TU COMUNIDAD DE CUENTOS EN INTERNET
Noticias Foro Mesa Azul

Inicio / Cuenteros Locales / Vlado / Un nuevo día

[C:550]

Murió "el Viejo" y llegó la Transición, adorable etapa en que la sociedad española aspiró a bocanadas los olvidados aires de libertad, todos aún desorientados, como perro abandonado por su dueño que no encuentra a quién pedir permiso para levantar la pata o echar a correr. España era un oso saliendo de la cueva de su invernía y aún lanzó su último bostezo ese 23 de febrero de 1981 en que un tal teniente coronel Tejero se encontró con que esta nación ya no quería ser palomo servil sino azor de alas sueltas. Fue un punto de inflexión. Para muchos españoles, el día que marcó definitivamente la consolidación de la democracia y la libertad en el país. Y de esta opinión fue también doña Elena, que llevaba ya unos meses dándole vueltas en la cabeza a una idea que empezara a gestarse después de una conversación con don Pedro, amigo personal de la señora y profesor del colegio público de Carril. Gustaban de reunirse para tomar un cafecito en el bar España de la Alameda, en sobremesas que se alargaban hasta bien entrada la tarde. Uno de sus temas habituales giraba en torno de la política local y en ello estaban ese día en cuestión:

–Oye, Lena –decía don Pedro con una sonrisa socarrona en los labios–. Que me han contado que te han visto el otro día tomando un vermut en la Baldosa con el nuevo alcalde. Pero mujer, si es de Alianza Popular...

–Ja, ja, ja. Sí, será que voy vieja. ¡Quién me lo iba a decir hace unos años! Los tiempos cambian, amigo, y por suerte para bien.

–Nada, hija, que nos estamos quedando sin villanos. Esto se va a volver muy aburrido. Se acaba el tiempo de las luchas, compañera.

A doña Elena no se le pasó por alto el matiz evocador con que el maestro entonó la última frase. No en vano se habían conocido durante una reunión clandestina a finales de los 60, en que la empresaria argentina había convocado a aquellos que tenían fama de revolucionarios y rojos en el pueblo para organizar un grupo dedicado a ‘actuar en la sombra por la luz de la libertad’, como solían decir ellos en esos tiempos de frases copiadas de las revistas francesas o americanas conseguidas en trueques con los marineros extranjeros que hacían escala en el puerto. Con el dinero de doña Elena, se financió durante esos años todas las operaciones del grupo ‘Novo Día’, nombre que usaban, junto al lema ‘Hoy, por un mañana de libertad’, para firmar los pasquines con los que el pueblo amanecía muchas mañanas empapelado, ridiculizando al caciquismo local y arengando a la gente contra el poder establecido y sus injusticias.

–Calla, Pedro, calla. Bien que eso sea verdad. Que ni tú ni yo estamos ya para andar las madrugadas a salto de mata y a ‘fume de carozo’.

Rieron con ganas y, durante un largo rato, rememoraron con nostalgia anécdotas de aquellos años locos.

–Pues ya me dirás en que gastas los cuartos ahora que no inviertes en idealismo –comentó entre risas don Pedro.

–En pagarle los cafés al agarrado de mi amigo, que buena persona sí, pero espabilado es un rato.

–Pobreza obliga, amiga mía, pobreza obliga.

Tras despedirse del profesor, pasó doña Elena el resto de la tarde con un comecome en la cabeza que la tenía en desasosiego. No paraba de darle vueltas al comentario inocentón de don Pedro, pues la realidad es que, de unos años para acá, empezaba a notar que la idea sincera de incordiar al injusto poder con dinero había dejado de ser la excusa perfecta para mantener bien saneada su amplia fortuna personal. Cierto que seguía dedicando importantes partidas de capital para actos benéficos y mecenazgos, pero ello no impedía que la asaltara, cada vez más frecuentemente, la molesta sensación de haberse acomodado. A partir de ese día, comenzó a tener pesadillas que la turbaban seriamente. En ellas se le aparecía de espaldas una mujer muy emperifollada, como aquellas esposas de los potentados de la región en los años 50, engreídas y creídas de su superioridad sobre el pueblo llano. Ella la saludaba pero la mujer no se dignaba a contestarle, ni siquiera a mirarla. Se limitaba a sacar una perra chica y tirársela a los pies. Indignada, doña Elena la agarraba por el hombro y la giraba para decirle todo menos bonita, pero se quedaba de piedra al ver como el rostro de la ‘dama’ se transformaba en su propio rostro, y con una sonrisa cruel empezaba a entonar una cancioncilla sin fin: ‘Una perra chica para mamá por morirse y venirnos nosotros a España, una perra chica para papá por casarme bien, una perra chica para Juan por morirse y dejarme todo, una perra chica para Franco por hacernos más ricos a los ricos, una perra chica...’

Despertaba la pobre mujer entre sudores, y el eco de la tonadilla la perseguía machacón el resto del día. Así durante meses, hasta que aquella noche del 23-F, la pesadilla se convirtió en un sueño delicioso. Se vio a ella misma, de nuevo vestida como en las galas oficiales, pero en esta ocasión se encontraba sola, a la orilla del mar. Lentamente, fue quitándose la ropa, los anillos, las pulseras. Se desnudó completamente. Se tumbó y cerró los ojos. Sentía como el agua lamía su cuerpo, como la arena escapaba bajo su espalda en la resaca. De repente, notó el peso de un cuerpo de hombre que lentamente la cautivaba. Dulce gravedad. Abrazó ese cuerpo y lo acogió con agrado. Abrió los ojos y ni siquiera se sorprendió al comprobar que era Adolfo Suárez. Consumaron el acto tiernamente. El sueño acabó con el presidente susurrándole al oído: ‘Una perra chica por un nuevo día, Elena’.

Esa misma mañana llamó a sus abogados para convocarlos a una reunión en la que, ante la estupefacción de los mismos, les ordenó iniciar los trámites legales precisos para vender la empresa y distribuir los beneficios entre diversas ONGs y fundaciones de beneficencia, reservándose una modesta suma para comprarse una pequeña casita junto al mar y vivir plácidamente los años que le quedaran por delante. Y cuando uno de los abogados logró articular palabra y le preguntó los motivos de semejante decisión, doña Elena se limitó a decir:

–Señores, es que hoy he hecho el amor con la democracia.

Texto agregado el 27-09-2002, y leído por 735 visitantes. (6 votos)


Lectores Opinan
31-12-2014 Tu prosa atrapa y cautiva. Me encantó. Felicitaciones cesare7777
23-12-2014 MUY BUENO EL LENGUAJE EMPLEADO EN TU CUENTO********** yosoyasi2
22-12-2014 Soy apasionada de la historia de España. Este texto me ha cautivado particularmente, amigo. galadrielle
21-12-2014 Admirado como siempre por tu prosa que atrapa y cautiva. Mis saludos y felicidades, hermano. Rubalva
21-12-2014 La historia daba un final que develara tanto misterio. Saludos y mis ***** girouette-
Ver todos los comentarios...
 
Para escribir comentarios debes ingresar a la Comunidad: Login


[ Privacidad | Términos y Condiciones | Reglamento | Contacto | Equipo | Preguntas Frecuentes | Haz tu aporte! ]