.D.~Un Abrazo. gafer
 
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