Así como transcurrieron hasta ahora un poco más de 20 horas desde que la tierra giró por inercia, por obligación o casualidad; así mismo el lápiz se hace responsable de ser quien se limita a dejar un profundo y espeso trazo sobre aquel, que hace unos minutos era simplemente un vacío palpable de color blanco.
No es poesía, es impresión.
El grafito ineludible que en aquellas manos se deteriora en palabras gráficas, sueltas y con sentido, acompaña el final de la noche de quien se considera verdadera amante de un 6B.
Las últimas notas de quien fuera piano endulzan el silencio que se apodera de la nueva velada.
La última imagen del poseedor del 20% del dibujo, inspiración, se queda grabada en las manos de la artista y así, por inercia, obligación o casualidad empieza a desenfocarse la luz dejando solo la oscuridad de la noche que le permite decir adiós con estas simples líneas.