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La ciudad Ambulante

La ciudad ambulante se encuentra vacía, ¿Dónde están los ciudadanos?
Remando a las orillas de la ciudad para cambiar de dirección porque hacia el este hay un huracán.

Jicho es un ojo con piernas de dos metros de largo, en realidad son solo músculos por lo que usa botas de lluvia para protegerse del sol. Es producto de la intoxicación de un pez en las playas de Guerrero. El pobre pez se comió un pañal con mierda de bebé, comenzó a convulsionarse y por consecuencia uno de sus ojos se separó y cobró vida. Lo sé, inusual. Esas cosas pasan de vez en cuando.

Jicho había escuchado en la Zona Abisal, una vez que se perdió en la oscuridad, a una medusa inmortal decir que en una de sus vidas recuerda haber visto desaparecer una isla. La medusa dijó también que años después la había encontrado en otra océano y estaba muy Intrigada de saber lo que pasaba , pero no podía salir de su zona pues corría peligro de convertirse en merienda.
Desde entonces Jicho comenzó a recorrer los óceanos, del Pacífico al Atlántico. Después subió al Atlántico de Norte dónde decidió tocar tierra y hacer un pequeño tour pues en uno de sus viajes a Brasil había escuchado hablar a un señor tan alto como él, que vendían una bebida de vikingos. Al llegar al Mar del Norte entró por el Puerto de Hamburgo, uno de los mas grandes de ese País, Alemania. Cómo era un día muy caluroso, Jicho decidió ir directamente en busca de la misteriosa bebida esa. Se adentró a la ciudad y se sentía fascinado porque casi todos eran se su tamaño. A lo lejos en la esquina de la calle RautenbergstraBe y la calle St GeorgestraBe, vio entrar a un grupo de hombres y los siguió. El lugar se llamaba ”Bar Hamburg”. Al ver a todos los hombres tomar un líquido amarillo espumoso, pidió lo mismo. En cuánto lo probó dio un escupitajo ¿Qué CHINGADOS estaban tomando esos individuos que sabia horrible? Un señor que se encontraba en la barra se le quedó viendo con cara de malos amigos, se acerco y le puso un poco de jugo de limón a su tarro. Jicho le dio una segunda oportunidad y gritó; Das reiche bier! (¡Qué rica cerveza! En Alemán). Después de dos tarros y medio Jicho comenzó a sentirse raro, todo le daba vueltas pero se sentía muy feliz y cuando menos se lo esperaba estaba jugando billar con un montón de hombres apestosos mientras bailaban Kern Kraft the Zombie Nation. La noche no terminaba, hasta que por fin salió el Sol. Jicho tenia dolor de cabeza y hambre de unos 15 kilos de manta raya empanizada con sardinas a la francesa pero lo único que encontró fue un Pretzel de ajo y un Bokwurst de caballo. No sabia qué era un caballo pero como Bokwurst empezaba con “B” de Bocadillo Bueno y ese era el único saber que quedaba, lo escogió. Había pasado la noche de su vida, no sabia que contenía esa bebida llamada cerveza pero le gustó y la comida de aquel lugar era ¡DELICIOSA! (lecker; deliciosa en alemán). No le dio diarrea porque ya había probado el curry en India y las tortas ahogadas en México.

De ahí pasó al Ártico, que por cierto estaba helado y continuo hacia el Pacífico a un lado de Asia. Por último llego al Índico. Así era su recorrido año tras año en busca de la Ciudad Ambulante. Procuraba tocar tierra en lugares nuevos y solía quedarse unos tres días, pues nadar tanto tiempo era cansado. Este era su Séptimo año. Entre las especies marinas ya era conocido como “el Traveler” . Se contaban historias sobre él y su convivencia con los humanos, en todos los océanos. En uno de sus viajes mientras iba pasando por el Océano Atlántico en busca de tierra para buscar algunos cocos para la cena y una cerveza, ahí la vio. Una piraña dorada enredada entre los corales tratando de huir delicadamente para no lastimar a ninguna especie. Se acerco y con paciencia le ayudó. La piraña muy agradecida le dió un abrazo y le ofreció compañía durante su viaje.

Llegaron a la superficie y Jicho creo una pecera para Glanzend, la piraña, con la mitad de un Coco. El lugar parecía haber estado habitado no hace mucho pues tenia huellas asimétricas y un bar de playa, que estaba cerrado, por cierto. Era casi de noche, estaba oscureciendo pronto así que se sentaron a ver el atardecer después de armar una casita con palos y hojas para pasar la noche. No hicieron fogata porque el clima era muy agradable. Venteado y fresco, no húmedo ni bochornoso. No hacia frío ni calor. Glanzend nunca había salido del agua. Solo escuchado historias acerca de lo bonito que era el sol y la luna, las estrellas y la lluvia. Estaba impresionada con tanta maravilla y no entendía a dónde se estaba yendo el sol por que parecía que estaba metiéndose al mar, pero era imposible por que de ser así ya lo hubiera visto antes. Jicho le explico la rotación y traslación, le dijó también que la Tierra tiene forma de esfera gigante y que existen más planetas en el espacio.

La noche calló y después de disfrutar las estrellas se metieron a la casita de hojas. Jicho estaba más feliz que nunca, era la primera vez que tenia un compañero abordo y no solo era un compañero, era un aprendiz. Jicho estaba ansioso por enseñarle T O D O lo que sabía.

Glanzend dentro de su pecera estaba muy entusiasmado al haber encontrado un amigo. Pues cuando su mamá piraña dio luz a los huevesillos , un óvulo que no alcanzo a fecundar se desvió al mar y se mezclo con un espermatozoide de otros peces que estaban derramando miel por allí. Ese huevesillo es Glanzend. Nunca tuvo una familia y ahora su único amigo era su familia. No tenia muchos años, apenas un mes de edad y él solo sabia que no sabia nada.

A ambos les costó trabajo concebir el sueño. Era más la emoción que el cansancio. El sonido de la marea les ayudó.

¡BRRR BRRRR BRRR CRRRR CRRRR! Eran las 8:34 am y la Isla estaba temblando. Jicho sentía como el agua de la pecera de Gazenlad se salía y le empapaba la cara. Unas gotas le cayeron a la boca accidentalmente mientras gritaba, ¡PÁNICO! Sabia saladito y tenia pedacitos suaves. Después de brincar del susto empacó su sleeping-bag, se colgó su mochila y cogió la pecera. Gazeland seguía dormido. Corrió fuera del tendido y el mar estaba quieto. Sorprendido comenzó a caminar a lo largo de la playa para encontrar algo o alguien que le dijera dónde estaban y qué estaba pasando.
Hacia un calor terrible y a Jicho se le estaba resecando la piel (púpila en este caso. No se te olvide que es un ojo) . Sacó sus ungüento “anti-dry” , se humectó y al final se puso su sombrerito de colores en forma de paraguas con ventilador integrado. Siguió caminando por unas dos horas por la orilla del mar.

Gazeland se despertó hambriento – ¡Buenos Días! Jicho – le dijó después de un gran bostezo. Jicho sonrió y le preguntó que si estaba listo para el desayuno para lo que Gazeland contestó afirmativo. A lo lejos vieron un lote valdió y lo siguieron con esperanzas de encontrar a algún humano y comida. Al llegar se toparon con dos sorpresas; una mala y una buena. La mala era que no había nadie en aquel lugar y la buena era que estaban en un platanal y había algunos árboles de mango también. Emocionado, Jicho comenzó a cortar mangos y plátanos mientras Gazeland se lamentaba porque el era carnívoro . Cuando la canasta de Jicho estaba llena de fruta se sentó en una piedra y comenzó a partir trocitos para Gazeland. Los puso dentro de la pecera y Gazeland sin decir una palabra los devoró y pidió más. Jicho se comió un plátano y un mango mientras que Gazeland se comió 13 plátanos y 6 mangos. Gazeland seguía con hambre pero estaba harto de comer lo mismo. Siguieron caminando y al fin encontraron un caminito que los llevaba a la ciudad. Estaba medio oscuro porque había un árbol enorme dando sombra y muchas enredaderas. Llegaron a una avenida. Silencio total. No había ni un alma en la calle. Todo estaba limpio, los rayos del sol eran perfectos y el viento tenia olor a piña colada con jazmín.
Jicho y Gazeland pensaron que tal vez las personas seguían durmiendo o que la calle dónde estaban no era muy transitada o que probablemente era una escenografía de cine en Universal Studios. Siguieron caminando. Las tiendas tenían puertas de vidrio y ventanas gigantes y se podía ver los interiores. La pastelería tenia miles de bocadillos con semillas, otros con colores y mucho betún y algunos otros mas sencillos. El aroma se salía por debajo de las puertas y entre las cerraduras de las ventanas hasta llegar a la pecera de Gazeland que seguía súper hambriento. Sin pensarlo una vez brinco y rompió la ventana de la izquierda. Aleteo hasta el mostrador y devoró primero los panecillos con nueces. Jicho corrió a detenerlo pero cuando parpadeo ya estaba en el tercer aparador acabando con las magdalenas de avena y pasas. Rápido como estrella fugaz. Jicho desesperado chifló fuertemente. Gazeland no escuchó. Seguia atragantándose de pasteles. Jicho se sentó en la banqueta a esperar. Cuando Gazeland termino con todos los bocadillos, salió de la pastelería sediento. Jicho molestó por lo que había hecho su amigo, se levantó sin decir una palabra. Continuaron caminando y mientras esto sucedia, Gazeland se terminaba las botellas de agua de ambos.
Jicho estaba cansado de cargar la pecera así que le pego unas rueditas para hacer mas fácil el trabajo.
Siguieron caminando rio por auqellos callejones y todavía no encontraban alma alguna. Al pasar por la verduleria, Gazeland volvió a dar un salto enrorme y ya saben lo que pasa después. Se comió todo en la tienda mientras Jicho esperaba sentado en la banqueta. Pasaron por la frutería y los abarrotes y la misma historia.
A lo lejos vieron unos departamentos y decidieron caminar hacia ellos para ver si de casualidad había alguien adentro. Tocaron cada una se las 37 puertas del edificio de 5 pisos. Estaban agotados. Al bajar por las escaleras, Gazeland olió el aroma de macarrones con queso. YA saben que pasa, pero esta vez recorrió todos los departamentos asaltando alacenas.
Sé que todos se preguntaran cómo es que un pez fuera del agua sobrevive. Pues déjenme decirles que Gazeland podía estar en tierra por varias horas ya que tenia patas de avestruz que doblaba mientras estaba en el agua. Algo así como una mutación.
Al querer regresar a su pecera, se dio cuenta que ya no cabía. Estaba creciendo.
Jicho le construyó una mas grande con madera. Solo para pasar la noche.

Texto agregado el 17-11-2014, y leído por 138 visitantes. (0 votos)


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