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Espejos.

En una gran mansión de una zona residencial exclusiva, una mujer que ya pasó su edad otoñal vive sola con sus recuerdos. Divorciada, pero enormemente adinerada languidece en este palacio. Cómo una muñeca de porcelana que forma parte de una estantería, para lucimiento de su caprichosa dueña.

En su inmenso dormitorio. A sus pies un espejo de cuerpo entero le devuelve la imagen de una mujer de mediana edad, con visibles arrugas, que piden con urgencia un buen estiramiento de piel. Observa cómo sus senos luchan contra la ley de la gravedad, y su abdomen da muestras de unos pliegues antiestéticos.
Su mirada se fija con más fuerza en su imagen, llegando a ensimismarse tanto que pierde toda realidad con el entorno. Los recuerdos acuden a su mente con tal rapidez, que el tiempo parece ralentizarse de tal manera, que el espejo se confunde con el entorno de su mente mezclando realidad con evocaciones. Ve a su marido con la secretaria de turno, más joven. En posición atlética, en la que ella nunca estaría, ni aunque fuera más joven. Su cuidada educación le atenaza tanto que es una perfecta mojigata. Su odio es tan grande que a sus recuerdos de cuando adolescente afloran. Escuchó por boca de sus amigas del instituto la leyenda de una chica, a la que si repites tres veces su nombre aparecerá para matarte.

La alcoba se torna de un gris oscuro, la temperatura baja y un fuerte olor putrefacto inunda toda la habitación. La imagen del espejo reflejado se distorsiona. Una horrible imagen de lo que antes fue una muchacha empieza a perfilarse. El clima sigue bajando. Tirita se abraza para recuperar calor. Le sale mucho vapor de su boca, pero no se mueve, espera su oportunidad. Algo le dice, qué adelante con su plan.
Cuando el ser está a punto de materializarse, en un movimiento muy calculado lo toma del cuello diciéndole:
—¡¡Poséeme!! ¡¡Entra dentro de mí!!
La siniestra mueca de la muchacha enseña sus podridos dientes, diciendo:
—Así lo quieres, así será.
Al ser tragada por el espejo, La mujer y la muchacha se funden en una sola. Una forma llena de resentimiento y pidiendo venganza, vaga por los espejos de toda la casa. Cada espejo es una puerta en donde ella podrá obrar a su antojo.

Su ex marido fastidiado por la llamada de su ex mujer, que le pedía que viniera para tratar asuntos de la reciente separación. Extrañado, a lo que el servicio no pudo darle una explicación plausible, a la ausencia de la dueña. Oliendo a perfume de otra, Se acomoda en su favorito sofá, sirviéndose un buen licor con dos hermoso cubitos de hielo. Mientras el señor descansa en su repantigada postura, rememora el antes encuentro sexual bien aprovechado con la secretaria. Con esa cara de satisfacción se ve reflejado en ese gran espejo que predomina un lugar previlejado del gran salón. Se saluda el mismo y levantando su copa se dedica un brindis. Al momento su figura se difumina transformándose en el de su ex mujer, pero la cara de la misma es un pobre reflejo de lo que era, apenas la reconoce con esos ojos de fuego, esos dientes afilados, esas uñas como zarpas, cual cuclillo de carnicero. Se acerca al desgraciado, el terror lo atenaza. Sus ojos se abren desmesuradamente. Por su mente pasan como un relámpago muchas preguntas. Intentaba comprender el porqué esa mujer endemoniada lo iba a despedazar. No encontrando respuesta alguna. Con sus afiladas garras de pantera lo rasga de arriba abajo produciéndole tal hemorragia, que el mismo se resbala en su propia sangre. Con sus últimos estertores da por finalizada su inútil vida. Ella satisfecha, aúlla de placer como una loba que por fin a cazado. Retornando a su espejo, no sin antes escupir encima del cadáver ensangrentado.

Cuando los sirvientes encontraron el despojo, era tal la cantidad de sangre, que todos creyeron que alguna despiadada bestia había matado al antiguo señor. El asunto quedó muy confuso. Las autoridades no supieron explicarse tal sanguinario asesinato. No habían huella alguna, ni forzada ninguna puerta, o ventana. Los empleados de la mansión, lo componían personas mayores que estaban toda la vida con la familia. Fueron interrogados, pero la policía pronto los descartó. El caso quedó en el olvido de los archivos policiales, y el caserón al quedar sin dueños pasó a puja pública.

Con el tiempo una familia, que en la subasta se quedó con la propiedad, se asentó en la misma. La componían un matrimonio y su adolescente hija.
A sus 15 años la niña se presentó de forma inesperada delante del espejo, su aireada actitud desprendió esa gran ausencia de empatía, de esa clase de chica de clase media-alta. ¿Qué le importaba? Más allá de su físico y amoríos prematuros. Después de cepillarse su larga cabellera miró con curiosidad al gran espejo. Por su mente pasaron el amor de un chico no correspondido, al que ahora odiaba con todas sus fuerzas.
—¡¡Ojala te mueras!! —Dijo entre dientes lo suficiente bajo para que nadie la escuchara.
—Dilo dos veces más y tu deseo será cumplido —Esa frase se le metió directamente en su mente. No le extrañó en absoluto, quizás oyó lo que quiso oír y no se preguntó nada más. Mientras su recuerdo retrocedió dos días antes. Lo vio tan claro mientras su chico se estaba revolcando con la guarra de Vanesa, que un ardor que empezó en su estómago acabó estallando en su cabeza. Entonces repitió por dos veces más Las palabras adecuadas a decir, que fluyeron como agua de manantial.
— ¡¡Espera y veras, las pagará todas juntas!! —justa contestación se dijo para sí misma.

Esa tarde Pau pensaba que ella lo había perdonado, se encontraba en el cuarto de la chica. El conjunto de muñecos de peluche y los famosos artistas que prendían de la pared, junto con un gran espejo de cuerpo entero al que la chica adoraba, ocupaba buena parte de la estancia. Daban ese ambiente ingenuo al que a él todo esto lo ponía a cien, pero ella no estaba por la labor y evadiéndose con una escusa muy recurrida lo dejó solo, más ardiente que nunca.
Pau no aguantó más y pensando que acabaría antes de que la chica regresará, empezó a tocarse su ardiente entrepierna delante del espejo. Llegado el momento del éxtasis su imagen reflejada empezó a cambiar, poco a poco se convirtió en una horrible mujer. Pau se asustó de tal manera que no llegó a eyacular. Un rictus de terror asomó a su rostro cuando la arpía del espejo salió del mismo. El muchacho entre la interrupción y el susto, su corazón no lo soportó. De su cara de querubín pasó a una horrible faz en donde la juventud se escapó en una fracción de segundos. De esa manera lo encontró la policía, que no daba crédito a sus ojos expertos en mil y un crímenes.

La joven resultó tan afectada por su sentimiento de culpabilidad que fue internada en una casa de reposo para niñas bien, algo estropeadas. Sus padres ante el infortunio de su hija y los gastos del sanatorio, que era uno de los más caros y lejos de su residencia. No les quedó más remedio que abandonar la mansión. Antes pintaron todos los espejos de la casona, al requerimiento de su hija, que ida repetía lo mismo: “¡¡Los espejos, los espejos!!”.

La mansión pasó a un olvido que el tiempo, los animales y la vegetación le dio un aspecto lúgubre, convirtiéndose en lugar de reunión de jóvenes con acné en busca de emociones.
Nunca más se volvió a vender, ni alquilar. Un lugar maldito, que el boca a boca de los lugareños aumentó si cabe la horrible historia acontecida años atrás.

Dicen los más valientes que los espejos pintados se mueve, como si alguien, o algo desde dentro quisieran salir.

Fin
J.M. Martínez Pedrós.







Texto agregado el 13-08-2014, y leído por 114 visitantes. (3 votos)


Lectores Opinan
21-08-2014 Mi relación con los espejos es nefasta. He cometido el gravísimo error de no aguantar as ganas de leerte hasta mañana y... En fin, creo que no pegaré ojo, pero tampoco pondré un pie fuer a de la cama en toda la noche. Le has infundido aún más horror a la leyenda urbana, las has hecho más humana, más visceral, más aterradora. Perfecto el cierre. Mis felicitaciones. nayru
13-08-2014 No es del tipo de lecturas que me apasionan, pero una buena leyenda. siemprearena
13-08-2014 Me gustó tu versión, menos mal que la leí de día, aún así me dio sustito. Carmen-Valdes
13-08-2014 Es mi primer día y mi primer visita en la página. Muy buen cuento. Prometo leer sus textos anteriores. saludos alexandrocasals
 
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