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EL FIN DEL MUNDO


Se había ganado a pulso la reputación de gran historiador, desde los muchos años que llevaba de estudios e investigaciones en la cátedra de historia antigua que ostentaba en la universidad politécnica de la ciudad.

Tenia fama de meticuloso, pertinaz y seguro, y en las decenas de publicaciones que había escrito para revistas y la media decena de libros sobre historia antigua que había publicado, alguno de ellos tomados como referencia en algunas universidades, no se le había podido señalar nada que no fuera veraz y exacto.

Era un erudito, un analista de costumbres, dotado de una curiosidad inagotable que le hacia abordar temas que o bien consideraba oscuros o que estaban poco explicados en la historia de la humanidad.

Se pasaba el tiempo, que le dejaban sus clases, en bibliotecas y archivos buscando esclarecer algún dato o conseguir alguna nueva interpretación de cualquier importante suceso histórico.

Y así y casi por casualidad, una tarde leyendo la reseña de un libro que trataba de olvidadas culturas precolombinas, le irrumpió un repentino interés sobre un tema que era recurrente en todas ellas. Las predicciones sobre el fin del mundo.

Y como estaba trabajando en ese momento en un estudio sobre civilizaciones sudamericanas, lo primero que considero fue comenzar a investigar las tradiciones y creencias mayas basadas sobre el fin del mundo que siempre se apoyaban en la contemplación y evolución de las estrellas y en la influencia de los fenómenos naturales.












Los mayas estaban convencidos de que el mundo tenía un fin próximo y habían realizado multitud de cálculos tratando de obtener la fecha en que supuestamente ocurriría el temido suceso.

El profesor Riquelme, que así se llamaba, después de unos meses de filtrar leyendas, escritos e historias simbólicas y de analizar multitud de datos grabados en tablillas y monumentos, llego a la conclusión, que todo las preediciones de ese pueblo, habían sido plasmadas en el bien conocido Calendario Maya, un compendio de eventos ya sucedidos y de otros por suceder, referenciados con fechas y marcas relacionadas con las posiciones de la luna y de otros astros, presentados en forma de una espiral que simulaba la evolución del tiempo, espiral que tenia un final, un punto que indicaba el final de todo.

No le fue muy complicado interpretar esos datos y grabados y conseguir llegar a una fecha, la del supuesto fin del mundo, que era el 21 de Diciembre del 2012.

“Es curioso”, pensó, “muy curioso, es una fecha muy actual y es una predicción realizada hace miles de años”, pero aunque no era un hombre que se creyera las cosas a la primera, un pequeño escalofrío le recorrió el cuerpo, cuando pensó que estaban a 10 de Septiembre del 2011..

El tema le entusiasmo y como buen investigador decidió seguir ahondando, necesitaba conocer que habían pensado otras culturas diferentes a la maya y a que conclusiones habían podido llegar, por lo que empezó a recoger datos e informaciones relacionadas con El Oráculo de Delfos, todo un clásico de las preediciones de la antigüedad.

Le costo mucho avanzar y aclarase ante la cantidad de datos que recopilo, y no por causa del idioma, dominaba el griego antiguo casi como su lengua materna, sino porque todos los escritos estaban mezclados con leyendas de dioses, semidioses, animales fantásticos, etc a los que eran tan dados en la cultura griega.









Pero al fin fue viendo la luz y fue capaz de interpretar las enrevesadas y simbólicas referencias, para llegar a la conclusión de que la fecha que el Oráculo anunciaba para el fin del mundo, era el 10 de Diciembre del mismo año el 2014.

No dejaba de ser extraño la similitud de las dos fechas, aunque no coincidirían, pero eran terriblemente próximas “¿Se habría equivocado?“ y como buen perfeccionista que era, repaso una vez mas sus cálculos, advirtiendo consternado que había tenido una equivocación, no había tenido en cuenta que cuando se ajusto el calendario juliano al actual se crearon los años bisiestos, lo que producía un error de once días, que debían ser añadidos a la fecha anterior, apareciendo de nuevo el 21 de Diciembre.

“Pero esto no es posible” pensó ”Como van a aventurar la misma fecha y tener igual predicción, culturas tan diferentes y tan dispares como son la maya y la griega y no solo por la distancia geográfica, sino por los siglos que las separan, tiene que existir algún error o alguna explicación”

Necesitaba encontrar una razón de lo que se le antojaba tenia que por fuerza seria una coincidencia, o quizá no, no sabia que pensar.

Al día siguiente recordó que había leído que en 1947, unos pastores beduinos habían encontrado en el desierto de Judea en unas cuevas unos pergaminos de mas de 2000 años de antigüedad, Los Manucristos del Mar Muerto y aunque aun no habían sido completamente descifrados, sabia que algunos historiadores locales pensaban podían contener predicciones sobre un cataclismo final, apoyadas en la antigua Biblia.

No lo pensó mucho, pidió en la Universidad un permiso de varios meses para investigación, que claro no le fue negado, era un profesor reputadísimo y muy estimado. Tomo un avión para Telaviv, contactando de inmediato con un afamado historiador local que conocía por haber coincidido en varias conferencias, esperando le ayudara a traducir el hebreo antiguo.








Los pergaminos eran un tesoro, llenos de datos referentes a la historia de los primeros judíos, sus leyes, sus formas de vida, sus miedos, sus creencias y sus supersticiones. Eran una crónica de hace miles de años que les hacia impagables.

Aunque encontró ya desde el principio, que no se llegaba a plantear el tema como una predicción, sino como un hecho incuestionable, como una revelación basada en el anuncio que había hecho Jehová a las generaciones antiguas, así estaba recogido y así lo creían ellos y sin ningún genero de dudas, fueran quienes fueran sus autores.

Le llevo casi cuatro meses identificar las diferentes tribus a las que se hacia referencia, su evolución a través de los tiempos, la evolución de sus descendientes y el acotar cuantas generaciones habían pasado y cuantas faltaban antes de que llegara el gran cataclismo anunciado.

Al fin una mañana pudo llegar a una conclusión, “La fecha anunciada era, siete días menos después del final de la primera luna del segundo mes húmedo del año en que ya hubieran pasado sesenta generaciones desde la creación de la tribu de Levi “ todo un jeroglífico, que se puso a descifrar, sabia que en aquellos tiempos, así estaba escrito, se consideraba que una generación eran cuarenta años, por lo que multiplicando el numero de generaciones por los años que se calculaba duraba una generación y sumándoselas al inicio de la creación de la tribu de Levi, llego de nuevo al 2012 y como el segundo mes húmedo era Diciembre, y había que considerar siete días después de la primera luna de ese mes, se llegaba al 21“.

“No es posible” pensó mas asustado, que asombrado “la misma fecha, y he llegado a ella por otro camino totalmente distinto y sin ninguna relación con los anteriores”












“Pero como puede ser esto, ¿Es posible que al mundo le queden solo unos meses de vida?, ya estamos en Mayo del 2012, ¿Pero como no se ha dado cuenta nadie de estos avisos?, esto no puede ser una casualidad y no es normal que yo sea el único que haya llegado a esta horrible conclusión”

Pero aun dudaba y aunque las conclusiones eran abrumadoras, era un investigador, estaba acostumbrado a cotejar y comprobar una y otra vez sus conclusiones antes de darlas por buenas, tenia que hacer una nueva intentona, la ultima quizá, pero esta vez no quería recurrir a textos antiguos y preediciones complejas, necesitaba contrastar su descubrimiento con medios modernos.

Y contacto con un colega americano que recordó que en una ocasión le había comentado que en Pasadena, en Estados Unidos, habían realizado un Programa Experimental en un Superordenador para tratar de saber como podían afectar a la tierra los sucesos naturales, catástrofes, terremotos y demás, unidos a los efectos humanos y así tratar de conocer el alcance que tendría la vida en nuestro planeta.

Esa misma tarde le escribió solicitándole que por favor y para un importante experimento, se sirviera enviarle la mayor información que le fuera posible referente a los resultados que habían obtenido unos meses atrás.

No tardo ni una semana en recibir un completo informe, lleno de curvas de tendencias y gráficos, acompañado de una larga carta que le resumía los resultados y conclusiones y cuyo contenido era el siguiente.

















.- Estimado Colega.

.- Según tu petición, te adjunto el informe que me solicitaste, advirtiéndote no obstante de la necesidad de que tengas en cuenta una serie de factores y precauciones para su interpretación.

.- El programa ha sido alimentado con todos los datos relacionados con previsiones de fenómenos atmosféricos y terráqueos que conocemos de los últimos años, posibilidades de terremotos, suramis, cambios climáticos, variaciones estimadas en la temperatura polar, trayectorias de ciclones, posibles choques de cometas, erupciones volcánicas, etc, así como datos referentes a las probabilidades de creación de catástrofes inducidas por el hombre, contaminaciones del mar y de la atmosfera, escapes nucleares de centrales atómicos, roturas de presas, incluso posible eventos bélicos.

.- El ordenador elaboró con estas premisas una posible fecha en que se podría producir un cataclismo de orden mundial, aunque es obvio la alta improbabilidad de que todos estos problemas se dieran al mismo tiempo, se trata por tanto de un modelo teórico.

.- No obstante, te comunico que la fecha que apunto el ordenador fue el 21 de Diciembre del este año ( 2012).

.- Un saludo

Riquelme estuvo a pique de desmayarse al leer el ultimo párrafo, ya no tenia duda, el 21 de Diciembre era la fecha y solo le quedaban unos meses para advertir a gobiernos, a la sociedad científica, a los medios de comunicación, etc, tenia que apresurarse, el tiempo se acababa.

No durmió esa noche, sudando y prácticamente enfermo, “Pero como puede ser” pensaba “es horrible y todos tan tranquilos, que responsabilidad tan enorme la que me ha caído, como aviso al mundo, tengo que darme prisa, tengo que advertir al mundo de lo que se avecina”







Empezaría por la cátedra, se lo merecen y salio a primera hora de la mañana prácticamente corriendo.

Pero como siempre la realidad es más increíble que la ficción, cuando iba alocado hacia la Universidad, al pasar por el quiosco de periódicos no pudo evitar ver de refilón una noticia que destacaba en primera línea.

“La comunidad de Los Testigos de Gehova, ha enviado desde La Atalaya, su sede central en America, un comunicado en el que avisan al mundo de una revelación celestial, la proximidad del fin de esta civilización en castigo por sus muchos pecados y la total falta de respeto a la vida, vaticinando que a mediados de este Diciembre ocurriría un gran cataclismo mundial“

“Todo encaja, todo concluye en lo mismo, es cierto, es cierto, es cierto” su mente no podía salir del bucle de pensamiento en que se había metido.

Estaba tan excitado, que el mensaje que dio a sus colegas y discípulos, mezclando referencias, sitios y terrores, pareció mas el discurso de un desequilibrado que las conclusiones de un científico, fue escuchado, era un hombre de gran prestigio, pero lo único que consiguió fue expresiones de pesar, tildándole de loco absolutamente todos.

Se sobrepuso a las reacciones adversas y comenzó a mandar cartas a los periódicos, pidió una entrevista con el máximo representante del gobierno (que no fue atendida), mando correos a todas las universidades con las que había tenido contacto, informes documentados a otros colegas reputados, consiguió participar en varias tertulias de radio e incluso en dos programas de televisión.

Pero lamentablemente para él y supuestamente para la humanidad, nadie le tomo en serio, no consiguió absolutamente nada y al poco tiempo dejo de ser hasta motivo de comentarios, el tema había perdido actualidad y ni siquiera se molestaban en hacer chanzas.








Y ya había llegado Noviembre, faltaban muy pocas semanas para la fatídica fecha y el catedrático se encontraba vencido. Repaso una y mil veces sus cálculos pero no les encontró fallos y al final se resigno, aunque estaba seguro que el 21 de Diciembre se extinguiría la vida.

Decidiendo poner en marcha todo lo que estuviera a su alcance para llegar lo mejor posible al final, vendió su casa, saco su dinero del banco y realizo muchas donaciones a ONGs y a gente que lo necesitaba, pensando que al menos en los últimos días tuvieran una vida algo mejor,

Y el también hizo algo parecido, visito algunos carísimos restaurantes en los que nunca había estado, vio todas la obras de teatro que pudo, fue a muchos conciertos musicales e incluso se hizo un pequeño viajecito al Caribe, que siempre había soñado hacer

Y llego el 21, que amaneció esplendido, uno de esos extraños días soleados que a veces se dan en el invierno, salio muy temprano a pasear, no pudiendo evitar el pensamiento de “que vaya un magnifico día para ser el ultimo” y así fue pasando la mañana y nada y llego la tarde y nada, el buen profesor no pudo evitar pensar, “Pero bueno, pero porque no pasa nada, aunque ni por un instante dudaba que estaba viviendo el ultimo día”

Faltaban solo 20 minutos para acabarse el 21, cuando al fin sucedió.

Al cruzar, no advirtió la llegada de un camión, que le golpeo duramente y le quito la vida al instante.

El buen profesor tenia razón, no se había equivocado en sus preediciones, en ese día se acabo el mundo, aunque no se había dado cuenta que aunque las predicciones eran correctas, solo le concernían a él.

Texto agregado el 05-09-2014, y leído por 188 visitantes. (0 votos)


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