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Busque el calor yendo a una ciudad donde era verano, quería encontrar el calor de un abrazo. Sentí la brisa fresca cerca del mar y contemplé el oleaje, pensé en ese mundo acuático donde nadan los peces entre los corales, y me lancé a nadar, luego caminé por la arena mirando los caracoles marinos y regresé a mi hogar. Allí la vi acostada en la cama, amanecía y me senté a mirarla por un rato, corrí las cortinas y me acosté a su lado.

Acostarse bajo las sábanas, colocar mi brazo sobre el tuyo, abrazarte con cariño. Un abrazo duradero, imperecedero, hecho carne. Cuando me das un beso torciendo levemente tu cuello y giras tu cuerpo y aprietas tus brazos con fuerza. Apoyas tu cabeza en mi pecho palpitante, y así te quedas pasando los minutos, suspirando tu dulzura en mí piel. Te abrazo, te toco, nos miramos, nos besamos, nos dormimos abrazados. Entra la luz matinal y nos despertamos deseosos de seguir abrazados. ¡Buen día amor! Casi siempre es así y la magia nos envuelve…

Me levanté para ir a trabajar, ese miércoles la dejaría dormir, y le dejé una nota avisándole que llegaría más tarde que de costumbre. Pasé la mañana en mi estudio, y la tarde bajo una sombrilla en la playa, la luna me avisó que ya era de noche y decidí salir a recorrer la ciudad, contemplar las calles vestidas de fiesta, y la gente con sus sueños de alcohol. Volví a la casa y dormía, así que no quise encender la luz, y así no dañar sus delicados ojos, me dormí abrazado a ella.

Al día siguiente ella despertó primero y me dio un beso cargado de pasión, y me abrazó sin querer soltarme, sentenció que me quedara con ella, a pasar juntos el día, observé esa ternura en sus ojos, me hundía en la belleza de sus ojos, pintaba su bonita alma, me perdía en el universo de sus sensaciones, de nuestras sensaciones.
Me quedé un rato más con el amor que me brindaba y prepare mis cosas para ir al estudio, me esperaba un duro día de trabajo, no estaría en casa en todo el día y llegaría por la madrugada.

Al llegar la noche comenzó a extrañarme, a pensar en mí, y preguntarse dónde estaría, se sentía rara, si bien tenía control de su cuerpo, veía cosas que normalmente nadie ve, estaba acostada abrazando un peluche, y de repente lo estampó al suelo con violencia. Algo indescriptible la miraba desde uno de los rincones oscuros, del miedo se cubrió con la manta, el frío salía de las paredes, y las plantas que ahora eran blancas tiritaban sin poder moverse. Al ratito volvió a asomar sus ojos y miró a esa criatura, que parecía que no la miraba a ella, sino que miraba el vacío oscuro, o tal vez una de las paredes. Entonces rápidamente encendió la luz y ese horror espantoso se volvió invisible. Sus visiones tomaban forma: de sombras que veía danzar, de luces extrañas por la ventana, y de duendes juguetones que canturreaban una melodía siniestra, además sentía cosquillas y sus bellos erizarse, pero no veía a nadie. Entonces me llamó por whatsapp, le dije que tardaría una hora cuanto mucho.
Bajé de mi coche y corrí hasta el pórtico de su casa, abrí la puerta y la encontré temblando, tenía rasguños marcados en su brazo derecho y se encontraba en shock, -tranquila querida, seguramente un gato -le dije, y le di un beso en la frente. Ella insistía en que algo raro le ocurría, sus labios balbuceaban palabras incomprensibles, la tranquilicé con un abrazo de oso.

-Querida, si un monstruo te asusta, sencillamente ora –le dije.
Ella dio un respingo, y abrió sus ojos como una lechuza frente a la ventana. ¡Amor! Gritó. Todo había sido un sueño. Se levantó y fue a bañarse, yo llegaría por la noche, luego de varios días sin vernos, nos reencontraríamos. Ella pensaba en el abrazo de amor que nos daríamos, al igual que yo.

Antes que yo llegara, almorzó y pasó el día pasando el trapo por toda la casa, y haciendo otras tareas domésticas, se daba maña para ello, y se encargó de preparar la cena: espaguetis, y una botella de vino tinto con dos copas, entonces llegué cuando tenía todo listo. Escuche el ruido de sus tacos correr hacia la puerta, la abrió y nos besamos, cenamos, y fuimos directo al lecho de la pasión a celebrar.

A ella le encantaba que yo durmiera abrazándola, en cucharita o arrunchados, la complací y así nos dormimos porque nos gustaba. Amaneció y mi bombón helado con corazón de azúcar, abrió sus ojos antes que yo, pensó que ya me había levantado, me buscó por la casa sin poder encontrarme. Volvió a acostarse y cuando despertó pensó en avisar a la policía de mí ausencia, yo estaría trabajando, me espero y me espero y nada, yo todavía no regresaba, se acostó a ver televisión y el sueño vencía sus párpados cansados de abrirse, apagó la televisión que ya no tenía volumen desde temprano y la luz porque le molestaba, entonces escuchó una voz que decía: ¡Hola amor! ¡Amor, volviste respondió! ¡Nunca me fui querida! Encendió la luz pero no había nadie. Amor, ¿Dónde estás? Deja de bromear. Aquí estoy amor, aquí, justo aquí. ¡No te veo amor! Lo esencial es invisible a los ojos, querida. Ella ahora sentía que la voz provenía de… Amor, ¿me escuchas? Sí que te escucho, ¿pero dónde estás querido? ¿Sabes amor? ¿Recuerdas cuando hablábamos de pasar la vida juntos?, creo que el vaticinio se cumplirá, ¿recuerdas cuando te dije lo mucho que te amaba y que estaríamos unidos? Si amor, lo recuerdo… En ese instante ella escuchó una fuerte voz y se tomó la cabeza con ambas manos, enseguida se dio cuenta, que esa voz no provenía del exterior, sino que provenía de su interior, pero no era su voz, era la de él, y la escuchaba muy clarita. Amor, ¿estás dentro mío? ¿Qué, como pasó tal cosa? No me lo explico realmente, deberás acostumbrarte. La voz del interior nunca miente, todos tenemos una voz interna…no te preocupes querido estarás a salvo conmigo, yo te cuidaré y te amaré, ¿sabías que te siento en cada uno de mis átomos? Estás adherido a mi esencia, todo en mí.

Al otro día, llamó a su madre, y le contó lo que le ocurría, esta insistió en llamar a un sacerdote, y ella no lo dudó. El cura no tardó en llegar y la madre le dijo que pase a la habitación donde ella esperaba acostada.

El cura no tardó en notar su cara un tanto demacrada, se había quedado sin maquillaje. Se acercó y le preguntó: ¿Qué te ocurre hija mía?, a lo que ella respondió: estoy caliente padre, muy caliente, y así estaba porque el termómetro no mentía, entonces el cura le preguntó: ¿has comido bien estos días? La verdad es que no padre, he perdido el apetito, ¿y que más? Cuéntame… He dormido mal, pesadillas, temblores, jaquecas, dolor de caderas, de espalda, hablo otro idioma en sueños…

Suficiente… el sacerdote la dejó sola y habló con la madre, le dijo que presentaba los síntomas clásicos de posesión, sin perder tiempo, regresó a la habitación y mientras sacaba un crucifijo, ella le dijo: ¿Qué hace padre?
Hija mía expulsaré al mal de tu cuerpo, le tiró agua bendita y entonces ella le dijo: no, no padre, lo he mandado a llamar para que me case.

-¿Perdón?
-Quiero que me case con el hombre que está dentro de mí, que late en mi corazón.
-¿Te has vuelto loca?
-Es una larga historia padre, por favor, cásenos, por el amor del universo.
Ella le expresó al padre sus sentimientos y finalmente el acepto, así que pronuncio las palabras, ambos respondieron que sí, y los unió en sagrado matrimonio.

Aquella noche, un abrazo interminable. Ella descubrió que el ya no estaba fuera de ella, sino dentro de ella. Se fundieron sus cuerpos, se unieron sus almas y se volvieron uno solo y jamás volvieron a separarse.

Texto agregado el 21-05-2015, y leído por 286 visitantes. (6 votos)


Lectores Opinan
28-05-2015 Coincido es un escrito romántico y me encantoo NatiMiau
22-05-2015 que linda e idílica tu imaginación. Un abrazo de osa. sheisan
22-05-2015 Que romántico! me gusto! Invierno
22-05-2015 que hermoso... mis ***** KEILYSLINDA
 
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