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va sin corregir, sugerencias al pie, gracias :-)


Gotas

Marcia se desperezó como un gato. Había dormido plácidamente y no habían quedado rastros del cansancio que la llevaron a acostarse tan temprano. Sintió una energía vibrante y diáfana corriendo por su ser, como si hubiera vuelto a su niñez.
Se quedó relajada y quieta, flotando en ese duermevela apacible que nos asalta a veces, disfrutando de las sensaciones que la invadían. Sus terminales nerviosas estaban alertas y notaban cada pliegue de las sábanas en su piel, oleadas de pensamientos e imágenes la recorrían, como en un viaje alucinante pero sosegado.
Recordó cada una de las palabras que Julián le había dicho, repasó mentalmente la situación observándola detenidamente con una indiferencia ajena a ella misma. El nivel de análisis de ese particular momento le reveló detalles que antes no había tenido en cuenta, una mirada, una mueca dolorosa en la comisura de los labios, un cierto aroma a flores viejas.
“Por lo menos terminó”, pensó mientras volvía a estirarse más allá de su estatura y pateaba las mantas lejos para levantarse. Se calzó sus pantuflas floreadas, se rascó la cabeza y bostezó con todo el cuerpo, rugiendo como una leona al final. “Tendría que ducharme”, pensó mientras arrastraba lentamente los pies rumbo al baño.
Frente a la puerta entreabierta del baño se detuvo, acercó su oreja y contuvo la respiración. Una gota cayendo en la bañera llena. “Cierto, ahí está Julián”, recordó Marcia y permaneció aguzando su oído, cerró los ojos para poder concentrarse mejor y esperó. Otra gota volvió a caer, y otra más. Podía ver en el fondo de sus ojos la canilla de la bañera con una gota formándose en su filo. Apenas un brillo húmedo al principio pero que lentamente engordaba como una sanguijuela llenándose de sangre. Pero no era sangre, ella conocía bien la diferencia, era agua. La gota crecía y crecía, hasta que podía verse como una esferita de cristal que reflejaba el mundo al revés.
Suspiró y decidió hacerse un té. La luz entraba a raudales por la pequeña ventana de la cocina iluminando el desquicio que había quedado después de la cena. Cargó el jarro con agua y la puso sobre la hornalla encendida, la llama azul siseaba como una serpiente. “Tendría que lavar y ordenar”, pensó Marcia mirando la pila de platos y ollas sucias desperdigadas. “Y tendría que llamar a un plomero para que cambie los cueritos de las canillas.”
La gota se balanceó como un equilibrista en el borde del grifo, estirándose hasta que se desplomó al vacío, perdiéndose en el fondo de un vaso. Marcia evocó las gotas que había escuchado llorar sobre la bañera un instante antes y las comparó. El ritmo con que caían las de la cocina era veloz, llovían sin cesar, apenas formadas sucumbían. “Como si las gotas se empujaran unas a otras”, reflexionó Marcia. Se imaginó un tobogán con una interminable fila de niños esperando para deslizarse por la rampa, espoleándose unos a otros, aguijoneándose para saltar sin demora. Apenas podía distinguirse en el techo de las gotitas una imagen esférica de los cubiertos y los vasos, de su cara deformada e inversa asomada a la pileta, concentrada en la sucesión incesante de las gotas.
Retiró el jarro del fuego y arrastró sus pantuflas floreadas hasta el baño. Necesitaba orinar, la presión de su vejiga ya se estaba haciendo molesta. Sin embargo, al llegar nuevamente dudó. Su mano se congeló en el gesto mismo de empujar la puerta, atenta a los sonidos que provenían del interior. Otra vez la gota. Igual en su esencia a las de la cocina pero diferente a sus hermanas.
Volvió a velar sus ojos con sus párpados y vio, literalmente, la gota formarse frente a ella. Se asomaba voluptuosa, cargada de brillos, con una sonrisa macabra. Cubría su húmeda intimidad con un espejo extraño, que reflejaba la cara de su público en expresiones ridículamente estiradas y transpuestas como si fueran moscas posadas en el techo. Cada gota permanecía en el borde de su trampolín sólo un instante fugaz en el que no podían distinguirse los detalles sutiles, impidiendo así reconstruir la pintura completa y coherente. Después soltaba el seguro y se arrojaba en silencio hacia el fondo de la bañadera, donde sus compañeras la esperaban para reunirse y confundirse en una orgía junto con otras gotas. Gotas más densas y viscosas que las gotas que destilaba la canilla; humedades rollizas, indecentes, descarnadas y rojas.
Marcia abrió los ojos con un escalofrío, cerró su mano y la apretó contra su pecho, abrazándose a si misma. “Cierto, ahí está Julián”, recordó.
Volvió a la cocina, busco una taza entre los restos de vajilla rota, puso un poco de té y volcó el agua caliente. Pero no lo hizo en un chorro delgado y continuo como solía hacer Julián. Esta vez el agua cayó del jarro gota a gota.


Septiembre 2002

Texto agregado el 27-09-2002, y leído por 487 visitantes. (2 votos)


Lectores Opinan
02-10-2002 el cuento podría haber sido de un final sorpresivo y no deschavar nada hasta el final, pero es aún mejor de la manera en que está hecho bravo marxxiana mauro
 
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