La leyenda decía que la noche que los monjes terminaran de contar las estrellas, vendría el fin del mundo. Bankei, cuyo nombre significa 10,000 bendiciones, se sentó por enésima vez al lado de un monje cualquiera y se dispuso a contar las estrellas de la parte del cielo que le había asignado su maestro.

El sabía que la tarea encomendada buscaba desarrollar su concentración y ante todo su paciencia. Suspiró esperando esta vez no equivocarse y así no tener que empezar de nuevo la siguiente noche. Pasaron cuatro horas y ya le dolía el cuello, pero se esforzó en no perder la cuenta: 10.052, 10.053, 10.054, 10.055…

Y de pronto el cielo desapareció y fue sustituido por la nada.