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Inicio / Cuenteros Locales / Lughaidh / Reflejo: Capítulo IV – La mancha

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Llevo conmigo mis llaves de todas las puertas de la casa, sólo por si acaso las necesite. La luz de la linterna me facilita mi investigación por la casa, y me hace tener un poco más de confianza en mí mismo. Ya la estaba perdiendo por un momento. Y es fácil perderla en situaciones similares. Me vendría excelente un poco de cafeína extra. Si quiero hacer esto, necesito energía de más. Me valdré de lo que tengo.

Me asomo por cada rincón oscuro de la casa. No hallo más de lo que sé está ahí. El atizador ensangrentado en mi mano derecha, mi linterna en la izquierda, mis llaves cuelgan del mismo brazo, las he amarrado por seguridad. He escuchado pasos, otros pasos que, puedo asegurar, no son los míos. Es alguien más, viene de la tercera planta. Correr delataría mis intenciones de que lo estoy buscando. Lo más sensato es caminar con tranquilidad y no hacer ruido, o al menos evitar hacer demasiado. En el pasamano de la escalera hacia la tercera planta hay un líquido cubriéndolo. Espero que no sea lo que pienso después de ver el atizador. Mis sospechas se confirman al refulgir con la linterna al líquido: ¡es sangre! Mi falsa mansedumbre no se sostiene, la desesperación impulsa mi cuerpo y doy un grito mientras corro: “¡No sé quién seas, pero ya colmaste mi paciencia, maldito!” Inspecciono cada espacio de la tercera planta, no encontrando nada en absoluto; ni una pista, nada. Ahora mi desesperación se convierte en miedo, miedo a lo desconocido.

Aquella enorme mancha del pasamano me desconcierta más. No solamente alguien (o algo) fue golpeado, sino que usaron su sangre para pintarrajear el pasamano. O bien pudo haber sido, que el agresor haya quedado impregnado de sangre, y al usar el pasamano, no reparó en si sus manos estaban llenas de la evidencia. Pero ¿quién fue golpeado? Bien pudo haber sido algún animal del bosque, bien pudo no. ¡Maldición! Se ha prendido el sistema de sonido del cuarto de entretenimiento. Se escucha Singin' in the rain por Gene Kelly. Es irónico que sea esa y no otra canción. Mi padre la amaba, lloviese o no, se la pasaba cantándola. Mis sospechas de que algo tiene que ver con mi padre se acrecientan. Voy echando humos hacia el cuarto de entretenimiento, para averiguar qué demonios sucede.

Texto agregado el 10-10-2014, y leído por 38 visitantes. (0 votos)


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